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Bien en debates, mal en encuestas

Los analistas explican que es muy difícil que el elector cambie su voto luego de ver un debate. En parte es una decisión emocional.

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Andrea Forero Aguirre
28 de abril de 2010 - 10:57 p. m.
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Definitivamente el comentario más consensuado  después de los recientes debates televisivos de los candidatos a la Presidencia de la República  es que Gustavo Petro, del Polo Democrático; Germán Vargas Lleras, de Cambio Radical; y Rafael Pardo, del liberalismo, son quienes mejor se desenvuelven en esos espacios de discusión.

Sin embargo, la facilidad de expresión y la seguridad que se ven en las cámaras de televisión no se reflejan en las encuestas, según las cuales precisamente los tres aspirantes mencionados ocupan los últimos lugares. Por ejemplo, en la encuesta de Invamer Gallup, publicada el miércoles por El Espectador, Pardo sacó 5,7% de intención de voto, Petro 5,0% y Vargas Lleras 3,6%.

La explicación para la experta en marketing político Bibiana Clavijo es que respecto al universo electoral son pocas las personas que ven y se mantienen atentas al debate, sumado a eso los teóricos sobre el tema dicen que es muy poco probable que la gente modifique su intención de voto con un debate —donde al final no se ven grandes diferencias entre unos y otros—, pues usualmente se mueve más la empatía con un candidato.

Para el politólogo Alejo Vargas, es una preocupación importante el hecho de que los debates no influyan en el comportamiento del elector. “Unos  ya tienen muy definida su posición y otros deciden su voto por factores de emotividad, por votar en contra de alguien o por montarse en la oleada ganadora, pero el debate sigue siendo algo fundamental para la democracia”.

El análisis del politólogo es que un tema como la lucha contra la corrupción en un momento específico logra enganchar a la gente más que otros elementos. Además, casi todos se guían por los resultados de las encuestas y es como si los demás desaparecieran, por lo tanto, la tendencia es que a medida que estemos más cerca al 30 mayo, la polarización entre Santos y Mockus será mayor. “Parece que vamos en la lógica de que esto se defina en primera vuelta y a eso les están apostando las dos primeras candidaturas. Uno le teme a que se una todo el uribismo en su contra y el otro a que se junten grupos como los abstencionistas”, añadió Alejo Vargas.

Los candidatos del Polo, de Cambio Radical y del liberalismo no sólo son buenos en los debates, sino que según el analista del Instituto Libertad y Progreso, Andrés Mejía Vergnaud, tienen las mejores propuestas programáticas, eso quiere decir que los determinantes del voto son más amplios y complejos. Influye la sensación de confianza de la persona con relación al candidato, también hay factores psicológicos derivados de entusiasmo de quienes están con buenas opciones y el temor de adherirse a una opción que no va a ser favorecida.

“Eso no está tan mal, porque en la cuestión programática uno puede ver lo que el candidato o su equipo piensa sobre los problemas del país, pero la ejecución de esas promesas dependen de sus capacidades de liderazgo, de toma de decisiones, de su capacidad de convencer”, sostuvo Mejía.

Así las cosas, el consejo del analista a los candidatos es que a la hora de sumar puntos tengan en cuenta la combinación entre la propuesta programática y la exhibición de sus capacidades personales para llevarla  a cabo.

Más allá de lo que digan los expertos en el tema, los candidatos tienen sus propias explicaciones. Por lo menos Gustavo Petro piensa que los debates los ve principalmente la gente que busca información política en televisión. En contraste la encuesta es una muestra aleatoria y puede que el encuestado ni siquiera haya visto la discusión. “Mi idea es que los debates van forjando lentamente la impresión sobre un candidato. Por eso lo interesante sería más debates que encuestas, porque lo que está pasando es que las encuestas están tapando los debates, pues las mediciones son una emoción como de quien ve una carrera de caballos”, aseguró Petro.

Por Andrea Forero Aguirre

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