Aída Avella, una defensora de los derechos fundamentales en la Constitución de 1991

Treinta años después de la Asamblea Constituyente, varios de sus miembros siguen en pie en la vida pública como testimonio de la Carta Magna que cambió el país. Tal como Aída Avella.

Laura Angélica  Ospina
21 de marzo de 2021 - 12:14 a. m.
Aida Avella fue constituyente por la lista de la UP y la primera presidenta de la Asamblea.
Aida Avella fue constituyente por la lista de la UP y la primera presidenta de la Asamblea.
Foto: El Espectador

Cuando el país reconoció la urgencia de una nueva Constitución, Aída Avella Esquivel se desempeñaba como secretaria general de la Central Unitaria de Trabajadores de Colombia (CUT). Corría el año 1990. En esa época, la violencia del narcotráfico todavía aturdía las calles, la política era bipartidaria y sectorial, el cansancio de la gente se sentía en el aire, y el Estado estaba desgastado por los anteriores intentos fallidos por reformar su carta política. Por eso, para muchos delegatarios, entre ellos Avella, la Asamblea Nacional Constituyente de 1991 fue como un halo de luz que dio esperanza a un país que vivía intensamente la desgracia, y una oportunidad única para los 70 elegidos, encargados de escribir esa nueva carta que acogiera la diversidad y pluralidad. “Es la experiencia más interesante de mi carrera, el espacio político más importante que he tenido en mi vida”, dice ella, 30 años después, llena de emoción con cada recuerdo que le salta a la mente.

La decisión de la Unión Patriótica (UP), de escogerla como candidata para la Constituyente, la tomó por sorpresa. Desde un principio, dijo Avella, su partido había previsto estar en una lista que representara la unidad, y que tenía conversaciones adelantadas para que fuera en la denominada Lista por la Vida —en la que participaron varios sectores—, pues estaban en lo grueso del genocidio político de la UP. “Ese día estaban mirando quién iba a ser nuestro candidato a la lista, pero también se votaba una huelga en una fábrica, y como yo era secretaria general de la CUT, tenía que votarla. Me propusieron como candidata, pero eso era competir con pesos pesados como Gilberto Vieira y Hernán Hurtado, que habían sido parlamentarios. Pensé que no había nada que hacer y me fui a la huelga. Cuando volví de mi labor sindical todo el mundo aplaudió apenas entré. Me dijeron que había sido elegida para ir a la lista de la Constituyente”, contó.

La hoy senadora por la lista de Los Decentes trajo a su memoria las razones que le dio un compañero sobre su elección: “Era tres motivos. Primero, porque era mujer e iban a ir pocas mujeres. Segundo, porque nunca había estado en el parlamento y no tenía los vicios de los congresistas, y tercero, porque era dirigente sindical”, agregó. Ella y Alfredo Vásquez Carrizosa llegaron por la Lista de la Vida. “Él pasaba los 80 años cuando estuvimos en la Asamblea, yo tenía más de 40. Las personas vieron en Vásquez Carrizosa una de las cabezas que necesitábamos tener en la Constituyente y los defensores de derechos humanos estuvieron de acuerdo con que él, por su labor en ese campo, encabezara nuestra lista. Yo iba de segunda. Salimos elegidos los dos, 50-50, algo que reivindica las cosas que en la actualidad hemos venido aprobando sobre paridad y participación”, añadió.

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Junto a María Mercedes Carranza, María Teresa Garcés, y Helena Herrán, fueron el 5,2 % del total de los escogidos, la primera vez que eligieron mujeres para hacer una constitución. “Que eso nos tocara hacerlo a las mujeres nos pareció extraordinario. Los jóvenes pidieron la Constituyente, pero ese clamor estuvo precedido por las marchas campesinas. En los paros cívicos, los campesinos pedían tierras, pedían que, por favor, hubiera agua potable, energía. Hace 30 años faltaban muchísimas cosas elementales en este país. Por eso la responsabilidad de ser constituyente era enorme”, explicó. Uno de esos grandes compromisos fue recoger en la Constitución lo que pedían organizaciones como Mujeres de la Ruta Pacífica, Unión de Mujeres Demócratas, y Unión de Ciudadanas de Colombia, entre otras. Gracias a ese diálogo, la Constitución incluyó el artículo 43 que dispone que los hombres y mujeres tienen iguales derechos y oportunidades. Este y otros apartados de la carta que rige al país fueron las victorias de los movimientos de mujeres, que venían de tiempo atrás, pero que se cristalizaron en 1991 y que dejaron por sentado a la mujer como ciudadana de plenos derechos.

