Pastor López, el rey de las complacencias

El artista, nacido en Barquisimeto, Venezuela, le ha dado nombre a la música popular durante 50 años de actividad musical. ‘El Indio’ o ‘El Rey de la Cumbia’, como se le conoce, pasa por un momento difícil.

Juan Carlos Piedrahíta Betancourt
23 de enero de 2011 - 02:00 a. m.

A pesar de los lujos y la fama, el rey no tuvo para pagar la cuenta. Anillos en todos los dedos que hacían casi milagrosa la posibilidad de mandar un puño, cadenas cuyo reflejo se adelantaba a su paso y una indumentaria llamativa que confirmaba el aire popular de la música que lo hizo grande parecieron diluirse al momento de cancelar los servicios médicos de la Clínica Shaio, en la que Pastor López pasó 19 noches hablando frente a frente con la muerte. La cifra superó los $106 millones, un monto impronunciable para un artista de esta región del continente, así lleve 50 años de éxitos y así tenga el privilegio de acompañar buena parte de la historia sonora de una nación.

Pocos músicos como Pastor López tienen presencia en la mayoría de los hogares colombianos. Tanto así que el artista pasa por desagradecido porque cuando lo convidan a una casa en Medellín, Cali, Bogotá, Bucaramanga o Cúcuta, el impulso natural del anfitrión es a que la aguja del tocadiscos o el láser del reproductor del CD aterricen en una de sus canciones. Sin embargo, a penas comienzan los vientos característicos a visitar sus oídos, el cantante conocido como El Indio dice sin el menor asomo de vergüenza: “Chamo es que no tienes otra cosita por ahí”.

Pero así no fue siempre. El reconocimiento a López no se le apareció por belleza, ni por cuestión de suerte. En su natal Barquisimeto (Venezuela) le tocó recorrer calles y vericuetos en busca de una oportunidad. A los 7 años llegó a sus manos la canción Una flor sin retoño, de Pedro Infante, y logró hacer una versión un poco más alegre con su cuatro, que en ese entonces era ni más ni menos que un cuatrico. A ese tema le siguió La pulguita, acorde con su edad pero con el que obtuvo idéntico resultado, pues fue a parar a las canecas de todas las emisoras que visitó. La historia se repitió una y otra vez hasta que en 1967, cuando Pastor López tenía 22 años, supo lo bien que podía sentirse un artista cuando su interpretación lograba un eco.

“Si me llego a casar, que no creo, ha de ser con una venezolana... / aunque soy un negrito muy feo en amores a mí nadie me gana”, fue el primer verso famoso de El Indio, sobrenombre  atado a la realidad pues sus padres fueron herederos de la tradición de la comunidad Wayúu. Con esta suerte de cumbia, dejó a un lado las versiones de temas mexicanos y buena parte del folclor llanero con el que creció, para encaminarse por el estilo tropical, el sonido bailable y al desborde de la rumba de carácter popular. Ese ha sido, tal vez, su gran mérito porque decidió hablarle al ciudadano común, concentrando sus esfuerzos en un grupo inmenso que no se sentía arropado ni con las manifestaciones musicales foráneas, ni con los aires tradicionales potencializados principalmente por Simón Díaz.

Pastor López creó un nicho y aunque sus repercusiones se sienten mucho más en Colombia que en el resto de América Latina, incluida Venezuela, en donde según afirmó nunca le han dado un premio importante, en 2010 completó 19 navidades y 20 años nuevos fuera de casa debido a su comprometida agenda.

No es gratuito que su tema de presentación diga: “Yo soy ‘El Indio’ Pastor, como me dicen cariñosamente, / de toda Colombia son mis canciones y a toda Colombia cantaré”. Y esa premisa la ha cumplido tanto como ha ratificado su corte de pelo singular desde la década del 70. Con canciones, con actitudes, con la ilusión de tener una casa en Bucaramanga, la primera ciudad colombiana que lo aplaudió a rabiar, y con el deseo de conquistarlas a todas empezando por los oídos para llegar después hasta los corazones, Pastor López dejó de ser un simple venezolano para convertirse en el venezolano más colombiano del mundo.

Las mujeres, inspiradoras y destinatarias de sus cantos, lo persiguen como si se tratara de un rockstar. Ya perdió la cuenta de las damas a las que ha conquistado, pero lo que sí tiene muy claro es que en el planeta hay sólo nueve hijos suyos. Las caleñas con su caminar lo hicieron delirar, las cucuteñas se han encargado siempre de sus indumentarias y las paisas —“Este coro tan sabroso que quiero cantarlo hoy / lo dedico a la antioqueña con todo mi corazón”— le han regalado pretextos para seguir viviendo superando cualquier obstáculo. Incluso la canción A Bogotá no es de sus favoritas por el simple hecho de no mencionar a una mujer. “Ese tema es una especie de circunvalación, era un recorrido por todos los barrios de la capital que comenzaba en Las Cruces y terminaba en la sabana. Creo que fue por mí que hicieron el Transmilenio. Pero casi no la canto porque hablar de esa ciudad sin mencionar a sus mujeres, es como visitarla y no reparar en Monserrate”, comentó este personaje que durante sus primeros años en la música fue la figura central de las agrupaciones de Nelson Henríquez, Aníbal Velásquez y Emir Boscán.

Desde que decidió crear Pastor López y su Combo en 1973 ha ganado en cinco oportunidades el premio al artista mejor vestido en los Estados Unidos. Eso lo ha llenado de orgullo, mucho más que el hecho de estar nominado a los Premios Grammy, para los que se necesitan, según sus propias palabras, US$20 mil para llevarse uno a la casa. El galardón por sus anillos, sus collares, sus chaquetas a veces de colores pasteles, y su corte de pelo son la ratificación del compromiso diario con sus seguidores, quienes ya tienen un estereotipo de cómo suena su artista pero también saben a la perfección de qué manera luce.

 “Lo más importante es la gente. Si uno se metió a esto, tiene que morir aquí. Yo desde hace muchos años dejé de tener cumpleaños o días del padre. Mientras yo celebro con el micrófono, los demás brindan con una cerveza”, comenta El Indio, quien después de una serie de conciertos en Cali sufrió una complicación cardiaca y tuvo que ser recluido en una clínica en Bogotá. El parte médico dice que le cambiaron una válvula del corazón y que después de más de 15 días de hospitalización, el artista no tuvo cómo pagar la cuenta. El público, por su parte, espera que el rey vuelva a escena, y con su pinta cante, “vamos a brindar por el ausente / que el año que viene esté presente, / vamos a desearle buena suerte / y que Dios lo guarde de la muerte”.

Por Juan Carlos Piedrahíta Betancourt

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