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Tensión Benedetti-Sarabia tocó servicio exterior y desató otro capítulo en Fiscalía

La pelea entre el ministro del Interior y la canciller escaló este miércoles con una nueva diligencia judicial por una denuncia de presunta violencia de género. También ha desembocado en la salida de funcionarios claves.

Redacción Política

30 de abril de 2025 - 09:10 p. m.
Laura Sarabia y Armando Benedetti
Foto: Archivo Particular
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La pelea de poder entre el ministro del Interior, Armando Benedetti, y la ministra de Relaciones Exteriores, Laura Sarabia, no para de escalar. Esta disputa ya ha tenido efectos visibles, como la salida de funcionarios de ambos lados, e incluso ha llegado hasta el punto de golpear el manejo de las relaciones exteriores. En el trasfondo del conflicto está el hecho de que ambos aseguran contar con el respaldo y la cercanía del presidente Gustavo Petro. Y este miércoles, esa tensión regresó a los tribunales, en un nuevo capítulo de la confrontación que promete sacar a la luz más audios y chats entre los funcionarios; todo esto pese a los esfuerzos del jefe de Estado por mantener las rencillas de su gabinete lejos del ojo público.

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Uno de esos momentos de tensión que continúan desvelándose ocurrió en la mañana de este miércoles, cuando mientras la prensa esperaba la llegada de Sarabia en las escaleras principales del Palacio de San Carlos para escuchar el balance sobre la Alianza del Pacífico, sus abogadas se paseaban por el vestíbulo con las carpetas que llevarían media hora más tarde a la Fiscalía. Estaban marcadas en grandes letras negras con asuntos como: “Caso penal contra Armando Benedetti. Folder 5 de 7. Violencia autoridades españolas - patrón de comportamiento criminal” o “Folder 3 de 7: Enriquecimiento ilícito – patrón de comportamiento”. La escena sugería que se quería dejar en evidencia la magnitud que tendría el caso contra el ministro del Interior por presunta violencia de género con la canciller. Sin embargo, desde el entorno de Sarabia hicieron saber que se trató de un episodio fortuito.

Esta es una de las capetas del caso que la canciller Laura Sarabia mantiene con el ministro Armando Benedetti.
Foto: Cortesía

A pesar de que la ministra dijo que se trataba de una “rueda de prensa institucional”, respondió cuando los periodistas le preguntaron al respecto: “La defensa del buen nombre no es un acto de vanidad, es un acto de justicia”, dijo. Y agregó que “estar y ser parte del Gobierno no significa que deba abandonar mis derechos”. Sarabia cerró con una frase con la que buscó marcar que cuenta con respaldo del jefe de Estado: “Siempre he agradecido al presidente Gustavo Petro, que me ha enseñado que uno no puede callar ante la injusticia”.

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Sarabia no estuvo más de 15 minutos en la Cancillería y luego salió hacia la Fiscalía, donde estuvo cerca de tres horas rindiendo declaración por la denuncia que interpuso el 23 de agosto de 2023, cuando se conocieron las primeras fracturas en su relación con Benedetti, entonces embajador ante Venezuela. A la salida, Lina Sandoval, parte del equipo de defensa, afirmó que la ministra “no se dejará intimidar” y que “defenderá la verdad, su dignidad y la institucionalidad”. La abogada también prometió que en las próximas diligencias se van a presentar líneas de tiempo, audios, documentos y mensajes que “sustentan la denuncia, reiteran la reincidencia y también se van a documentar todas las campañas de descrédito que ha sufrido la canciller”.

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Por su parte, Benedetti, desde la sede del Ministerio del Interior, se resistió a hablar del tema. “¿Quién es Laura?”, lanzó el jefe de la cartera mientras se llevaba la mano derecha a la boca haciendo un gesto de silencio, el cual sostuvo mientras los reporteros insistían en obtener una reacción sobre la diligencia en la Fiscalía. Hace unas semanas el ministro había dicho que lo que hiciera su homóloga de Exteriores le tenía sin cuidado desde que, según dijo, “dejó ser mi secretaria”.

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Aunque Petro ha intentado contener los desencuentros en privado con llamados de atención por separado a cada uno, parece que el mensaje no ha terminado de calar e incluso ya está teniendo repercusiones en la planta de la Cancillería. Así lo ejemplifica, por lo menos, el caso de Daniel Ávila, quien hasta hace poco se estaba desempeñando como uno de los vicecancilleres (encargado) de Sarabia.

