Duelo de esposas
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La carrera para ocupar la presidencia de Camacol en reemplazo de Sandra Forero está para alquilar balcón. Las esposas de dos pesos pesados ministeriales se suman a la puja para ser la cabeza de uno de los gremios más representativos del país. Por un lado está Adriana Barragán, esposa de Alfonso Prada, ministro del Interior, y por el otro, Carolina Soto, esposa de Alejandro Gaviria, ministro de Educación. La pregunta es: ¿cuál de los dos ministros tendrá más poder y ascendencia en la junta directiva de la agremiación?
¿El de Uribe?
Andrés Julián Rendón será candidato a la Gobernación de Antioquia y lo hará con el respaldo, nada más ni nada menos, que del expresidente Álvaro Uribe. Fuentes nos contaron que en días pasados visitó al exmandatario en su finca de Rionegro, donde habría recibido su “bendición”. Precisamente, Rendón fue alcalde de este municipio antioqueño entre 2016 y 2019, y fue muy cercano al hoy senador Carlos Andrés Trujillo, presidente del Partido Conservador, y otros sectores políticos en el departamento. Con esto se descarta totalmente la versión de la senadora Paola Holguín y algunos militantes del Centro Democrático de que el expresidente Uribe sería la ficha del Centro Democrático para la Gobernación el próximo año.
Bedoya I
Otro que buscará la Gobernación de Antioquia será el controvertido exsenador Julián Bedoya, quien ya renunció al Partido Liberal y carga sobre su espalda duros cuestionamientos porque la Universidad de Medellín le quitó su título de abogado por supuestamente haberlo obtenido con influencias políticas y además está siendo investigado por la Corte Suprema por constreñimiento al elector. De su lado tiene apoyos bien poderosos: los de los senadores Carlos Andrés Trujillo, presidente del Partido Conservador; Juan Felipe Lemus, de la U, y Germán Blanco, también conservador. De su lado estaría igualmente el representante liberal Julián Peinado y dicen que hasta Daniel Quintero, alcalde de Medellín. Aunque, sin duda, el guiño más importante sería el del presidente Gustavo Petro, a quien Bedoya apoyó en la reciente campaña.
Bedoya II
En los círculos cercanos a Julián Bedoya aseguran que su candidatura en Antioquia sería de las más fuertes y sobre los líos que arrastra hablan de una supuesta “persecución” del uribismo por haber sido el encargado de investigar y pedir acusación, como miembro de la Comisión de Acusaciones de la Cámara en 2015, a Jorge Pretelt, hoy exmagistrado de la Corte Constitucional, quien terminó condenado por la Corte Suprema de Justicia por concusión en el caso Fidupetrol. El entonces togado había llegado al alto tribunal con el total respaldo del Centro Democrático, que incluso le hizo una defensa acérrima en el Congreso, pero terminó perdiendo la batalla. “Los uribistas y parte de la clase política no le perdonan el que acusara a Pretelt y le ganara esa partida al expresidente Uribe”, aseguran quienes están del lado de Bedoya en su futura aspiración regional.
Iván, el testigo
La edición especial bibliográfica de los cuatro libros que recogen las fotografías de 25 años de guerra en Colombia del reportero Jesús Abad Colorado, bajo el título de El testigo, ha llegado a los círculos políticos y culturales más influyentes del país. Y hubo sorpresas porque la obra incluye, además de una edición de lujo y postales para no olvidar el sufrimiento de las víctimas, textos analíticos sobre este proceso de memoria que la semana pasada fue presentado en influyentes universidades de Estados Unidos como Harvard. El más polémico de ellos es el de Iván Velásquez, ministro de Defensa, quien escribió en calidad de exinvestigador de la parapolítica en Colombia: “No se entiende una democracia en la que la impunidad del poder sea la regla general, en la que los poderosos estén por encima de la ley. Se requiere la plena independencia de jueces y fiscales comprometidos, además, con el esclarecimiento de los hechos y la determinación de las responsabilidades que correspondan, sin consideración a la posición política, económica o social de los máximos responsables de esta guerra que vivimos desde hace tantas décadas. Un compromiso con la verdad”.
Los aviones…
La reciente visita del presidente Gustavo Petro al escuadrón de aviones supersónicos de la Fuerza Aérea Colombiana (FAC) ha desatado rumores sobre la posible renovación de la flotilla. Que el presidente ruso, Vladimir Putin, haya calificado hace pocos días a Colombia como “un prometedor socio de Rusia en América Latina con el que estamos interesados en mantener las relaciones de amistad” no es gratuito. Detrás de las palabras de bienvenida en Moscú a Héctor Isidro Arenas Neira, embajador de Colombia, están en camino propuestas de negocios binacionales multimillonarios, como reemplazar los K-fir y Mirage, que terminarán su vida útil en 2023, según le notificó la FAC a Iván Velásquez, ministro de Defensa. Él advirtió que evaluará el tema en el marco de austeridad exigida por el Gobierno. En todo caso, a las ofertas de aviones F-16 estadounidenses y Rafale franceses, ahora se sumarán las de los Sukoi rusos, que hace un tiempo usa Venezuela. Otra pregunta es: ¿qué implicaciones tendría negociar material de guerra con la Rusia de Putin en estos tiempos?
¿A qué costo?
Desde hace unos años se está intentando resolver la situación de los megacolegios, que buscaban unificar la jornada escolar de cientos de niños del país, en un Tribunal de Arbitramento que involucra al Fondo de Financiamiento de la Infraestructura Educativa (FFIE), el cual, hasta el momento, ha gastado cerca de $15.260 millones contratando diversas firmas de abogados para evitar el pago a los contratistas. Palacios Jouve García Abogados, Suárez Camacho Abogados, Ricardo Calvete & Abogados Asociados, Tangarife Torres & Asociados y Tobar & Romero Abogados son algunos de los bufetes que han buscado culminar dicho proceso antes de conciliar. ¿Quién estará tomando las decisiones administrativas con cargo al erario?
La violencia
A propósito de las recientes protestas en la hidroeléctrica del Guavio, un historiador nos recordó que en 1938 había ganado las elecciones presidenciales el liberal Eduardo Santos y que el conservador Laureano Gómez hacía campaña para recuperar el poder en 1942, cuando el domingo 8 de enero de 1939 hubo una masacre en la plaza principal del Guavio. Se lee en el informe “Contribución al entendimiento del conflicto armado en Colombia”, de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas (2015): “El gobernador de Cundinamarca envió un contingente que requisó a los que ingresaban a la plaza. Los gamonales, entre ellos el general Amadeo Rodríguez, se ubicaron en el atrio de la iglesia. Según El Liberal, dirigido por Alberto Lleras Camargo, el primer disparo salió del atrio y alborotó a los manifestantes, que respondieron atacando a un pequeño grupo liberal que desde una esquina trataba de sabotear el acto. Intervino la Policía y se generalizó el caos. Para los conservadores, la Policía disparó con miras a sembrar el terror. Otras versiones dicen que alguien arrojó una pepa de aguacate que hirió a un manifestante y obligó una reacción violenta contra los liberales. Un testigo dijo: ‘El general Amadeo Rodríguez estaba sentado en el atrio de la catedral. Tenía una ruana de paño, sombrero de corcho y guantes. Un látigo sostenía en sus manos. El general sacó su pistola y comenzó a disparar hasta agotar los proyectiles que llevaba. Esto es un hecho que se muestra con una simple inspección en el atrio de la iglesia’. El saldo trágico: ocho muertos y 18 heridos”.
MICROLINGOTES
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