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“‘Cano’, sentémonos ya”

Sin pelos en la lengua, Arias respondió a quienes cuestionan su gestión al frente del Minagricultura. El ahora precandidato habla de temas polémicos, como aborto, eutanasia y legalización de las drogas.

Hugo García Segura / Juan David Laverde

14 de febrero de 2009 - 01:00 a. m.
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Andrés Felipe Arias. 35 años. Ex ministro de Agricultura —“de palmicultura”, dicen otros–. El más joven precandidato presidencial con opciones de llegar al solio de la Casa de Nariño en la segunda mitad de la historia republicana de Colombia. Conservador de raca mandaca. De verbo ácido y vehemente. ‘Uribito’ para sus contradictores. ‘Uribito’ para sus seguidores. Hombre inquieto que recita estadísticas para capotear críticas enconadas. No se amilana con nada. Como el Presidente toma goticas —no gotas— homeopáticas, lo imita en sus gestos, habla con el mismo sonsonete paisa, camina de un lado a otro al dar esta entrevista y acentúa la voz cuando dice encarnar la segunda generación de la seguridad democrática.

Lejos de los hervores provocados por su renuncia al Ejecutivo hace una semana, Arias habla duro, ya sin las ataduras propias del funcionario, y sostiene que el 7 de agosto de 2010 quiere decirle al jefe guerrillero Alfonso Cano: “sentémonos ya, sin engaños”. Es prudente para referirse a sus contradictores. Sabe que en el ajedrez político prima la estrategia sobre el vértigo, aunque tiene un aire consistente que, amén de que pueda granjearle dividendos electorales, también podría ser su haraquiri: su extremo parecido con Uribe, el hombre que pretende suceder. ¿Podrá lograrlo?

Usted apenas tiene 35 años, ¿no cree que su proyecto es muy ambicioso?

Esto no es de juventud, sino de demostrarle a Colombia que tenemos la madurez, la disciplina, la transparencia, las ganas de trabajar y el amor por el pueblo.

¿Será que estamos acostumbrados a que nos gobiernen los viejos?

No sé. Sólo digo que lo mío es una política moderna, al servicio de la gente y renovadora. Eso es lo que estamos proponiendo: trabajar sin descanso por el pueblo, con la mujer y el hombre del común. Respeto a los contradictores que van a ser nuestros rivales en este debate, pero a mí lo que me dictan la conciencia y el corazón es que debo emprender este camino ya.

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¿Y si Uribe se lanza?

Si toma esa decisión estaré apoyando su proyecto. Yo soy leal.

Y usted, que estuvo tan cerca de él, ¿qué cree?

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Por ahora estamos comenzando nuestro proyecto, el de la segunda generación de la seguridad democrática.

¿Y por qué usted es el que encarna ese proyecto y no Juan Manuel Santos, por ejemplo?

No me quiero distraer hablando de otros. Nosotros tenemos una responsabilidad histórica y es lograr que nuestra generación sea la última que vivió la violencia en Colombia y eso se logra manteniendo firmeza contra el terrorismo. La paz no la vamos a lograr apaciguándonos ante el terrorismo y si hay que hacer un proceso de paz, debe ser sin engaños, sin burla y sin ‘telefarc’.

¿Se sentaría a hablar con la guerrilla?

Sí, pero no puede haber despeje en zonas pobladas ni remoción de unidades militares. Es que la fórmula existe, pero cuando el Gobierno da gestos de paz, esos bandidos responden con matanzas de indígenas, bombas en Bogotá, Cali y Neiva, y siguen matando y secuestrando. La paz no es con retórica sino con hechos.

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¿Cree que la reciente liberación de seis secuestrados es un gesto de buena voluntad de las Farc?

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Siempre que un secuestrado regresa a su hogar el país siente un alivio, pero todavía quedan miles en la selva. Aquí no puede haber secuestrados de primera y de segunda categoría.

Como ex presidente, Andrés Pastrana es jefe natural de su partido. ¿Ya habló con él?

Hablé con él horas antes de dar el paso. Le comenté la decisión, fue una buena conversación y me dio consejos que voy a utilizar.

¿Qué le dijo: nada de despeje?

Me dio consejos para la política.

¿Quiénes cree que van a ser sus contendores directos dentro del uribismo?

No nos distraigamos. Los respeto a todos y cada uno hará su proceso.

Usted dice que quiere renovar la política, pero se lanza en un partido identificado como clientelista y burocrático.

