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A los 83 años de edad, víctima de un problema hepático, falleció el martes en Bogotá el catedrático emérito de la Universidad Nacional y promotor del estudio de la sociología en Colombia, Orlando Fals Borda. Hace apenas tres semanas, se había relanzado por cuarta vez una de sus obras clásicas: La subversión en Colombia - El cambio social en la historia. Y como este, todos sus trabajos fueron muy reconocidos y por eso su nombre quedará impreso en la memoria del país.
Orlando Fals Borda pasó sus años de infancia y bachillerato en su natal Barranquilla, pero posteriormente se trasladó a Estados Unidos e Inglaterra, donde inicialmente estudió literatura inglesa y luego alcanzó el título de Maestro en Sociología de la Universidad de Minnesota. De igual modo, más adelante cursó un doctorado en Sociología Latinoamericana en la Universidad de la Florida. Fue entonces cuando decidió regresar al país y vincularse al mundo académico.
Lo hizo a la Universidad Nacional, donde en 1959, junto al sacerdote y capellán del mismo centro docente Camilo Torres Restrepo, fundó la Facultad de Sociología del Alma Máter, de la cual fue su primer decano. A partir de entonces, atendiendo simultáneamente algunos cargos en el Ministerio de Agricultura, empezó a publicar importantes artículos y trabajos de largo aliento sobre los problemas agrarios en Colombia y el fenómeno de la violencia en la historia contemporánea del país.
Así fue como, en desarrollo de las políticas de paz promovidas por el entonces presidente Alberto Lleras, en los inicios del Frente Nacional, hizo parte del estudio más detallado sobre los orígenes de la violencia contemporánea en Colombia. Junto al maestro Eduardo Umaña Luna y al sacerdote Germán Guzmán, en 1962, salió a la luz el ya clásico libro La violencia en Colombia, dos tomos que constituyen el punto de partida inaplazable para entender por qué la violencia terminó arraigándose en el país.
Años más tarde, Fals Borda escribió otro libro histórico: La historia doble de la costa, un extraordinario esfuerzo intelectual que le dio renombre a nivel internacional. Por la misma época estuvo algunos años en Suiza, donde ofició como director de investigaciones de la Organización de Naciones Unidas. Sus modelos de investigación tuvieron de inmediato acogida en varios círculos académicos del mundo, e incluso hoy en más de 2.500 universidades del planeta se acogen tales directrices docentes.
Durante los años ochenta la vida de Orlando Fals Borda tuvo un lance complejo, pues en desarrollo de las políticas emanadas del Estatuto de Seguridad del gobierno Turbay Ayala, tanto él como su esposa María Cristina Salazar fueron varias veces hostigados por la fuerza pública e investigados judicialmente por presuntos nexos con la entonces guerrilla del M-19. Paradójicamente, años después, cuando el M-19 se convirtió en un grupo político, Fals Borda fue su presidente y además integrante de la Asamblea Constituyente.
Después de 1991 volvió a la cátedra, sin abandonar su visión política. De hecho, en los últimos años no sólo fue miembro creador del Frente Social y Político, sino del Polo Democrático Alternativo. En la actualidad y desde 2005, ejercía como presidente honorario del Polo. Por eso, el primero en lamentar su deceso fue el máximo dirigente de esta agrupación política, Carlos Gaviria, quien calificó como un demócrata absoluto a su amigo y lo resaltó como un ejemplo de ética en el ejercicio de la política y la sociología.
“Fue un investigador de perfil internacional y su trabajo básicamente fue tender puentes entre la academia y el saber común”, expresó el ex candidato presidencial Antanas Mockus. A su vez, la senadora Piedad Córdoba agregó: “Aprendí de él a argumentar con su coherencia y su ética. Pero sobre todo me dejó como legado que uno tiene que permanecer fiel a sus principios, aunque eso no necesariamente signifique ganar todos los debates”.
El cuerpo del sociólogo Orlando Fals Borda será velado hoy en el auditorio Virginia Gutiérrez de la Universidad Nacional y su sepelio se cumplirá este jueves 14 de agosto en Bogotá. Desde ayer mismo, decenas de intelectuales, catedráticos, dirigentes políticos y gente del mundo universitario comenzaron a rendir un justo homenaje a su memoria.