Una sindicalista presidiendo la Constituyente

Entre las imágenes pintorescas que le dejó la Asamblea Nacional Constituyente, está el día de su instalación. El acto, que estuvo marcado por choques políticos y cuestionamientos sobre el alcance de la Constituyente, fue presidido por Aída Avella y Carlos Daniel Abello Roca, a pesar de que este último estuvo inconforme con que se le acuñara este rol a la líder sindical. Su participación en la instalación resaltó ella, se debió, en principio, a un malentendido con la inscripción de su nombre y a la disputa interna de los sectores conservadores, orilla de Abello Roca.

“Terminé presidiendo la instalación por orden alfabético. Hubo una discusión con Abello Roca porque le tocaba presidir a él, por su apellido. Pero yo fui inscrita por un grupo de la juventud de mi partido y escribieron mi apellido con “b”, aunque era con “v”. Abello armó el zafarrancho. Él hacía parte del movimiento Salvación Nacional, vertiente conservadora que estaba en pelea con el Partido Conservador. ¡Los salvadores no se podían ver con los conservadores! Ni siquiera hablaban y preferían que una mujer de izquierda instalara la Asamblea a que fuera un salvador. Abello Roca sacó mi cédula por todo lado, en los periódicos, reiteró que mi apellido se escribió mal en la inscripción. al final, el registrador de la época dijo que solo valía la inscripción y así presidí, junto con Abello Roca, la instalación”, evocó.

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Aída Avella fue, también, orden en la Constituyente. Abrió varias de sus sesiones porque llegaba antes de las 8:00 de la mañana. “Hacíamos que los presidentes empezaran temprano las discusiones. El doctor Álvaro Gómez Hurtado, uno de los presidentes, me mandaba una notica para que presidiera la Asamblea cuando esta se salía de las manos. No me costaba trabajo porque había dirigido asambleas de 150 trabajadores, de 3,000 obreros. Entonces, a los 70 delegatarios les daba la palabra y respetada el orden de las intervenciones”, añadió.

Su paso por la Comisión Primera

Durante los seis meses que duró la Asamblea Nacional Constituyente, Aída Avella participó de la Comisión Primera, la “súper política”. Allí hizo llave con la otra mujer de ese espacio, la poetisa María Mercedes Carranza, compaginó con los constituyentes indígenas y con los conservadores, para sacar adelante los artículos sobre los derechos fundamentales que, a sus ojos, representaron un avance como sociedad colombiana y que fueron blanco de fuertes discusiones al interior de la comisión. Trajo a colación los comentarios del conservador Raimundo Emiliani Román: “Dijo que la carta de los derechos humanos de la ONU se la había inventado los comunistas. Ante semejante cosa, los propios conservadores fueron los primeros que respondieron. Le cuestionaron en qué mundo vivía y le explicaron el rol de la ONU”, relató Avella.

No obstante, la parlamentaria apuntó que los azules fueron los “grandes aliados” para escribir la carta política y, de hecho, construyó una amistad con Román. “Discutíamos casi todo, pero cuando terminaba la sesión íbamos a tomar tinto a un quiosco al que él le llama ‘casa verde’. Alguna vez me preguntó si ante las diferentes ideologías podíamos ser amigos...le contesté: tenemos políticas y criterios distintos, pero en la vida personal podemos ser tan cercanos como con cualquier otra persona”.