Según contaron, el diplomático había solicitado permiso para poder alternar entre Washington —donde vive su familia— y Bogotá, asumiendo él mismo los costos de los tiquetes y renunciando a cualquier tipo de viáticos. Sin embargo, aseguran que desde el Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre) y la jefatura de despacho no le estaban aprobando las comisiones. Actualmente, el Dapre está en manos de Angie Rodríguez, figura cercana al ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo. La funcionaria ha consolidado una buena relación con Benedetti, quien también es el jefe encargado de despacho.

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El choque, que podría tener implicaciones más sustanciosas para el gabinete por tener su génesis en los cuestionamientos sobre la financiación de la campaña presidencial de 2022, también se evidencia en asuntos más sutiles. En el más reciente consejo de ministros, transmitido este lunes, Benedetti se sentó a la izquierda de Petro y Rodríguez, a la derecha. Al lado del jefe de la cartera política estaba su homólogo de Salud. Sarabia, en cambio, quedó alejada: tampoco estaba frente al mandatario.

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Consejo de ministros del lunes 28 de abril.
Foto: Joel_Gonzalez

Como contó este diario, en los pasillos de Palacio también circulan versiones sobre recientes ajustes en el círculo de protección del presidente, que depende en parte de la Casa Militar. Se sabe que fueron reemplazados algunos edecanes, con la intención —según fuentes del Gobierno— de reforzar la presencia de personas de mayor confianza para el mandatario. Sin embargo, no faltan quienes ven en ese movimiento un intento de sacar a funcionarios cercanos a Sarabia.

Benedetti ya ha demostrado el poder que tiene dentro del Ejecutivo. Su llegada al gabinete marcó la salida de la exministra de Ambiente Susana Muhamad y el exdirector del Departamento Nacional de Planeación (DNP) Alexander López. Aunque el plan era reubicarlos —a ella en el DNP y a él, precisamente, en la jefatura del despacho—, esos movimientos nunca se concretaron. En el caso de Muhamad, trascendió que hubo un bloqueo promovido por el propio Benedetti, a quien ambos habían cuestionado abiertamente durante el primer consejo de ministros transmitido por televisión.

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Aunque El Espectador buscó a la directora del Dapre para preguntarle por el tema de Ávila, no recibió respuesta.

Sobre Ávila, la canciller Sarabia aseguró que “es y seguirá siendo su mano derecha”. Añadió que él continuará en Estados Unidos y que seguirá apoyando a la Cancillería en el relacionamiento estratégico con ese país. Esta labor será clave en los próximos meses, pues, como lo advirtió el encargado de negocios de la Embajada de Estados Unidos en Colombia, John McNamara, “es tiempo de mostrar resultados” concretos si el Gobierno quiere que el presidente Donald Trump renueve la certificación a Colombia en la lucha contra las drogas. Además, ha sido quien ha liderado la campaña de Laura Gil en su postulación como secretaria general adjunta de la Organización de Estados Americanos (OEA).

De hecho, recientemente, Benedetti se reunió tanto con McNamara como con el embajador de la Unión Europea, Gilles Bertrand, citas que normalmente serían de la jurisdicción de la Cancillería. Al respecto, el entorno de Benedetti aseguró que los encuentros, que tuvieron lugar en la Casa de Nariño, se dieron por instrucción directa del presidente al jefe de despacho.

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Tener a Ávila en el equipo también le servía a Sarabia para reforzar su narrativa de que en su administración se le quiere dar prioridad a la carrera diplomática. El ahora exvicecanciller tiene una trayectoria de 30 años en el servicio exterior, lo que lo convertía en una figura para respaldar ese enfoque y mostrar que había una apuesta técnica en el manejo de las relaciones exteriores.

Por ahora, y en medio de su guerra fría con Benedetti, Sarabia anunció una reestructuración en la Cancillería, que incluye la formalización de un tercer viceministerio: el de Migraciones, que estará en manos de Rosa Villavicencio, una decisión que -dicen- fue tomada por la Casa de Nariño y por el Palacio de San Carlos. Todavía está en conversaciones con el presidente Gustavo Petro para definir quién asumirá el Viceministerio de Relaciones Exteriores.

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