Hoy tuvimos al desayuno dos invitaos de lujo: Bibianita, la hija de Alicia Arango y nueva codiretora del Banco de la República, y Diego Molano, nuevo mindefensa.
La gente está parada en las pestañas con el nombramiento de mi Bibi —dijo Alicia mientras le untaba mermelada a la tostada—. Que rosca, que enchufe, que nepotismo...
Pura envidia de esos lombricientos —dijo Tola—. Quién no va querer que le nombren un hijo bisoño en un puesto bien caché... Como diría Cochise: aquí la gente se muere más de envidia que de COVI.
Critican que Bibiana tiene muy poquita carrera profesional —dijo el presidente Duque sirviendo más mermelada—, pero no cuentan los años de experiencia como hija de Alicia.
También joden con que Molano desconoce el mundo militar —siguió Iván—. Pura paja: hijo de militar, nació en el Hospital Militar, estudió en colegio militar... y le gusta militar en el Centro Democrático.
Yo llamé al gerente del Emisor —dijo Alicia chupándose los dedos— y le pedí el gran favor que no me ponga la niña en tareas que la corchen, que en el periodo de prueba le enseñe a reconocer los billetes falsos.
Y si los envidiosos van a pataliar mucho con este nombramiento —prosiguió Iván, untándole más mermelada al pan de Alicia—, decimos que Bibianita nació en el mismísimo banco y que desde chiquita tiene alcancía.
Me parece que otra forma de callar a los envidiosos —metí la cucharada— es que la dotora Alicia diga que Bibiana se necesita únicamente dos horas diarias y que no tendrá prestaciones.
No, tías, Bibi tiene muy excelentes ideas pal banco —dijo Alicia atarugada de mermelada—, como por ejemplo: que el nuevo billete de 200.000 traiga a Uribe montado a caballo con el tinto en la mano.
Otra idea muy chévere que tiene Bibianita —dijo Iván poniéndole un babero a Alicia pa que la mermelada no le manchara la blusa— es ir a los barrios pobres y tirar desde un helicóptero fotocopias del billete de 100.000 pa que la gente por fin lo conozca.
¿Sabían tías que Bibianita fue antes subdirectora para la superación de la pobreza? —dijo orgullosa la mamá. ¿Y cómo le fue? —preguntó Tola. Súper, tía, la superó ligerito.
Esa idea de tirar copias de billetes está al pelo pal protestódromo —habló por fin el ministro Molano—: cuando estén protestando vamos regando billetes y así los dispersamos.
De eso te queríamos hablar, Diego —dijo Tola retirando el pote de la mermelada antes de que Alicia lo repelara—, Tola y yo te queremos pedir el favor que nos dejés vender canelazo en el protestódromo.
Claro, tías, yo tengo planes innovadores con el protestódromo: la gente le tirará masmelos a la policía, los gases lacrimógenos olerán a Cresopinol, los grafitis se escribirán con tiza, los bolillos de los agentes serán varas de salchichón, el chorro de agua del antimotines estará tibia...
Y lo mejor, tías, es que el protestódromo puede generar divisas: le hacemos una réplica del Capitolio gringo y lo podemos rentar pa que hagan catarsis los Proud Boys y QAnon.
Dieguín, ¿y has pensao sitio pal protestódromo? Sí tías, Tomás y Jerónimo me ofrecieron en alquiler la zona franca, pero por austeridad me parece que por ahora debe seguir en la Plaza de Bolívar.
Antes de irse, Alicia nos llamó aparte y nos pidió que le empacáramos mermelada.
Ole Iván, a propósito de nepotismo, ¿cómo se conjuga el verbo nepotiar?
Grafitis: ¡No existe Duque va a existir el duquismo!
Ñapa: Darío Echandía preguntaba “el poder para qué”. Y Duque le está contestando.
Ñapita: en esta pandemia el que se está reinventando de lo lindo es el virus.