La política nuestra es renovadora en el sentido de que se enfoca en proponer ideas para mejorar la vida de los colombianos. Esas prácticas del pasado del Partido Conservador, del Liberal y de todos los partidos, no entran aquí.

¿Por qué no le gusta la oligarquía bogotana?

La propuesta nuestra es por la comunidad, por el pueblo.

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¿No le preocupa que digan que usted es una mala copia del presidente Uribe?

En este ejercicio he aprendido que estamos expuestos a las agresiones. Cuando el contradictor no tiene propuestas y programas para convencer, acude a ellas. Nosotros nos vamos a dedicar a las ideas.

¿Le disgusta que le digan ‘Uribito’?

No.


Al menos dígame que le molesta el diminutivo.

Hay mucha gente que me lo dice por cariño. ¡Qué tal que me asociaran con otros presidentes!

Dado el caso, ¿usted trabajaría por Germán Vargas Lleras o Juan Manuel Santos?

Llegamos dispuestos a hacer una coalición. Yo quiero ganar la consulta del Partido Conservador y después entrar en una consulta interpartidista y ganarla. Si no es así, trabajaría por quien gane. Esto no es problema de egos, sino de unidad y de sostener unas tesis. Ahora, espero que trabajen por mí si les gano.

¿No cree que va a ser muy difícil mantener la unidad del uribismo?

Yo creo que se va a mantener la seguridad democrática. Eso está incrustado en el pueblo.

Una campaña vale mucho, ¿cómo la va a financiar?

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Con las uñas, vendiendo bonos, haciendo rifas. Tenemos pensando constituir una fundación que se llamará ‘Colombia firme’. Recibo de a $1.000 para arriba.

¿Le molesta que digan que usted no fue ministro de Agricultura sino de la palmicultura?

Cuando hay agresiones lo mejor es no distraerse en ellas. Yo fui ministro de todos los sectores y eso se lo puede preguntar a los gremios. Le dimos un gran impulso al arroz logrando recuperar los niveles de producción a los de antes de la apertura económica. En maíz, dimos un subsidio de $50 mil por tonelada, por encima del precio del mercado, y una bonificación de $150 mil por tonelada producida de fríjol en zona cafetera. En leche invertimos $40 mil millones para comprar excedentes en zonas campesinas, donde hay mucha producción y la leche se pierde, para regalársela a 300 mil niños pobres menores de cinco años durante toda la jornada escolar. ¿Eso fue ser ministro de qué, entonces?

¿Por qué, si usted dice que hizo un buen ministerio, el año pasado el agro creció menos que otros sectores de la economía?

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Porque tuvimos un problema muy puntual: el efecto dramático del invierno sobre el café, que nos quitó punto y medio de crecimiento. Pero quiten eso y verán que en otros sectores crecimos por encima de la industria, el comercio y otros servicios. El maíz creció al 6%, la leche al 10%, las flores y el banano —dos sectores que venían acabados con la tasa de cambio— los logramos reactivar y crecieron a tasas superiores al 10%, la palma africana al 10%, el cacao está creciendo al 14 ó 15%, el frijol al 6%, el arroz creció a más del 20%, la producción de carne al 5% y la de huevos al 8%.

Y también los precios de los alimentos se incrementaron en más del 11%, muy por encima de la inflación...

Correcto. ¿Qué pasó? Un fenómeno mundial de incremento de los alimentos jalonado por el desmesurado incremento del precio del petróleo, que encareció los fertilizantes derivados del nitrógeno, además del incremento en los precios de otros fertilizantes que se derivan de minerales como el fósforo y el potasio. El petróleo también encarece el transporte del campo a la ciudad, de un puerto a otro puerto y además tuvimos el invierno más inclemente de las últimas décadas. Pero a pesar de eso y de tener invierno todo el año, el comportamiento de los precios de los alimentos estuvo mucho mejor que en otros países.

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Sus opositores dicen que entre 2002 y 2007 las importaciones pasaron de 4,4 a más de 8 millones de toneladas, lo cual favoreció a importadores y productores extranjeros...

Eso no tiene sentido. Hubo un incremento en las importaciones de insumos para concentrado animal, por ejemplo el maíz, porque cada vez se consume más proteína, pollo o cerdo. Ahora, cuando me hablan de las importaciones de 2002 ya se nota un sesgo, porque en ese tiempo yo no existía en el mapa. Lo que sí digo es que hoy no sólo somos autosuficientes en avicultura y porcicultura, sino que también exportamos. Por otro lado, el año pasado nos dedicamos a incentivar la producción de maíz y logramos que creciera a una dinámica más rápida que la del pollo y el cerdo, quitándoles espacio a las importaciones. En arroz, por primera vez en 20 años, ya no necesitamos importaciones del Ecuador, ni de Tailandia, ni de Estados Unidos. Y en fríjol estamos llegando a la autosuficiencia.

