Un país entre dos males

Hernando Gómez Buendía
29 de abril de 2018 - 03:00 a. m.

Según todas las encuestas, Iván Duque será el ganador en la primera vuelta y va a enfrentarse con Petro en la segunda.

Pero esto fue un accidente.

Por razones internas de cada partido, ninguno de los otros candidatos participó en la consulta del 11 de marzo, que a su vez resultó ser el punto de inflexión de la campaña. Ni Vargas, ni De la Calle, ni Fajardo aparecieron en el tarjetón, tuvieron publicidad ni pudieron posicionarse como una carta con opciones de ganar. Y esto los dejó fuera del ring —antes incluso de empezar la pelea—.

En ausencia de partidos coherentes, de líderes carismáticos y de ideas definidas, las consultas hicieron que el horizonte quedara súbitamente reducido a dos opciones: Iván Duque, cuya virtud principal es no ser Petro, y Gustavo Petro, cuya virtud principal es no ser Duque.

En efecto: lo mejor que se puede decir de Iván Duque es que evita el peligro de Petro y lo mejor que se puede decir de Petro es que no implica reelegir a Álvaro Uribe.

Más que entusiasmo por los candidatos, lo que hay de un lado es mucho miedo a convertirnos “en otra Venezuela”, y de otro lado mucho miedo a recaer en los abusos y la premodernidad del uribismo. Así que Duque y Petro se alimentan del temor al otro, en una especie de espiral que nos empuja más y más a escoger entre dos males.

Esto de entrada implica que la mitad o casi la mitad del país se sentirá excluida del próximo gobierno porque serán el miedo o el rencor quienes inclinen la balanza: otros cuatro años de polarización inútil, en vez del “posconflicto” que nos habían vendido.

Y sin embargo la estrategia electoral de los dos candidatos que encabezan las encuestas se basa exactamente en esconder lo que son: como todos sabemos de dónde salió Duque y quién es Petro, Duque tiene seguro el voto de los uribistas y Petro el de los antiuribistas, de manera que ambos pueden dedicarse a pescar los incautos del “centro”.

El disfraz de Iván Duque consiste en su temperamento amable, en no insultar ni casar las peleas hirsutas de su jefe. El disfraz de Petro es presentarse como el candidato del medio ambiente, no como el exalcalde pendenciero que se rebela contra el establecimiento.

Pero Duque en efecto es la derecha, y cada cosa que dice es de derecha, igual que Petro es de izquierda, de la izquierda tumultuosa de América Latina. Los colombianos sabemos que es así, y por eso nos estamos repartiendo entre el temor fundado de un pasado uribista y el temor fundado de un salto al populismo.

Pero también estamos escogiendo entre el candidato más inepto de los cinco, que sin duda es Duque, y el que menos respeto ha mostrado por la ley, que sin duda es Petro.

Yo sin embargo creo, como ciudadano, que entre dos males no hay que escoger ninguno.

* Director de la revista digital Razón Pública.

 

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