Última columna

Iván Mejía Álvarez
16 de diciembre de 2018 - 10:00 p. m.

No hay nada más terrorífico para un escritor o un columnista que una página en blanco esperando que la pueda llenar. Y más aún si esa página tiene que registrar un adiós.

Llegué a El Espectador en 1999 y he permanecido en esta casa editorial hasta hoy, colaborando fielmente dos veces por semana. Atrás quedan muchas columnas, muchas ideas, muchas denuncias y muchas alegrías. Hace 19 años cumplo con el ritual de escribir los domingos y los martes, y durante todo este tiempo he encontrado tal libertad y respeto por mis opiniones que no puedo menos que mencionarlo en esta despedida. Y es que lo que debiera ser la constante relación de todos los medios de comunicación con el aparato estatal es hoy un peligroso camino hacia una prensa censurada y cercenada, en lo económico y en lo judicial. Soplan en el país peligrosos vientos de represión de extrema derecha, tan nociva como la de la izquierda, pues los extremos terminan tocándose.

A la hora del adiós me voy orgulloso de haber integrado el cuerpo de columnistas de El Espectador, que sigue siendo el gran diario liberal, donde no te cambian una frase ni te mandan a decir de arriba que ‘con fulanito no te metas’, que al patrón no le gusta lo que escribes o denuncias.

Ustedes, los generosos lectores que me han acompañado en este largo y fecundo viaje, merecen un agradecimiento eterno. Los periodistas nos debemos a los televidentes, oyentes, lectores, y hoy, en el nuevo mundo de las redes sociales, a quienes nos siguen. Si tienes ‘sintonía’ perduras. Si no la tienes, te cortan la cabeza, como a los técnicos de fútbol, por falta de resultados. Es el negocio y la manera de mantenerte en el espectáculo.

Me voy de los medios por determinación personal, porque siento que requiero, en este momento, tras 50 años de ejercicio del periodismo, otros retos, otras expectativas, otros horizontes en mi vida. A la cometa que durante este tiempo ha estado volando se le acabó la cuerda, ya no hay más pita en el carretel. Hora de recoger y traerla a tierra.

A Fidel Cano, baluarte del periodismo democrático y heredero de las ideas y el talante de don Guillermo, mil gracias por todo. Lo mismo a Olga Barona, a Luis Guillermo Ordóñez y a todos mis compañeros de este gran diario, suerte y a seguir remando por la democracia y la pluralidad de opiniones ante los peligrosos vientos que están soplando.

 

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