¿Y si no se cae?

Marcos Peckel
12 de febrero de 2019 - 10:00 p. m.

Tanto en la superficie como por debajo se esta desarrollando una  guerra de titanes por el poder en Venezuela entre los que buscan sacar a Maduro y los que lo mantienen en Miraflores. Son varios pulsos simultáneos entre actores locales, regionales y globales cuyo resultado puede ser el colapso del régimen chavista, su permanencia en el poder, un híbrido que simplemente  alargue la crisis o una improbable negociación que conduzca a elecciones libres.  

La tormenta perfecta para darle fin al régimen de Maduro: oposición unida alrededor del presidente de la AN Juan Guaidó, el pueblo en la calle, el cierre del cerco diplomático promovido por el grupo de Lima y  la presión de Estados Unidos  se esta estrellando contra una fortaleza que por años ha construido el chavismo anticipando el momento actual.  

Las severas sanciones que ha impuesto  Estados Unidos contra el tesoro venezolano, embargando las cuentas de PDVSA y CITGO en Estados Unidos, amenazando a gobiernos e instituciones que  acepten transacciones financieras de Caracas  y sancionando a los cabecillas del régimen, son el mayor garrote a disposición de Washington, antes de  lanzarse al vacío de una intervención militar. Esta estrategia de asfixia económica le ha funcionado en numerosas ocasiones para derrocar regímenes.  Rusia, Turquía y principalmente Cuba se han movilizado para contrarrestarla  y evitar que  el régimen  se desmorone  por el pilar que la sostiene: la cúpula militar  que debe estar  recibiendo ofertas  de todos lados para que desista o siga con Maduro. Aunque es inconcebible pensar que Mauro se puede sostener hasta el 2025 cuando concluye  su actual mandato, cada día que permanezca en Miraflores es ganancia.   

¿Y si Maduro y sus aliados ganan el pulso, cuáles serían las consecuencias? Para el pueblo venezolano la continuación de la pauperización, la miseria,  la escasez, la muerte de niños en los hospitales, la emigración masiva  y el saqueo  continuado  por parte de los socialistas del siglo XXI de  los recursos de la Nación.    

La permanencia de Maduro  significaría una  considerable  derrota geopolítica  para Estados  Unidos en su patio trasero, demasiado costosa quizás para contemplarla,  tras la retórica del fin del chavismo expuesta por las cabezas de la administración  Trump.   

Para Colombia sería una calamidad. Un Maduro atornillado buscará vengarse de su enemigo neogranadino que se la jugó toda por su caída. Venezuela fortalecería la retaguardia estratégica para el ELN y otros grupos criminales,  fomentaría la emigración masiva  enviando incluso elementos  indeseables  y la larga frontera común se convertiría en escenario de escaramuzas de todo tipo. Para América Latina un  retroceso  en su proceso de democratización comenzado en los años 90.  Putin demostraría una vez  mas que no abandona a  sus aliados, tal como hizo en Siria  y los dictadores en ciernes respirarían tranquilos.  

Si Maduro se queda se demuestra  que se puede ser dictador en la segunda década del siglo XXI sin morir en el intento.  La sola idea es sobrecogedora.          

             

 

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