Marta Lucía Ramírez, la primera vicepresidenta

Hace historia en la política por desempeñar el segundo cargo más importante del gobierno nacional.

Marta Lucía Ramírez*
02 de diciembre de 2018 - 02:30 a. m.
Marta Lucía Ramírez, la primera vicepresidenta
Foto: Cristian Garavito/ El espectador

Quiero empezar por decir gracias. Gracias a todos los colombianos por su apoyo, sus observaciones y su mirada crítica, esto nos obliga a ser mejores. Debo confesar que estos meses en el gobierno han sido muy retadores y, al mismo tiempo, de mucho compromiso, porque estamos en plena construcción de una nación más próspera, educada, emprendedora, transparente, segura, justa, moderna, equitativa y en paz.

Como coequipera del presidente Iván Duque, gracias al mandato de los colombianos, estamos comprometidos durante los próximos tres años y nueve meses a hacer un gobierno de todos y para todos. Por eso estamos haciendo presencia en las regiones, dialogando con la gente y oyendo a los habitantes de todos los rincones del país, sus temores y sus incertidumbres, para darles soluciones e impulsar una nueva actitud: trabajar unidos, producir e impulsar entre todos a nuestra nación, forjando empresas y acabando la corrupción.

En los Talleres Construyendo País, el diálogo franco y abierto y otros mecanismos de participación han sido la clave para diseñar soluciones y propuestas, no solo basadas en estudios de expertos sino ajustadas a la realidad de la gente, para impactar en ella y en su calidad de vida.

De esto se trata el Plan Nacional de Desarrollo, Pacto por Colombia, Pacto por la Equidad: servir y hacer políticas para el bien común y hacer de Colombia un país equitativo y con oportunidades para todos.

Las responsabilidades delegadas por el presidente a la Vicepresidencia apuntan a generar eficiencias, corregir problemas en algunas regiones tan importantes como Cartagena, Mocoa, Tumaco, Riohacha y Chocó; abrir espacios y oportunidades para las mujeres y las personas con discapacidad; impulsar proyectos de infraestructura, innovación, ciencia y tecnología; promover el emprendimiento y las nuevas economías y, sobre todo, mejorar la presencia del Estado para corregir la desigualdad que existe.

A la corrupción la tenemos que derrotar entre todos. Desde acá animo a la ciudadanía a que se empodere de los proyectos de su ciudad, que les haga seguimiento, acompañamiento, que conozca más de cerca la acción de sus gobernantes y que denuncie cuando haya motivos ciertos. Los dineros públicos son sagrados y estamos cansados de que se los lleven los inescrupulosos. Con el Secretario de Transparencia estamos listos a atender todas las denuncias y hacer que las autoridades respondan con justicia y prontitud.

Estos propósitos requieren de mucha atención, control y alta gerencia. Y pueden estar seguros de que tenemos los ojos puestos en cada proyecto para que no se quede en promesas escritas en papel.

Siento también una responsabilidad inmensa de ser la primera mujer en llegar a este cargo y representar a todas las mujeres colombianas. Soy consciente de que esta posición significa, por encima de todo, el desafío de cambiar para siempre la historia de las mujeres en nuestro país. Con el presidente Duque hemos pedido a todas las entidades del ejecutivo definir políticas y programas para empoderar e impulsar la economía colombiana y así mejorar la brecha de desigualdad y de violencia que afecta a tantas mujeres en el país.

Es la primera vez en la historia de Colombia que un Gobierno tiene un gabinete paritario. Ocho extraordinarias mujeres, muy profesionales, con una capacidad de trabajo increíble, íntegras y capaces acompañan al presidente en la ardua tarea de gobernar. También debo contarles que es la primera vez que se incluye un capítulo dedicado a la igualdad de género dentro del Plan Nacional de Desarrollo, que consta de ocho frentes para el desarrollo e igualdad de la mujer.

Por esto, he propuesto a alcaldes y gobernadores la creación de secretarías para la igualdad de género. Hoy ya hemos logrado 13 de ellas en varios municipios, pero necesitamos más, porque queremos que las mujeres conozcan sus derechos, se capaciten, participen de la vida política y pública, y ocupen cargos importantes en los gobiernos y en las empresas.

Esta dignidad de ser su vicepresidenta me exige cumplirles a todos los colombianos la promesa de construir un país más incluyente, moderno, equitativo y en paz. Aquí vamos a pasar de los discursos y de la retórica de los propósitos a hechos ciertos, para que Colombia sea un país menos desigual, con más jóvenes, mujeres y hombres emprendedores y empresarios, en el cual todos, sin excepción, demos ejemplo de respeto a los demás y cumplamos la ley.

*Vicepresidenta de la República.

Por Marta Lucía Ramírez*

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