Valores

J. William Pearl
18 de julio de 2017 - 02:00 a. m.

La palabra valores viene del latín valere, que quiere decir ser fuerte, y ahora tiene mucho que ver con Leopoldo López, quien fue fuerte en el aislamiento al que estuvo sometido, y muy poco con Maduro, quien no los tiene. Lo que se vive en Venezuela es una dictadura que no respeta los poderes democráticos, no son independientes el Poder Ejecutivo y el Judicial. El Legislativo poco puede hacer, pues el chavismo se hizo elegir por un sistema democrático, pero en realidad no cree en la democracia y no respeta el Poder Legislativo. El régimen liberó a Leopoldo López no tanto por tener valores democráticos, más bien para apaciguar las aguas. ¿Le funcionará?

Se le abona al régimen que Leopoldo López es un hombre semilibre y, aun cuando está en detención domiciliaria, esto es un progreso. Es semilibre por cuanto el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) así lo decidió.  Es bien diferente estar en Ramo Verde que en su casa. Puede interactuar mucho más, estar con sus hijos y esposa. Pasó de ser un preso de conciencia a un líder que genera conciencia, que pretende orientar a muchos venezolanos hacia la democracia. El régimen de Maduro sacó de la prisión a Leopoldo López (así digan que fue una decisión unilateral del TSJ) únicamente para bajar la presión a las manifestaciones que lo tienen muy preocupado. Es evidente que lo usó como una válvula de escape, pero no calculó que, en lugar de apaciguar los ánimos, se pidiera la libertad de los 303 presos políticos que faltan (cifra a mayo).     

En el momento de escribir este artículo, no se han totalizado los resultados de las elecciones por fuera del sistema electoral en contra de la constituyente que propone el Gobierno. Lo que se sabe es que van más de siete millones de sufragios, es decir, funcionó sumamente bien. Los ciudadanos están hastiados de la falta de comida, de implementos básicos de aseo, de medicinas, pero sobre todo de democracia. Como decía Abraham Lincoln: “Se puede engañar a todo el mundo algún tiempo… se puede engañar a algunos todo el tiempo… pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo”. A Maduro le llegó la hora de definirse, o es demócrata o es un dictador, pero no puede hacer bien los dos papeles al mismo tiempo.  Sí, la democracia les sirvió para llegar al poder, pero no pueden pretender posar de democrátas cuando evidentemente no lo son. Las personas votaron por cuanto les creyeron, pero les mintieron en lo que eran los valores que pretendían para Venezuela. Ante la debacle del sistema uno se pregunta dónde están Piedad Córdoba, Gustavo Petro y los demás que apoyan ese sistema mediocre que niveló por lo bajo en contra de la naturaleza del hombre, quien busca que sus hijos lo superen. Sí, nivelaron y ya casi logran que la gran mayoría sean pobres; no los pocos cercanos al Gobierno que se volvieron millonarios con plata mal habida.

Maduro parece no tener valores, lo cual hace que ese sistema político le apueste a lo que más le sirve, no a lo que es correcto. Es decir, carecen de valores en los cuales se puedan soportar y mantener establemente. La liberación de Leopoldo López no se dio por cuanto el régimen pensó las cosas y concluyó que era inmoral tener un preso político en una supuesta democracia. Se dio para amilanar las ya largas marchas que cumplieron más de 100 días y que tienen al régimen de Maduro contra la pared. Pero no calculó que los marchantes busquen la libertad de los demás presos políticos y volver a la democracia que, como decía Churchill, “es el peor de todos los sistemas políticos, con excepción de todos los sistemas restantes”. Al parecer, le funcionará por muy poco tiempo, ya que lo que los venezolanos quieren es una democracia, y parece ser que están tomando impulso.

 

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