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Cerca del acuerdo de fin del conflicto

El jueves 14 de abril, haya o no humo blanco, la mesa de diálogos entre el Gobierno y las Farc dará por concluido el ciclo 48 de negociaciones.

Alfredo Molano Jimeno

11 de abril de 2016 - 11:40 p. m.
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A fuego lento, entre diferencias y concesiones, las partes trabajan intensamente en tres acuerdos que las pondrán frente a las últimas puntadas del proceso de paz: la subcomisión sobre paramilitarismo, la subcomisión para el fin del conflicto y una hoja de ruta, con cronograma y temas, para llegar a la firma del acuerdo final. El tiempo es corto, pero hay grandes probabilidades de que al finalizar la ronda de negociación el país tenga buenas noticias venidas de La Habana.

Y es que el anuncio de la semana pasada de que el Gobierno y el Eln alcanzaron un acuerdo para instalar una mesa formal de diálogos le da un nuevo aire al proceso de La Habana. La pata que le faltaba a la mesa. En Venezuela, los delegados del presidente Santos y de los “elenos” trabajaron para coordinar asuntos operativos y despejar el camino de las líneas rojas trazadas por unos y otros. El tema del secuestro es una de ellas. Desde una de las cuentas de Twitter de los delegados de la guerrilla se afirmó que en mayo se instalará la mesa en Ecuador.

Para ese momento, la mesa de diálogos entre el Gobierno y las Farc ya debería haber acordado el cese bilateral y definitivo del fuego y de hostilidades. El tema va avanzado, pero las partes aún tienen profundas diferencias. El Gobierno entiende la dejación de las armas como un momento que depende de la decisión de las Farc. La guerrilla, por su parte, lo ve como un proceso gradual que implica compromisos de parte y parte. Las garantías de seguridad y gestos de confianza por parte de las Fuerzas Militares, así como la lucha contra el paramilitarismo, hacen parte de sus peticiones.

La dejación de las armas conduce directamente a un escenario: las zonas de concentración. Allí, la propuesta de los negociadores del Ejecutivo es que la guerrilla se ubique temporalmente en determinados puntos geográficos hasta que dejen las armas. El contacto con la población debe ser mínimo, con autorización del Gobierno y las Naciones Unidas. Las armas, a juicio de los plenipotenciarios de Santos, deben ser guardadas en depósitos mientras dure el cese bilateral, y un pequeño porcentaje utilizado para la seguridad de los excombatientes.

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Pero, de acuerdo con las Farc, las cosas son distintas. Las zonas de concentración tendrán un área de acampamento de las unidades armadas y, fuera de ella, los excombatientes podrán tener contacto con la población, sin armas. Estas zonas se definirán bilateralmente, en número y ubicación, y serán concebidas como el lugar de tránsito a la vida civil. Aquí es donde aparece una petición de la guerrilla que ha causado revuelo: nombrar a Simón Trinidad, hoy preso y condenado en Estados Unidos, como coordinador de la dejación de armas de la insurgencia.

El otro aspecto en el que se trabaja, con especial apoyo de los asesores jurídicos de la mesa de diálogos, es el concerniente a la ley de amnistía. Para el Ejecutivo, dicha norma debe hacer su curso ordinario en el Congreso y pasar a ser efectiva una vez haya tenido lugar la dejación de las armas. Las Farc, por su parte, consideran que la ley debe ser el resultado del trabajo conjunto en La Habana y debe entrar a regir una vez se alcance el cese bilateral y el fin de las hostilidades, ya que técnicamente es en ese momento en el que acaba la rebelión.

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Las partes han estado trabajando sobre estos temas desde el 2 de abril. Del acercamiento de sus posiciones depende que el próximo jueves haya buenas noticias en La Habana. Quedan dos días en los cuales Gobierno y Farc trabajarán sin descanso para abrir la puerta hacia el fin del conflicto armado. Y aunque las distancias hacen pensar que aún se está lejos del acuerdo, las partes son optimistas. Así lo dejó ver el jefe guerrillero Carlos Antonio Lozada el domingo pasado, al señalar que ha habido avances que van a permitir un acuerdo en los próximos días.

Ahora, sólo resta esperar a que los plenipotenciarios de Gobierno y Farc le digan al país si lograron conciliar las posiciones que los alejaban de darle la más importante noticia desde que se inició el proceso de paz: el cese bilateral y definitivo del fuego y las hostilidades. Un acuerdo que, de alcanzarse, dejaría la mesa de diálogos frente a los aspectos finales del proceso de paz: la implementación, la refrendación y la solución a las salvedades.

Por Alfredo Molano Jimeno

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