#EconomíaParaMiPrima

Un verdadero revolucionario, para mi prima

Martín Jaramillo
16 de febrero de 2019 - 05:00 a. m.

Las discusiones de economía con mi prima menor nunca paran. Hablamos de temas varios; de nuestros héroes en la historia, de cómo hacen los mercados para revelar información y de por qué nos debemos enfocar más en reducir la pobreza que la desigualdad.

No siempre estamos de acuerdo y eso está bien, de eso se trata. Solemos coincidir en que el Estado no nos debe decir con quién comerciar (así sea con otro país), ni con quién compartir nuestra vida, así vaya en contra de los gustos de algunos. Pero con frecuencia discrepamos porque las ideas de mi prima suelen ser más revolucionarias.

El socialista chileno Salvador Allende dijo alguna vez que “ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”. Creo que ahí tiene razón, es claro que en la juventud los alardes revolucionarios resultan atractivos. Donde creo que se equivoca ese discurso es cuando dice: “Pero ir avanzando en los caminos de la vida y mantenerse como revolucionario, en una sociedad burguesa, es difícil”.

Mario Vargas Llosa, Thomas Sowell y Milton Friedman eran socialistas en su juventud porque creían que eso era revolución. Pero en realidad el socialismo que admiraban solo era un cambio de lo imperfecto a lo desastroso. A ellos no los cambió la “sociedad burguesa”, sino la realidad, el estudio y la experiencia de ver a los países gobernados con esa ideología. La verdadera revolución liberal de estos hombres vendría en sus años de madurez cuando eran íconos de la derecha.

—¿Qué es ser de derecha? —me preguntó mi prima el otro día.

—No es muy claro —le decía—, es una corriente que suele defender el libre mercado y los valores tradicionales.

—¿Cómo que no es muy claro? —preguntó confundida.

—Mira te explico. Los términos de derecha y de izquierda vienen de la Revolución francesa. Cuando se creó la Asamblea Nacional Constituyente existían dos posturas, los que se hacían a la derecha que apoyaban al rey y los que se hacían a la izquierda que apoyaban la revolución. Los de derecha defendían el statu quo y los revolucionarios pedían el cambio, incluso algunos indecisos o no partidistas estaban en la mitad en un grupo que se llamaba “la Marisma”.

—¿Los fajardistas?

—Algo así.

Hoy en día es diferente, los conceptos han cambiado tanto que se podría decir que quienes hoy están a la izquierda son los menos revolucionarios. Cuando se pide más dinero para las universidades públicas y menos para Ser Pilo Paga se está defendiendo el statu quo, se está dando más poder a papá Estado y se les está restringiendo la libertad a los estudiantes para escoger su universidad. Eso no es ninguna revolución.

Fidel Castro, Hugo Chávez y el Che Guevara disfrazaron sus planes macabros de ambición personal como liderazgos de jóvenes revolucionarios. Pero hoy ser revolucionario es pedir menos impuestos y aceptar que no esperamos vivir del Estado. Revolución es pedir que se corten de raíz todos los subsidios para los arroceros, cafeteros, camioneros o cualquier grupo que, en vez de competir en franca lidia, utiliza al Estado para mejorar sus rendimientos a costa de los contribuyentes.

Habrá muchos vividores (y los políticos que financian) que prefieren el statu quo porque reciben beneficios injustificados del Gobierno vía subsidios o exenciones. Un verdadero revolucionario —procuraba convencer a mi prima— es quien le quiere quitar poder al Estado y a esos grupos para devolvérselo al ciudadano. ¡Esa lucha sí que es digna rebeldía!

#EconomíaParaMiPrima

@tinojaramillo

 

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