Vehemencia no es grosería

Felipe Zuleta Lleras
04 de agosto de 2019 - 07:15 a. m.

Estaba entrevistando en Caracol Noticias el periodista Juan Diego Alvira a la candidata Claudia López. Le preguntó por el Dr. Petro y López, con la patanería que la caracteriza, le cambió de tema, al mejor estilo “siguiente pregunta, amigo”.

Alvira le dijo respetuosamente: “es que usted habla como si estuviera peleando”, y Claudia contestó: “no me vengas con condescendencias machistas. Las mujeres tenemos que ser respetadas en la sociedad. Tenemos que ser vehementes contra la corrupción, contra los bandidos y los narcos; es indispensable para cuidar la ciudad”. “No se ponga brava. Hay que aguantar un chascarrillo”, dijo Alvira.

Por cuenta de las redes, esto se volvió una tendencia y un tema de conversación. Mujeres vs. hombres, feministas, homosexuales, lesbianas, monjas, locos, ángeles y demonios opinaron sobre el tema, pero como es obvio, pocos se tomaron el trabajo de escuchar toda la entrevista y se pronunciaron en 140 caracteres.

Conozco a Juan Diego hace muchísimos años pues he trabajado con él en Caracol Televisión y Blu Radio. El trato con sus compañeras y compañeros de trabajo es impecable. Jamás lo he visto hacer absolutamente nada en contra de sus colegas y, por el contrario, es respetuoso, caballeroso y amigable.

Por supuesto la doctora López, con el oportunismo que la caracteriza, aprovechó la entrevista para cambiar de tema y victimizarse. Raro, ¿no?

He entrevistado a la candidata en muchas oportunidades y le admiro su templanza y afán de superación. No en vano, proviniendo de una familia muy humilde, logró obtener su doctorado en una prestigiosa universidad gringa. Berraca, sin dudas.

Pero eso y su preferencia sexual —lo digo yo, que soy abiertamente homosexual— no le dan derecho para maltratar a nadie como lo hizo con Alvira y hace unos meses con un periodista venezolano que trabaja en RCN Televisión, Carlos Albino, porque le preguntó algo que la incomodó.

La doctora Claudia López es vehemente y eso está bien, pues ese temperamento frentero es el que le ha permitido llegar hasta donde ha llegado. Pero de la vehemencia a la grosería no hay mucha distancia. La vehemencia se refiere a tener ímpetu a defender algo con entusiasmo. La grosería trae consigo el insulto. Tal vez por esa cercanía entre la una y la otra es que la doctora López traspasa la línea permanentemente.

Ahora bien, si esa es su actitud siendo candidata, no quiero ni imaginármela con el inmenso poder que tiene un alcalde de Bogotá.

La candidata, que lidera las encuestas, debería pensar que de ser alcaldesa no puede gobernar muerta de rabia pues eso no le saldrá bien. Si hay alguien sometido a la opinión pública es un alcalde de Bogotá, una ciudad que requiere una persona con experiencia y sensatez.

La doctora López debe bajarle al tono, tensionar menos el ambiente, ser más conciliadora y propositiva y menos grosera. Seguro que con buena vibra podrá navegar —con menos olas— en su travesía hacia puerto seguro.

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