A valorar lo bueno

Felipe Jánica
04 de junio de 2018 - 02:00 a. m.

Estoy convencido de lo bueno de las personas. Es más, sé es son más las cosas buenas que las malas. Si es así es mejor que nos quedemos con lo bueno de las personas en lugar de lo contrario. Con esto no solo sacamos el mejor provecho para nuestro proceder sino que nos dejamos de llenar de odios infundados, en la gran mayoría de las veces, por percepciones. Recordemos que las percepciones son perversas y hasta equívocas sino no nos damos el regalo de conocer a fondo a las personas.

Detrás de todo hombre siempre hay una gran mujer, dice el adagio popular. Ahora detrás del dicho lo que hay de cierto es que siempre estaremos influenciado por alguien. Si conocemos a fondo ese alguien es, en la mayoría de los casos, nuestro polo a tierra. Así las cosas es mejor conocer profundamente a las personas que vivir en la superficialidad. Si nos damos a la tarea de conocer a las personas en lugar de criticarlas seguramente estaremos haciéndonos un bien inimaginable. 

Lo mismo ocurre con las organizaciones (Estado, empresas, asociaciones, entre otras). Siempre he defendido la idea de que las empresas no son seres humanos. Más bien detrás o quienes hacen que la empresa tenga resultados son las personas. Conocer entonces a las personas dentro de la organización motivará el éxito de la misma. Es decir cuanto más conozcamos a las personas dentro de una organización, más posibilidades tendremos de evitar las percepciones y la superficialidad. Así pues es mejor conocer a las personas que hacen parte de una organización. Para ello podemos empezar por conocer de dónde vienen y cuáles son sus sueños. Solo así podremos descubrir los talentos de las personas y de paso ponerlos a disposición de los objetivos de la organización.

Descubrir las historias de nuestros equipos de trabajo equivale a conocer la profundidad y, con pensamiento crítico-constructivo, lo talentos que una organización tiene. Así las cosas, los líderes de las organizaciones debemos empezar por lo básico que es conocer a sus equipos de trabajo y con ello maximizar su potencial. En el peor o mejor de los casos tanto para las personas como para las organizaciones esto serviría para concluir si una persona merece estar maximizando su potencial en una organización diferente. Con esto se estaría creando una cultura empresarial, que dicho sea de paso es el resultado de la cultura de cada individuo dentro de la organización. Por eso sostengo que una cultura organización no se crea sino que se cultiva, donde la principal semilla son las personas.

Conozco muchos líderes empresariales. La mayoría de ellos exitosos. Unos más que otros. Los que más brillan son aquellos que descubrieron que trabajar hombro con hombro con su equipo. Esto no solo significa que trabajan de la mano con la gente y que hacen la supervisión en tiempo real. Por el contrario son quienes más libertades le dan a su gente. A lo que me refiero es que tienen demasiado compromiso con su equipo que éste se recompensa con el compromiso de su equipo por hacer o dar siempre lo mejor para la organización. Uno ejemplo tangible es el de Francisco González (Q.E.P.E.D), socio de EY y que a lo largo de su carrera profesional no solo coadyuvó con el crecimiento potenciado de la firma sino que lleva a cuesta la carrera profesional de muchos colegas, incluyéndome.

Este es un homenaje a un profesional que valoró siempre la historia de cada integrante de su equipo. A lo largo de su carrera no solo deja un legado sino muchas enseñanzas. Sobre todo la pasión con la que se buscó, por encima de todo, la satisfacción y felicidad de su equipo de trabajo. Estoy convencido que hoy se junta al Todo poderoso, uno de sus hijos más talentosos. A su esposa Gloria y a sus hijos, todo mi agradecimiento. Eternamente gracias.

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