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¿Solo quien vive la desaparición forzada es quien la sufre?

Columnista invitado EE: Olga Lucía Cruz Castro*
28 de agosto de 2020 - 05:00 a. m.

La columnista Claudia Morales, quien tiene este espacio en El Espectador, cedió su columna para que yo, Olga Lucía Cruz Castro, una mujer llanera rural, le hable al país sobre la desaparición en el conflicto armado, hecho del que han sido víctimas más de 120.000 personas. La excusa: este domingo se conmemora el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas.

Desde hace 18 años, mis 11 hermanos y yo buscamos a José Antonio, el menor de los hombres. La última vez que lo vi nos tomamos un tinto a las 5:30 a.m. antes de que saliera con mi padre a misa. Luego de desayunar en familia, José Antonio se embarcó en un bus rumbo al municipio de San Carlos de Guaroa (Meta). Él iba con la intención de interponer una denuncia por la pérdida de cabezas de ganado de la finca que allí tenemos, pero no se la recibieron. Tiempo después, cuando fuimos a buscarlo, nos enteramos de que los paramilitares se lo habían llevado a la fuerza.

En ese momento, cuando dejamos de tener noticias de él, empezamos a buscar respuestas. En el camino nos hemos encontrado con otras personas que tienen una historia similar: un día compartieron con su ser más amado sin saber que era la última vez.

Reflexionar sobre nuestra historia de búsqueda y la de miles de personas que han pasado por esta misma pesadilla me ha llevado a estar segura de que las desapariciones son formas de violencia que no vienen solas: acaban nuestras raíces, nuestra tranquilidad y, en muchos casos, con la tierra que nos pertenece. Como si no fuera suficiente, la desaparición también está acompañada de amenazas, desplazamientos forzados, exilio y violencia sexual.

Con la desaparición de la enfermera, el personero, el líder sindical, el periodista, el labriego, entre muchos otros, no solo han perdido las familias, sino también la sociedad.

Sea esta la oportunidad para transformar la idea según la cual “solo quien vive la desaparición es quien la sufre”. Por eso, quisiéramos que los lectores se pusieran un instante en nuestros zapatos.

Quienes buscamos a las personas desaparecidas conservamos la esperanza de encontrarlas vivas, así como cuando se las llevaron. Cuando esto no ocurre, más allá de recuperar sus cuerpos, quisiéramos limpiar su imagen, su dignidad y honorabilidad. No saben cuánto nos duele que, con mentiras, hayan tratado de justificar estos hechos. Nuestro llamado es que las víctimas sean reconocidas como lideresas, líderes, campesinos y sujetos políticos a quienes no olvidamos.

A pesar de las reiteradas revictimizaciones, hemos encontrado formas de resistir. En 2019, por ejemplo, con la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas, creamos cortometrajes en los que contamos nuestras historias con nuestras voces. Esto nos ha dado esperanzas para ser escuchados.

En el país, sin embargo, la desaparición no es un hecho del pasado: seguimos viviendo esta ignominia. Confío en que ustedes, estimados lectores, nos brinden su solidaridad. Ojalá nunca más vuelva a ocurrir una desaparición en Colombia. Porque cada uno de nuestros grandes ausentes es valioso: tienen una historia, derechos y familiares que no dejamos de luchar un solo día para saber dónde están y qué les pasó.

#NiUnaDesapariciónMás

Posdata. Claudia, te agradecemos en el alma este espacio que les abres a las familias de personas desaparecidas para visibilizar nuestro dolor y nuestra constante lucha hasta encontrarles.

* Familia de víctima de desaparición forzada.

Por Olga Lucía Cruz Castro*

 

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