Si el campo está mejorando tanto, ¿por qué hay tantos desplazados?

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Miremos las tasas de desempleo para que hablemos de cifras y no de sesgo en el ataque político al Ministerio de Agricultura. Cuando nosotros llegamos, el desempleo en el campo estaba en el 11% y nosotros lo dejamos en el 7,4%. Sabemos que hay un problema grande de desplazamiento en Colombia por la amenaza terrorista y por la siembra de coca, que genera mucha violencia. Pero no me pueden venir a decir que ese millón de hectáreas que recuperamos se hizo con fantasmas.

¿Cómo califica los análisis negativos que hacen de su gestión los senadores Jorge Robledo y Cecilia López?

Es parte del debate político. El senador Robledo tiene como hobby criticar y destruir, pero nunca le he visto una propuesta en estos casi siete años que llevo defendiendo las tesis nuestras. Un día le escuché algo tan absurdo como que el túnel de La Línea era malo porque aumentaba las importaciones. Siendo así, deberíamos bombardear los aeropuertos, los puertos marítimos y las carreteras para que no haya comercio. En cuanto a la senadora Cecilia, creo que tiene un poco de nostalgia por lo que no hizo cuando tuvo la oportunidad.

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Usted sabe que en campaña le van a restregar lo de Carimagua...

Lo sé, pero me sostengo en que no podemos volver a repetir las conductas fallidas del pasado, cuando al campesino y al desplazado les compraban pantanos y peladeros que se inundaban seis meses al año. Al campesino hay que darle tierra buena y Carimagua eran 11.000 hectáreas de tierra con extrema acidez. Para poner a trabajar esa tierra hay que hacer grandes inversiones, unos $20 millones por hectárea. Por eso fue que planteamos una alianza entre unos inversionistas y familias de campesinos, familias que hoy no existen porque nunca se han seleccionado. La única selección que se hizo fue una del entonces gobernador del Meta, que hoy está en la parapolítica, la cual, al hacer un cruce con las bases de datos del Estado, evidenció que el 30% eran familias desplazadas y el 10% tenían orden de captura.

Dicen que el estatuto de desarrollo rural que usted impulsó está lleno de micos...

Díganme qué artículos. Es que no pueden atacar con retórica. Yo sí les puedo mostrar artículos que permiten eliminar las herramientas existentes de normas pasadas que permitían la usurpación de tierras y proteger a las familias desplazadas como nunca antes se había hecho en este país. ¿Y por qué la Procuraduría dijo que era un estatuto antipobres?

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Yo le di el debate al procurador Edgardo Maya y no fue capaz de refutarme.

De pronto se lo encuentra de candidato también...

Bienvenido al debate

¿Espera un guiño del Presidente?

No, ahora estamos trabajando para hacer nuestra propuesta.

Dígame una cosa que lo diferencie del Presidente.

Esto no es lo que yo diga, sino lo que vamos a construir con las comunidades. Sé que hemos logrado mucho, pero falta mucho también y nadie puede negar que se puedan haber cometido errores.

Pero dígame una propuesta suya más allá a la seguridad democrática, la confianza inversionista y la cohesión social.

Ustedes serán los que dirán si mi propuesta es parecida o no.

¿Quién lo acompaña en su proyecto?

Mucha gente joven, líderes y políticos que quieren renovación. También hay muchas personas en el Congreso que están interesadas en sacar adelante este proyecto, tanto del Partido Conservador como de otros partidos. Y hay sectores empresariales que ya se han empezado a reunir conmigo y están interesados en proponer ideas.

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¿Y con quién va a ir a las regiones?

Por ahora me toca solo, buscando el apoyo de la Fuerza Pública para la seguridad.

¿Qué piensa de la gestión del grupo Colombianos y Colombianas por la Paz?

Los colombianos por la paz somos todos. ¿Quién dijo que los interesados por la paz son un selecto club que se autodenomina de intelectuales?

¿Será ese el bloque intelectual de las Farc al que se refiere el presidente Uribe?

Qué bueno sería que Colombianos y Colombianas por la Paz hubiesen dicho algo en contra de la masacre de indígenas en Nariño.

¿Pero quién le quita a Piedad Córdoba que ha hecho una buena gestión?


