No nos consta

Tola y Maruja consuelan a la vice Marta Lucía por el caso de “Memo Fantasma”

Tola y Maruja
12 de abril de 2020 - 00:00 a. m.

Hoy no le hicimos desayuno al presidente Duque porque nos madrugamos pa San Vitorino a comprar dos cédulas chiviadas donde Tola y yo aparecemos de 35 años.

Ni crean que el tal corona ese nos va coger desprevenidas, ¡las guamas! Ya sabemos que en los hospitales prefieren salvar a los más pipiolos y nos dejan fruncir a los cuchitos.

También aprovechamos pa averiguar dos ventiladores por si nos agarra la hijuemadre asficia, pero el vendedor nos corchó cuando preguntó que si de mesa, de piso, de techo o de paré.

Vimos harta gente en la calle, como después de un temblor, y mientras llegaba Trasmileño un travesti nos comentó que anda güete por lo del “pico y género” porque puede salir diario.

Cuando volvimos a la Casa de Nari encontramos a la vice Marta Lucía juagada en lágrimas: ¡No, no y no! No es justo que me relacionen con el mafioso alias Memo Fantasma —berrió.

Y qué fue la cosa Martica, cuente a ver —le dijo Tola sirviéndole una tisana de paico. Figúrense tías que mi marido fue socio comercial de un sujeto que resultó ser un mafioso asolapao, otro Ñeñe.

No charlés Marta —dijo Tola—. Tan irónica la vida, vos: fuites un sirirí con Santos quizque porque se juntaba con guerrilleros mafiosos y ahora resultás empegotada de la misma miel.

Pero tías, quién iba a pensar que semejante dandy fuera un traqueto —dijo Martica sonándose—. Vieran ustedes lo elegante, el señorío, lo atento: muy pero muy lejos del corroncho Ñeñe. Memo ni se sentía, parecía un fantasma.

No te culpo Marta —dije yo—, los colombianos llevamos décadas conviviendo con mafiosos y todavía no sabemos distinguir entre un rico tradicional y una caranga resucitada.

Así es muy jodido: antes los narcos querían ser ricos y ahora los ricos quieren ser narcos. Eh, no siamos tan pendejos, ¿cierto tías que deberían legalizar esa carajada y que la trafiquen las gentes de bien?

Puu, claro Martica, si eso fuera legal otro gallo cantaría y en esta coyontura el Ñeñe y Memo Fantasma estarían donando billete y serían dos distinguidos narcofilántropos.

En esas dentró Uribe en piyama y esclamó: Juepucha encierro tan berraco, no friegue. Está más aburridor que una cuarentena con el Centro Democrático. ¡Quiero salir! Duque, hijito, ¿me prestás a Jasán yo lo saco a dar la vuelta?

Siquiera se levantó, apá —dijo Ivancito—, porque necesito un consejo: es que ni la Virgen de Chiquinquirá ni izar el tricolor han servido de remedio, a ver si consagro el país al Sagrado Corazón.

Hágale hijito que nada se pierde —dijo Uribe ensillando a Jasán—, pero nada raro que esos hijueperras de la Corte Costitucional le pongan pinga, porque pa güevoniar están solos.

Ole Álvaro —dijo Tola—, que piyama tan titina, ¿es el estrén de Semana Santa? ¿Y los dibujitos del estampao qué son, que no alcanzo a ver? Son granaditas, fusilitos y tanquesitos de guerra, tía.

Llegó Alicia con una bolsa de mercao: Miren chicos lo que me mandó el Gobierno sin yo pedir... Ah, ¿cómo estás Martica? ¿Y ese milagro? Ole Marta, ¿verdá que vos influiste pa que recibieran en un colegio caché a los hijos de Memo Fantasma?

Marta se emperró a llorar y todos nos pusimos a consolala... de lejitos. Pobre Martica, cargará con ese fantasma.

Ñapa: Tola y yo nos íbamos a rebajar el sueldo por la crisis, pero nos acordamos que estamos desempleadas.

Payola: La democracia de los domingos no es igual sin Daniel Coronell y Danielito Samper.

 

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