Urgencia (II)

José Fernando Isaza
08 de agosto de 2019 - 07:35 a. m.

Anteriormente los modelos climáticos estimaban que controlando el aumento de la temperatura atmosférica a un nivel inferior en 2,5 ºC, a la de 1880, se evitaría una catástrofe ecológica. Las reducciones de emisión de gases de efecto de invernadero previstos en el Protocolo de Tokio apuntaban en esa dirección. Hoy la perspectiva es más crítica: un aumento de 1,5 ºC puede desencadenar daños irreparables a los ecosistemas. Se está haciendo más pronunciada la pendiente de crecimiento de la temperatura. El Acuerdo de París es más exigente en cuanto a la reducción de gases de efecto de invernadero. Es posible que las metas de disminución no sean suficientes y sea necesaria la denominada “emisión cero”.

La dinámica de la temperatura atmosférica presenta “retroalimentación positiva”: pequeños aumentos en la temperatura van induciendo nuevos aumentos, produciéndose inestabilidad. Al aumentar la temperatura los inviernos son más cortos y la primavera se adelanta, hay menos superficie nevada y esta se derrite más temprano. La nieve refleja los rayos solares, por lo tanto menos superficie blanca conduce a mayor energía en la atmósfera, mayor calentamiento, menor superficie cubierta de nieve, etc. La disminución del área del casquete ártico, si bien no tiene influencia sobre el aumento del nivel del mar, es como un inmenso iceberg, al reducir la radiación solar acarrea aumento de temperatura acelerando la tasa de reducción de la superficie del casquete. El derretimiento de los glaciares de Groenlandia y la Antártica sí eleva el nivel del mar. Los mares fríos tienen capacidad de almacenar parcialmente el anhídrido carbónico que se envía por acción antrópica. Los mares tropicales están llegando a niveles de saturación, la mayor presión parcial de este gas en la atmósfera aumenta la concentración, el resultado es una acidificación que ya está afectando los corales en Australia; en el Caribe colombiano el blanqueo coralino es un hecho.

Aumentos adicionales de la temperatura disminuyen la capacidad de almacenamiento de los gases de invernadero en los mares, mayor anhídrido carbónico en la atmósfera, mayor temperatura, mayor y crecimiento de esta. El mayor riesgo se presenta al irse derritiendo el permafrost de las tundras siberianas canadienses y de Alaska, el material orgánico debajo de la tierra que se ha acumulado durante milenios está casi inactivo por las bajas temperaturas, al elevarse se produce la emisión de gas metano que tiene un efecto de invernadero 20 o 30 veces mayor que el anhídrido carbónico.

Es clara la urgencia de medidas planetarias para reducir la emisión antrópica de gases de invernadero. No solo exigen disminuciones a los sistemas de producción de energía, sino cambios en los procesos agrícolas y pecuarios, que contribuyen significativamente a la emisión de metano.

Un fenómeno geológico que amortigua el calentamiento atmosférico son las grandes erupciones volcánicas, parecería que la naturaleza dijera: “les ayudo, pero a un altísimo costo”.

El mensaje de la líder ambientalista adolescente Greta Thunberg sobre el riesgo del calentamiento global puede leerse así: nuestros padres y abuelos pueden hacer inviable el planeta; cuando esto ocurra no estarán con nosotros, son los jóvenes los que sufrirán por una catástrofe que no han creado.

 

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