Siempre que un colombiano que esté secuestrado regrese a su hogar es un alivio, pero es que faltan miles y no podemos permitir que esas liberaciones se manipulen políticamente.

¿Qué piensa de lo que sucedió con el periodista Jorge Enrique Botero en la liberación de los cuatro uniformados?

Hay sectores que se aprovechan de esto para armar un show político y mediático.

¿Usted qué piensa del aborto?

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Yo tenía una posición dividida frente a ese tema, pero acabo de ser padre y el día que vi la primera ecografía de mi bebé, tomé conciencia y me dije que no podía estar de acuerdo. De todos modos, creo que hay situaciones a considerar, como por ejemplo cuando la mamá corre riesgo de perder la vida.

¿Y sobre la eutanasia?

Le dejaría la decisión a cada persona. Yo no lo haría por mi formación cristiana.

¿Volvería a penalizar la dosis personal?

Hay que penalizarla, porque le ha hecho mucho daño a Colombia. Hoy los expendedores de basuco guardan la mercancía en una alcantarilla y sólo sacan dosis mínimas. Así, cuando son capturados, el juez los tiene que dejar en libertad invocando esa creación de Carlos Gaviria sobre la legalización de la dosis personal. Pero ese expendedor de droga es el que mayor violencia está generando.

¿Y el reconocimiento a las parejas homosexuales?

Hay que respetar la decisión de cada cual y creo que deben tener derechos civiles, patrimoniales, como cualquier otro ser humano.

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¿Se puede ganar la guerra contra las drogas?

Hay que perseverar en el esfuerzo, hay que continuar erradicando coca y continuar con la expansión del agro. Es que fueron muchos años de abandono del campo, entre 1990 y 2000. No es fácil, porque esos bandidos quieren tener la coca, pero se ha avanzado y hay que ir hasta lo último. No podemos perder el norte enredándonos con el debate que hay en el mundo sobre legalizar o no legalizar.

¿En un gobierno suyo se acabaría la coca?

Haría todo lo que estuviera a mi alcance para acabar las siembras de coca y reemplazarlas por cultivos agrícolas lícitos.

¿Cómo cree que nos ve Obama?

Nos tiene que ver como un aliado, porque el sacrificio que hemos hecho en esta batalla contra las drogas y el terrorismo es muy grande. Por eso lo que esperamos es un tratamiento recíproco.

¿Por qué en muchos sectores en el ámbito internacional se cuestiona tanto a Colombia?

Muchos no conocen el país y lo que estamos padeciendo aquí. En el mundo hay mucha caja de resonancia de las Farc en diferentes círculos —ingenuos a veces, de mala fe o cómplices del terrorismo en otras—, y han hecho bien esa diplomacia. Bien para ellos, pero muy malo para el país.

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Si llega a la Presidencia, ¿qué le diría a ‘Alfonso Cano’ el 7 de agosto de 2010?

Sin engaños, sentémonos ya.

¿Cree que si el ‘Mono Jojoy’ se entregara con un secuestrado, el país lo perdonaría?

Creo en el sistema de recompensas como incentivo para que se desmovilicen. Pero no soñemos con que ese terrorista de Jojoy va a regresar con algún secuestrado.

¿El paramilitarismo ya se acabó en Colombia?

Todavía hay mucho vestigio de esa fuente de crimen, eso no se puede negar, pero son narcotraficantes y mafiosos como las Farc. Esto no es un problema semántico. Todos son narcotraficantes: Don Mario es un mafioso, Cano es un mafioso y Jojoy es un mafioso.

¿Cuándo descubrió que era conservador?

Siempre he tenido ese talante. Cuando presté servicio militar en 1992, en una época muy difícil para el país, me di cuenta de que Colombia tiene que preservar el orden, que tiene que haber seguridad para todos, que hay que crear prosperidad y empleo. Y entendí también que sin seguridad proporcionada por la Fuerza Pública este país iba a un despelote.

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¿Su familia es de tradición política?

Nadie es político allá. Mi papá y mi mamá no saben qué son.

Pues uribistas.

Uribista es el 80% del pueblo colombiano.

Usted habla de ganar la consulta interpartidista, pero sólo será posible si se aprueba la reforma política en el Congreso, lo cual no es muy seguro.

Todos los partidos de la coalición tenemos interés en la consulta interpartidista y eso garantiza que la reforma pueda salir.

¿Se considera de derecha?

Yo no sé si de derecha, izquierda, centro, arriba, abajo. No sé eso dónde queda, sólo sé que voy a trabajar por Colombia.

Por Hugo García Segura / Juan David Laverde

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