El Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) elegirá, el próximo 5 de julio, a su nuevo presidente, tras la renuncia anticipada del anterior, frente a denuncias de acoso laboral y otros serios problemas internos. Colombia acertó finalmente al candidatizar a Sergio Díaz-Granados, actual director ejecutivo en el BID, quien tiene el palmarés suficiente para dirigir este importante banco de desarrollo y cuenta con los votos para ganar la elección. Su contendor argentino, Christian Asinelli, ha preferido politizar un tema que debería ser eminentemente técnico, generando un ambiente innecesario.
La región no está, como ya lo hemos señalado, para caer en juegos de polarización. Ideologizar el debate entre dos candidatos, que debería ceñirse a los parámetros de la experiencia y el conocimiento suficientes para sacar adelante el Banco en medio de este temporal, no conduce a nada bueno. Menos aún cuando pretende forzar cambios de unas reglas de juego que ya fueron establecidas y aceptadas por todos, incluyendo Argentina. El Directorio de CAF, junto a la Asamblea, su máximo órgano de gobernanza, definió un preciso cronograma para que sus 19 países accionistas y bancos privados regionales que conforman la institución escojan al mejor candidato por los próximos cinco años.
Sergio Díaz-Granados, con una campaña eficiente y discreta, tiene el apoyo requerido para ganar la elección, mientras su contendor y su gobierno han preferido actuar a través de los micrófonos. En primer lugar, no tienen el apoyo de sus socios de Mercosur. Además, incurrieron en un peligroso error al anunciar el apoyo del virtual ganador de las elecciones en Perú, Pedro Castillo, cuando el derecho de voto lo tiene el actual presidente, Francisco Sagasti, cuyo gobierno acompañó la presentación de la candidatura del colombiano. Por este motivo, el gobierno argentino está buscando, de manera infructuosa, que se aplace la fecha de la votación para después de la posesión del nuevo presidente del Perú y contar con ese apoyo para Asinelli. Desarrollar una campaña sobre la base de la desinformación y el cambio de las reglas ya fijadas no habla bien de quien aspira a manejar una institución que debe distinguirse por su transparencia, seriedad, coherencia y, por encima de todo, apoliticidad.
América Latina, debido a los nocivos efectos de la pandemia, es una región ávida de recursos financieros externos que ayuden a paliar la crisis. Los organismos multilaterales de crédito, como CAF, van a jugar un papel trascendental en esta coyuntura. Durante sus 51 años de funcionamiento, este Banco de Desarrollo, poco conocido por el gran público, se ha convertido junto al BID en un actor financiero esencial para el desarrollo en la región. Por este motivo, la selección de la persona que lo vaya a dirigir, como se ha hecho en el pasado, no debe vincularse con temas de polarización ideológica, sino con capacidad técnica y habilidades suficientes para no solo mantener, sino aumentar su presencia regional.
En estas cinco décadas, el boliviano Enrique García logró ubicar a la institución, durante 25 años, en el lugar que hoy tiene. Aumentó de cinco a 19 miembros, pasó de US$300 millones a prestar más de US$15.000 millones, su cartera de préstamos e inversiones es cercana a los US$30.000 millones y administra fondos por US$45.000 millones. Esta es la dimensión de lo que está en juego. Como lo reseña el propio Banco, han financiado “más de US$188.000 millones para llevar agua, electricidad, vivienda, educación, salud, movilidad y telecomunicaciones a millones de latinoamericanos”. Esa es su función y deben seguir haciéndolo.
Quien resulte ganador deberá poner la casa en orden, luego de los graves problemas que deja la anterior administración del peruano Luis Carranza, y fortalecer el Banco para afrontar este complejo momento regional. Nunca un colombiano ha presidido CAF; es el momento de que lo haga.
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com.
Nota del director. Necesitamos de lectores como usted para seguir haciendo un periodismo independiente y de calidad. Considere adquirir una suscripción digital y apostémosle al poder de la palabra.