Trump contra el muro: ¡qué peligro!

Daniel García-Peña
29 de enero de 2019 - 08:00 a. m.

La decisión por parte del presidente Donald Trump de reabrir el gobierno federal después del shutdown (cierre) más largo de la historia significó un duro revés para él, con importantes repercusiones hacia su campaña de reelección en el 2020.

Dos tercios de la opinión pública lo culpó a él por los 35 días que afectaron tanto a los 800.000 empleados federales y sus familias, como a millones de personas que dependen de los subsidios y servicios del gobierno federal: agricultores, veteranos de guerra, controladores aéreos, pensionados, poblaciones vulnerables, etc. Y todo esto, a cambio de nada, ya que a Trump le tocó firmar la reapertura sin haber logrado ni un solo dólar para construir su tan anhelado muro a todo lo largo de la frontera con México.

En gran medida, fue Trump quien creó y se metió en su propio rincón al convertir el muro en el centro de la discusión, como condición única para dar su aprobación al presupuesto nacional. Esta obsesión representa una poderosa arma discursiva que logra aglutinar, inspirar y movilizar a sus bases electorales, para quienes dicho muro es el símbolo máximo del sentimiento nacionalista antiinmigración.

Pero Trump, quien se enorgullece de decir que es un gran vendedor, no pudo vender el muro al resto del país. Trató de disfrazarlo, diciendo que ya no sería de cemento sino de metal. Hizo lo imposible para convencer de la existencia de una invasión de inmigrantes ilegales que constituía una amenaza para la seguridad nacional. No obstante, para la mayoría del país, el muro no es necesario, ni útil, ni prioritario, sino solo un capricho de un presidente necio.

La gran ganadora de la jornada fue Nancy Pelosi, quien estrena como speaker (presidenta) de la Cámara de Representantes, constitucionalmente tercera en línea de sucesión. Aprovechó el shutdown para recordarle a Trump la separación de poderes al negarle, mientras permanecía cerrado el gobierno, la invitación a dar su discurso de Estado de la Nación ante el congreso en pleno, ganándole finalmente el pulso.

Hoy el muro es políticamente inviable. Si en los primeros dos años de su gobierno, cuando contaba con mayorías republicanas en ambas cámaras del Congreso, Trump no logró que se lo aprobaron, ahora las posibilidades de que lo haga la Cámara en cabeza de la Pelosi son las mismas que tiene que el muro lo pague México en cabeza de López Obrador, o sea ninguna.

La pelea no ha terminado y en menos de tres semanas puede haber un nuevo shutdown si mantiene su exigencia con el muro. Ya ha recibido ataques desde la derecha por habérsele arrodillado a la Pelosi, incluso la influyente comentarista de radio Ann Coulter lo tildó de wimp (debilucho), un golpe bajo a su machismo. A la vez, los republicanos moderados se están arrepintiendo de apoyar su cruzada perdida. Trump ha contemplado públicamente la posibilidad de declarar una emergencia nacional y mandar a construir el muro por decreto ejecutivo, lo cual produciría una crisis constitucional sin precedentes.

A esta difícil situación, se le suma la investigación que adelanta Robert Mueller sobre sus nexos con Rusia, que tarde o temprano tendrá que culminar, y que ya, con la acusación a su asesor de cabecera Roger Stone, empieza a dar pasos de animal grande.

En un año empiezan las primarias para elegir los candidatos presidenciales para el 2020. Por ahora Trump no tiene contrincante al interior de su propio partido, pero es significativo que ya empiezan a sonar nombres de quienes lo están considerando. Entre tanto, por el lado de los demócratas, la lista de precandidatos crece cada semana y se evidencia un claro giro de muchos de ellos y ellas hacia la izquierda. Sin embargo, los pesos pesados, como el senador Bernie Sanders y el exvicepresidente Joe Biden, aún no han definido sus candidaturas.

Mucho puede pasar de aquí a las elecciones, pero la presidencia y el camino hacia la reelección hoy están en aprietos. Y en ese tiempo, es mucho el daño que un Trump debilitado, desesperado y arrinconado puede hacer.

Preocupa sobremanera el alto vuelo que ha cogido el senador Marco Rubio, de la mano del vicepresidente Mike Pence, el secretario de Estado Mike Pompeo y el asesor de Seguridad Nacional John Bolton, aprovechando la crisis de gobernabilidad y el caos en la Casa Blanca para azuzar aún más el intervencionismo en Venezuela. ¡Qué peligro!

danielgarciapena@hotmail.com

* Profesor de la Universidad Nacional de Colombia y director de Planeta Paz.

 

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