Claudia López, la cara de la indignación

Claudia López, logró este año, junto a su pareja Angélica Lozano, canalizar el descontento de más de 11 millones de colombianos y llevarlos a las urnas a votar la consulta anticorrupción.

Germán Gómez Polo / @TresEnMil
02 de diciembre de 2018 - 03:00 a. m.
El nombre de López es uno de los más sonados para la Alcaldía Mayor de Bogotá. / Gustavo Torrijos - El Espectador
El nombre de López es uno de los más sonados para la Alcaldía Mayor de Bogotá. / Gustavo Torrijos - El Espectador

Cuando Claudia López, junto con su equipo, asumió el reto de recorrer el camino para convocar a una consulta popular anticorrupción, ella fue la única que se atrevió a fijar la meta de recolectar cinco millones de firmas. Era para que la Registraduría, haciendo a un lado las que podían estar erróneas o repetidas, no tuviera ninguna duda de que se habían presentado las rúbricas necesarias que se exigen, que son mínimo 1’762.083. Y los promotores de la consulta llegaron a la entidad con 150 cajas que contenían 4'312.653 firmas.

Ese fue el punto de partida de una acción política sin precedentes en Colombia. Una opción en la que muy pocos habían pensado, además, por sus altas exigencias, como el hecho de que para su aprobación se necesitaran cerca de 12 millones de votos. Si bien hubo apoyo del Partido Alianza Verde y de varios miembros del Congreso se unieron a la causa -producto de numerosos intentos fallidos por modificar un sistema de privilegios-, es justo reconocer que Claudia López y la hoy senadora Angélica Lozano, quien es su pareja, se echaron al hombro, en un trabajo incasable, no solo la recolección de las firmas, sino sacar de las casas un domingo cualquiera a más de 11’500.000 ciudadanos para unirlos en un único grito anticorrupción.

La consulta no superó el umbral mínimo. Sin embargo, el mensaje para la clase política dirigente fue claro y casi que de inmediato: la anticorrupción se convirtió en un asunto de todo un país, pese a que el tema todavía está en el papel. El efecto colateral, además, fue ubicar a López como uno de los personajes más importantes de la política nacional en 2019, quien aunque había tenido un paso destacado por el Congreso, logró sacar adelante, junto a Lozano, su equipo y la ciudadanía, una iniciativa de la que muchos se burlaban en las esferas más altas del poder. Una meta a la que hubiese sido imposible llegar sin la capacidad de canalizar la indignación y sin un trabajo milimétricamente pensado.

“Es disciplinada, rigurosa y detallista con todo”. Así describe Angélica Lozano a Claudia López, su pareja y una de sus coequiperas en las luchas políticas que pueden datar desde el movimiento de la Séptima Papeleta, en 1990, cuando López era estudiante universitaria. Poco a poco fue labrando un camino que muchos han reconocido. Bien se recuerdan los contundentes informes que, en 2006, fueron pieza clave para que el país pusiera los ojos sobre la connivencia que había entre varios políticos que habían llegado al Congreso y los paramilitares. Por esos días era una analista que pasaba por sus 30 años y que desde la academia se les enfrentaba a los más feroces personajes de la vida nacional, como el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez.

Ocho años después, en 2014, López llegó al Senado en su primera aspiración. Unos 81.045 votos la convirtieron en la candidata más votada de la Alianza Verde y, desde su curul, al lado de Antonio Navarro, lideró intensos debates y aireadas intervenciones, incómodas para tantos, pero tan contundentes, que no encontraban otro apelativo para enfrentarla que llamarla “gritona”. Ahí, por supuesto, no estuvo exenta de tener que retractarse de sus palabras, en varias ocasiones, por órdenes judiciales.

Temperamental, de mirada penetrante, buena cocinera, deportista y lectora apasionada, López llegó a uno de los picos de su carrera a finales de 2017, cuando fue elegida por su partido como candidata presidencial. Una aspiración de la que, consciente de la realidad política, dejó a un lado cuando empezaron los acercamientos entre el senador Jorge Robledo y el exgobernador de Antioquia Sergio Fajardo, quienes buscaban una gran alianza política para llevar a las urnas una candidatura viable. De esa llamada Coalición Colombia resultó Fajardo como candidato a la Casa de Nariño. Sin embargo, el 28 de febrero de 2018, desde la sala de la casa de su madre, María del Carmen Hernández, en el barrio Minuto de Dios de Bogotá, Fajardo le daba al país la noticia de que Claudia sería su fórmula vicepresidencial. Esa mañana, ante las cámaras de televisión, las lágrimas de la entonces senadora contrastaban con el carácter que la caracteriza.

Pero es precisamente esa trama de dificultades la que le puso la piel dura en el año que termina. “Fue un año maravilloso lleno de aprendizajes, de recorrer a Colombia, de prepararme en temas complejos, de mucha gente diciéndome en la calle ‘no se rinda’. Esa es la frase que más voy a recordar de 2018”, dice López, concluyendo con una referencia a su madre, a quien considera como la única persona que ha estado toda la vida repitiéndole: “Tú eres capaz de todo”.

“Ella es de carácter fuerte, de decir las cosas de frente, lo que implica que se pueda equivocar. La gente cree que es brava, pero no. Es un dulce absoluto (…), a ella la mueve la fuerza de las convicciones. La he visto llorar, sin cámaras, sin auditorio, como cuando varias veces llegaba de Tumaco, del Catatumbo o de Chocó”, comenta Angélica Lozano, quien trae a colación que la misma Claudia asegura que la energía que muestra al trabajar proviene de su hermana menor, que murió cuando ella apenas tenía cuatro años. “Dice que tiene tanta energía porque tiene la energía de dos”.

Para quien tampoco hay duda de esa capacidad de trabajo es para Sergio Fajardo, quien, como fórmula presidencial de la Coalición Colombia, la tuvo al lado en la campaña electoral de este año. “En ese tiempo de trabajo encontré a una persona dedicada, comprometida, leal y por quien tengo admiración y gratitud”, dice. De hecho, la considera la principal figura política del país, por lo menos, en los últimos dos años y medio, y con certeza afirma que puede ser la mujer más importante de la política en Colombia.

Como bien lo dice Angélica Lozano, Claudia López genera emoción, afinidad y apoyo, pero también miedo al establecimiento, al calificarla como una figura indomable. El tiempo, luego de su paso por el Congreso y de la campaña por la consulta anticorrupción, lo concentra en decenas de horas dedicadas a la biblioteca con la meta de graduarse del doctorado en ciencia política que cursa en la Universidad de Northwestern, en Chicago.

¿Qué hará a futuro? Realmente es incierto. Por el momento volvió a la Fundación Paz y Reconciliación, en donde afiló su análisis. No obstante, no es difícil augurar que regrese a la política, en donde se movió con maestría y pasión. De hecho, su nombre ha empezado a sonar como candidata a la Alcaldía de Bogotá, un terreno en el que tendría que disputarse la nominación, por el lado de los verdes, con su amigo Navarro Wolff.

 

Por Germán Gómez Polo / @TresEnMil

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