Julio Grondona, dueño del fútbol en Argentina, lo dijo. Seguramente volverán los torneos largos.
Y como en Colombia somos expertos en copiar lo malo, bien vale la pena darle un empujoncito a esta gran iniciativa para ver si de pronto, en medio de la transformación que vivirá el fútbol nuestro en los próximos meses, se puede tocar este importante punto.
Quienes defienden los torneos cortos dicen que son más emotivos y llevan más gente a los estadios manteniendo la emoción desde el principio hasta el final. De otro lado afirman que es un torneo que les da la oportunidad a todos porque el octavo arranca en cero los cuadrangulares. Manifiestan que en torneos largos la emoción se pierde rápido. Respetable, pero no la comparto.
Ayer terminó la temporada regular y no hubo una sola gran taquilla. El octavo, que ahora puede ser campeón, terminó con un rendimiento cercano al 50%, y a pesar de su mediocridad, es el equipo héroe de la jornada. En la cuarta fecha de los cuadrangulares normalmente ya hay bastantes eliminados, entonces las “grandes taquillas” se disminuyen al máximo; y, por si fuera poco, los equipos eliminados se quedan cuatro meses al año sin producir dinero.
La mejor liga suramericana, la brasileña, juega un torneo de ocho meses y unos regionales de dos o tres. Su nivel sigue siendo el mejor del área y sigue produciendo jugadores y ganando títulos en el mundo. La otra liga fuerte, la de Argentina, es cada día más aburrida, los entrenadores se cambian entre sí de equipos cada 15 días, su nivel es bajo, los jugadores de exportación más mediocres y sus selecciones son menos competitivas. Las anteriores razones son las que motivan la decisión de volver a los torneos de un año.
Colombia cuenta con seis premios a torneos internacionales para entregar tres a Copa Libertadores y tres a Suramericanas. Además cuenta con un descenso directo y otro de promoción. Si se incrementaran a dos los cupos directos y al mismo número los de promoción, contaríamos con seis premios y cuatro castigos. Además, tomaría más importancia la B. El nivel de los dos torneos sería mejor porque habría más tiempo para tomar las cosas con calma en las crisis, pero también para extender las buenas rachas.
Aunque no se entreguen dos estrellas por año, un título tendría más valor y se disfrutaría más. Se cambiarían unas emociones por otras y, lo mejor, el nivel de jugadores y equipos sería mucho más alto. Ojalá en la agenda de reingeniería del fútbol colombiano se incluya este ítem, bien importante para poder ser parte de nuevo de la élite del fútbol mundial.