Un tiro en el pie para Colombia

Alejandro Reyes Posada
24 de enero de 2019 - 09:45 p. m.

El presidente Duque sabe muy bien lo que hace al desconocer el protocolo de retorno de los negociadores de paz del Eln y exigir a Cuba su entrega a la justicia, para que respondan por el atentado contra la escuela de la Policía. Con ello da por terminado el diálogo y se embarca en el curso imprudente de despreciar la cooperación internacional, al pedir a Noruega y Cuba que incumplan su rol de garantes del proceso, en nombre de la lucha global contra el terrorismo. Si se elimina la garantía, se está destruyendo la confianza mínima que haría posible reanudar el proceso de paz cuando existan las condiciones para hacerlo en el futuro. Con eso el Gobierno cierra la salida civilizada del conflicto armado y deja al país sólo con la ruta del exterminio.

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, reunido el miércoles 23 de enero, al repudiar el acto terrorista, pidió al Gobierno no abandonar el proceso de paz con el Eln a pesar del atentado, lo que significa que también pide respetar el protocolo de retorno de los negociadores, pues lo primero no va sin lo segundo. Noruega, que otorga el Premio Nobel de Paz, concentra los mejores centros de investigación sobre paz en el mundo y ha especializado a su diplomacia en acompañar, como promotores y garantes, procesos de paz en todos los continentes. Ahora el Gobierno colombiano le pide echar por la borda ese patrimonio moral y traicionar su papel como garante de los protocolos de retorno de los negociadores, cosa que Noruega no podría hacer sin pagar el precio de perder su credibilidad frente a otras negociaciones internacionales.

Cuba, después de haber contribuido como ningún otro país a lograr la paz con las Farc, no merece que Colombia le pida traicionar la confianza de ser garante de la mesa con el Eln, so pena de aparecer como patrocinador del terrorismo. Sin duda la comunidad internacional le reconoce y agradece su apoyo a la paz en Colombia y ningún país le atribuye responsabilidad alguna por el atentado en Bogotá. Al respetar el protocolo, Cuba tendrá más apoyo internacional que Colombia al desconocerlo. Noruega y Cuba habrían agradecido que Colombia hubiera manejado el problema por los canales diplomáticos para encontrar una salida satisfactoria para todos, incluso flexibilizando el protocolo para encargarlo a la Cruz Roja Internacional, y no haberse visto sorprendidos con la exigencia de captura de los negociadores por la Interpol.

Colombia se expone a una gran derrota diplomática si no logra la entrega de los negociadores del Eln, que es lo más probable que ocurra, y con ello pierde el crédito internacional que consiguió con el proceso de paz con las Farc y la confianza de la comunidad internacional. Aun así, las consecuencias internas pueden ser mucho peores, pues las Fuerzas Armadas saben que el Eln tiene más milicianos encubiertos que guerrilleros uniformados y pocos campamentos que puedan ser bombardeados, por lo cual aumentan mucho los riesgos de violar los derechos humanos de las organizaciones y líderes sociales en sus áreas de influencia.

Con su atroz atentado contra los estudiantes de policía, el Eln logró enderezar a Duque, como quería Uribe. El Gobierno y el Eln decidieron regresar a la Seguridad Democrática para reciclar la guerra, con lo cual aumentan los riesgos de fracaso en la construcción de la paz que reclama el pueblo colombiano. Es crítico retomar el proceso de paz antes de precipitarnos a la tormenta perfecta de la guerra entre el terrorismo y la tierra arrasada, como quiere el Centro Democrático. No le demos la bienvenida al pasado.

 

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