De la misma forma que el rey griego Mitrídates se tomaba goticas de veneno cada día para volverse inmune en la eventualidad de que lo intentaran matar, me he tomado gotas de resignación y dolor cada día de estos últimos cuatro años para acostumbrarme, porque si no, no me sería fácil vivir una vida en la que los corruptos, los crueles, los criminales que de niños nos decían eran malos ejemplos de vida, siguieran ganando. Acá en los Estados Unidos ha sido un golpe después de otro, y se siente que la única forma de hacer que el matón no nos siga haciendo daño es decirle que haga lo que quiera pero que nos deje en paz.
El Washington Post publicó el domingo algo que parece mentira: una llamada, verídica, entre el presidente Donald Trump y el secretario del Interior de Georgia (encargado del tema electoral), Brad Raffensperger, pidiéndole que cambie los resultados de la elección en Georgia, que “mire a ver si le encuentra unos 11,780 votos”. Y me hago una pregunta que ya desde hace tiempo no me hacía: ¿será que esta vez la cosa es diferente?
Fue apenas hace un año cuando le hicieron el ‘impeachment’ (un proceso de destitución), por una llamada al presidente de Ucrania (por si se les olvidó que si uno cría un cuervo te sacará los ojos); primero nos dijeron que cómo íbamos a opinar si no sabíamos qué sucedió en la llamada; luego, cuando salió el resumen de la llamada, nos dijeron que no sabíamos exactamente qué se dijo; y cuando se hizo pública la transcripción de la llamada, ¡ah! es que no podemos saber cuál fue la intención del presidente Trump y qué estaba pensando al decir lo que dijo. Y en cada momento los fanáticos seguidores de Donald Trump han sido verdaderos ejemplos de aquellos a quienes les sobran agallas y les faltan escrúpulos.
Está la posibilidad de que ahora la situación sea diferente: En unos días se le acaba su período como presidente. Volverá a ser un ciudadano cualquiera. Desde que perdió se le ha volteado uno que otro congresista republicano (aunque les salió un poco tarde este acto de conciencia, ¿no?). Mis amigos y mi familia me han escuchado y me han leído sobre ese miedo y horror que he sentido.
¿Pero será que esta vez la cosa es diferente?
Podría ser que ahora sí la justicia de los Estados Unidos decida enjuiciar al presidente Trump por estos hechos. ¿Qué harían los republicanos en ese caso, incluyendo los que se le han volteado al presidente Trump? ¿Será que, aún si se auto-perdona, lo cual sería admitir una ofensa criminal, la Corte Suprema va a determinar que ningún presidente puede estar por encima de la ley?
De veras que ya pensaba que me había acostumbrado a la tristeza, al horror. Al final, el rey Mitrídates sí se volvió inmune al veneno, y cuando lo intentaron matar tuvo que usar una daga para suicidarse porque ya el veneno no hacía efecto. Ojalá esta analogía sea diferente en el sentido que yo resulte no ser completamente inmune a la tristeza y el horror, que si esta vez la cosa es diferente es porque siento miedo de que falle la justicia divina, y porque eso significa que otra vez siento esta cosa rara que se llama la esperanza.