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Tsunami en Oriente Medio

Marcos Peckel
02 de febrero de 2011 - 01:58 a. m.

Después de la caída del presidente de Túnez, un efecto dominó amenaza con cambiar el orden político árabe, que hasta el momento se ha basado en regímenes dictatoriales.

Un vendedor de frutas en una aldea perdida en Túnez se inmoló ante la arbitraria destrucción de su humilde carreta, dando origen a un tsunami que se extiende por todo el mundo árabe, arrasando el viejo y oxidado orden político y social.


Desde el establecimiento del Estado nación, el mundo árabe no ha conocido sino regímenes despóticos, dictatoriales, nepotistas, longevos y corruptos, donde no existe la sociedad civil ni la libertad de expresión y donde las economías son controladas por reducidas élites que han marginado a millones.


El fuerte incremento que han tenido los precios de los alimentos y otros productos básicos fue la chispa que encendió esta hoguera de furia y frustración, que se ha extendido vertiginosamente gracias al combustible de las redes sociales, las comunicaciones modernas y el ansia de libertad y cambio de la población.


El régimen tunecino de Ben Ali, que estuvo en el poder 21 años, cayó como un castillo de naipes ante la arremetida popular.


Egipto, con sus 80 millones de habitantes, 40% de los cuales vive bajo la línea de pobreza, epítome del atrofiado modelo social árabe, líder militar, político y cultural del mundo árabe, tierra donde en 1928 nació el fundamentalismo islámico moderno, con su canal de Suez, por donde circula parte importante de la navegación mundial, piedra angular de la estabilidad regional, decide en las calles su futuro y el de toda la región.


En los demás países árabes los gobernantes deben estar preparando profundos cambios antes de que la calle se los imponga.


La encrucijada de EE.UU.


Cuando Obama pronunció su discurso en la Universidad de El Cairo, pretendía iniciar una nueva era en las relaciones con el mundo islámico. Lo que no previó el mandatario norteamericano es que esta nueva era sería dictada por las empobrecidas masas árabes y no por burócratas en Washington. Ante la revuelta en Egipto, Estados Unidos enfrenta una situación imposible sin alternativa favorable. Abandonar a Mubarak, o a su régimen, podría tener consecuencias catastróficas para los intereses estadounidenses así sea “lo políticamente correcto” y tampoco hay certeza de que esto lo vaya a beneficiar, pues ronda el fantasma de Carter abandonando al principal aliado regional de Estados Unidos, el Sha de Irán, lo cual resultó en su derrocamiento, el establecimiento de la República Islámica y 30 años de conflicto.


“Los Hermanos”


La gran incógnita en el nuevo Egipto es el rol que tendrá La Hermandad Musulmana, principal partido de oposición, que además opera una amplia red de asistencia social que suple las falencias del Estado. Aunque aparentemente no ha desempeñado un papel prominente en las actuales manifestaciones, en un cambio de régimen podrían ser Los Hermanos Musulmanes quienes se hagan con el control del país, así al comienzo exista una alianza con otros grupos. Así fue en Irán, donde la revolución contra el Sha fue apoyada por comunistas, liberales e intelectuales, a quienes el ayatolá Khomeini poco a poco fue descabezando hasta hacerse con el poder absoluto.


¿Cómo queda Israel?


Para Israel lo que ocurre en Egipto es una pesadilla. Marca el continuo deterioro de la posición estratégica del Estado judío. Primero el colapso de su alianza estratégica y militar con Turquía, luego el Líbano controlado por Hezbolá, que llega al poder en un magistral golpe político que haría sonrojar a Maquiavelo, y el estancamiento en las negociaciones con los palestinos. El principal activo estratégico de Israel es el acuerdo de paz y la alianza militar con Egipto en la lucha contra Hamas, Hezbolá e Irán. La pérdida de esta alianza o su debilitamiento incrementaría la paranoia israelí en lo referente a hacer concesiones territoriales a cambio de paz. Sin embargo, siendo Israel una democracia, ¿por qué debe temer la llegada de la democracia a Oriente Medio?


Posibles escenarios


El ejército tiene la llave de lo que ocurra en el corto y mediano plazo en Egipto. Avizorando las elecciones programadas para septiembre, Mubarak, o más probablemente su elegido vicepresidente, Omar Suleiman, podría gobernar hasta entonces, convocando a figuras opositoras como Mohamed El Baradei en la construcción de instituciones democráticas e incluyentes. Si esto se logra, los saudíes, cuidando su propio patio, tendrían que darle a Egipto una sustancial ayuda económica.


En este escenario de democratización Egipto podría seguir el camino de Turquía con una sólida constitución, elecciones y libertad o el de Irán con la hermandad musulmana en el poder, poco a poco erosionando la nueva institucionalidad democrática en su objetivo de construir un Estado islámico monolítico.


Otro escenario, más improbable, es que ante el caos actual, el ejército, institución altamente respetada, se tome el poder, en una transición que instaure ciertas libertades, pero que asegure estabilidad impidiendo un peligroso vacío de poder.


El antiguo orden ha sido arrasado y se ha abierto una nueva e incierta era en Oriente Medio con riesgos, pero más con oportunidades.


 * Analista, especialista en Medio Oriente

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