Los hombres vuelven dioses a sus congéneres con demasiada facilidad o, sencillamente, como necesidad histórica. Hay una igualdad sustancial entre humanos que no necesita demostrarse, pero hay una excelsitud en el grupo social, en donde apunta enseguida el egregio, del que hablan sociólogos y la forma cómo se destaca, surge y es reconocido es tan espontánea que no es fácil de desentrañar.
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Todo es redondo, como un balón de fútbol
30 de noviembre de 2020 - 03:00 a. m.