Soluciones simples y soluciones complejas

Julio Carrizosa Umaña
26 de enero de 2018 - 03:21 a. m.

No todo lo simple es bueno, ni todo lo complejo es malo, pero cuando existe un problema complejo —muchos elementos, muchas interrelaciones— es muy difícil encontrar una solución simple. Lo grave es que en los modelos económicos y políticos dominantes en la izquierda y en la derecha lo que se encuentra son falsas soluciones, frutos de las reducciones de la realidad al mercado o a la guerra.

Es por eso que cuando uno recuerda que las Farc fueron “autoridad ambiental”, muchos comentaristas se indignan y recuerdan todo lo malo que las guerrillas hicieron al ambiente. Su visión simplificante de la realidad les impide recordar que esa guerrilla —que sí cometió graves crímenes— también, en algunos casos y protegiéndose de la FAC, prohibió la deforestación.

La deforestación del país es un problema complejo y la solución de las Farc era marxista-castrista: aplicar su autoridad ilegal, su poder armado, para impedirla. Como esa solución era demasiado simple, la deforestación se aceleró cuando se convirtieron en partido político.

Será muy difícil evitar la deforestación, la contaminación, el deterioro de los ecosistemas, si no se reconoce la complejidad de la realidad. Especialmente la complejidad colombiana resultante de su geografía y de su historia, así como de la geografía y la historia del planeta.

Afortunadamente, nuestros cerebros son complejos y no es imposible apartarlos de las frases hechas de los neoliberales y de los marxistas y tratar de construir soluciones complejas. Sobre todo en estos momentos, cuando se ha demostrado el fracaso de la lucha armada y también el de los mercados libres, se han roto los mitos y se ha abierto el campo de la creatividad.

El país ya ha sido capaz de construir unas pocas de esas soluciones. Me refiero, por ejemplo a la creación de la Universidad Nacional de Colombia o a la construcción de la Federación Nacional de Cafeteros, esos dos logros de la derecha y la izquierda que podrían llamarse complejas todavía siguen aportando soluciones eficaces a la República.

Hoy necesitamos urgentemente ese tipo de soluciones. Más allá de los insultos y de los odios, tenemos que encontrar formas de conservar nuestra libertad, de generar empleo masivamente y de obtener las divisas necesarias para adquirir tecnología y medicamentos. Eso no será posible si no somos capaces de reconocer la extrema complejidad del territorio y los problemas y oportunidades que genera.

 

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