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Según Avella, las posiciones opuestas reflejaron la pluralidad de voces que tejieron la Constitución. Muestra de ello fue la discusión del preámbulo. Narró Avella que un sector quiso que en ella se hiciera explícita la referencia al dios cristiano. No obstante, la voz de los indígenas fue clave para zanjar esa disputa. “El preámbulo era una de las cosas más sencillas por hacer, pero fue una de las más difíciles. Lorenzo Muelas intervino y expuso que, si iba a figurar el dios cristiano, teníamos que meter los más de 100 dioses de las tribus de Colombia. Ahí se acabó la discusión porque la mayoría estábamos de acuerdo con él. La Constitución debía contemplar la libertad de cultos”, contó a modo de anécdota.

Las grandes peleas giraron en torno a artículos que nacían para darle dientes a la ciudadanía. Una de esas batallas fue la incorporación del artículo 86 que dictó la acción de tutela. “Algunos no entendían que la tutela la pudiera poner cualquier persona, sin necesidad de un abogado. Varios propusieron que este derecho se ejerciera por medio de un profesional de derecho, pero eso finalmente no quedó. Se aprobó y pasó al Congresito, donde lo reglamentamos”, recordó. El derecho a la protesta, el debido proceso, y la libre asociación, agregó Avella, fueron otros de convulsos encuentros en los seis meses de la Constituyente.

“El artículo 38, sobre la libre asociación para el desarrollo de distintas actividades en sociedad, fue un triunfo. Algunos pensaban que era correcto que los sindicatos estuvieran registrados en el Ministerio del Trabajo para que este aprobara su asociación. Por eso, uno de los grandes debates que dimos los que veníamos del movimiento sindical era en favor a la libre asociación, porque en ese contexto era más fácil constituir un grupo guerrillero que un sindicato. Insistían en que debían ser controlados los sindicatos, pero reviramos, pues este artículo constituía la voluntad de un grupo de ciudadanos”, rememoró.

En ese regreso al pasado, Avella manifestó que lo más importante de la Constituyente fue dejar por escrito los derechos de la infancia, que no aparecían en la abolida Constitución de 1886. “Fue un logro que los derechos de los niños, niñas y adolescentes prevalezcan sobre los derechos de los demás. Esto es lo más preciado para mí porque toda la sociedad debe proteger a los menores de edad, no solo sus padres. Somos los que estamos viendo qué le pasa a la infancia, es un trabajo de todos”, afirmó, desde su conocimiento y trasegar en el Ministerio de Educación, cartera a la que estuvo vinculada varios años antes de la Constituyente.

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Avella es testigo de la historia política de Colombia. 30 años después de haber presenciado activamente la Asamblea Nacional Constituyente, volvió su mirada a lo logrado en la Constitución de 1991 y, con voz crítica, apuntó que, si bien la carta política que rige hoy al país quedó “muy bien lograda”, falta aún un trabajo importante para hacerla cumplir y terminar de reglamentar algunos artículos.

“El artículo del estatuto de la oposición solo hasta hace poco se reglamentó y falta, por ejemplo, hacer eso con el artículo 58 y todo lo que tiene que ver con la propiedad privada. Ese artículo dice que “el Estado protegerá y promoverá las formas asociativas y solidarias de propiedad”. Sin embargo, vemos que hay personas que tienen 25 mil hectáreas, cuando hay millones de campesinos que ni siquiera tienen una. Por falta de aplicación de artículos como ese es que en el Acuerdo de Paz quedó consignada la necesidad de implementar una reforma rural integral”, reflexionó.

¿Qué tanto avance representó la Constitución? “Quedaron muy buenos artículos, que resultaron de una experiencia profunda que reunió tantas voces. Eso es un país ideal, donde estemos todos, nos respetemos y escuchemos. Es una de las mejores constituciones de América Latina en cuanto a derechos humanos. Pero, muchos de esos artículos quedaron en el papel. Para poner en práctica todas esas normas necesitamos otro Congreso, que sea tan plural como la Constituyente, que acoja los derechos humanos”, destacó Aída Avella.

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Carlosé Mejía(19865)21 de marzo de 2021 - 03:58 p. m.
Aída Avella es una de las mujeres más comprometidas con las conquistas populares y el avance de la sociedad colombiana. El breve resumen que presenta este artículo sintetiza apenas una parte de sus aportes.
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