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Colombia: la paz con legalidad que transforma

Columna de opinión del consejero Presidencial para la Estabilización y la Consolidación, Emilio José Archila.

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Emilio José Archila Peñalosa *
09 de abril de 2022 - 02:35 p. m.
Según Emilio Archila, una de cada dos obras PDET han contado con componente étnico.
Según Emilio Archila, una de cada dos obras PDET han contado con componente étnico.
Foto: Mauricio Alvarado Lozada
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Con la certeza del deber cumplido, a cuatro meses de terminar su mandato, el presidente Iván Duque ha logrado- con los avances de la política de Paz con Legalidad – un escenario para que Colombia sea un mejor país, que los principios de equidad, igualdad y oportunidades sean irreversibles, y las futuras administraciones puedan construir sobre lo ya construido.

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La Paz con Legalidad fue la ruta señalada en 2018 para implementar los Acuerdos e ir más allá, como ha ocurrido, en la solución de problemas anacrónicos, que envejecieron mal, en detrimento de la sociedad, y que debieron solucionarse hace décadas.

El equipo de gobierno tuvo como ejes una planeación seria y de largo plazo, una manifestación política de cumplimiento y acciones que aseguran un proceso transformador irreversible.

En su visita a Colombia en noviembre pasado, el secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, reconoció los avances alcanzados pese a las dificultades del momento y a la huella de las violencias prolongadas, y destacó a Colombia como un modelo para el mundo en la construcción de paz.

Los avances en la transformación, que ya son visibles y validados por las comunidades beneficiadas, se fundamentan en la ejecución del llamado “índice de Paz con Legalidad”: 1: Garantías políticas y jurídicas; 2. Víctimas y restitución de tierras; 3. Reincorporación; 4. Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial; 5. Sustitución voluntaria de cultivos ilícitos; 6. Desarrollo rural integral; 7. Mujeres y género; 8. Enfoque étnico; 9. Desminado humanitario.

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El Plan Marco de Implementación determina 516 indicadores de cumplimiento para los gobiernos de turno. En ese esfuerzo hemos trabajado sin descanso, pese al impacto generado por la pandemia del COVID-19 y a las dificultades propias de estos tiempos. Si miramos lo que se ha logrado en apoyo a las víctimas de la violencia, con reparaciones individuales o a las comunidades aquejadas en conjunto por los violentos, el apoyo a casi el 50% de los 13 mil excombatientes de las Farc y que hoy tienen un proyecto individual o colectivo, o el respaldo a casi 100 mil familias que ya no cultivan coca y están en la legalidad, puedo decir que hemos avanzado mucho más de lo que proporcionalmente nos correspondía.

Hay 6,6 millones de colombianos que viven en las regiones más golpeadas por la violencia y la pobreza. Ocupan casi el 30% de la “Colombia dispersa”, los sitios más lejanos del millón 138 mil kilómetros cuadrados de nuestra superficie. A través de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET), una gran herramienta de transformación rural, se invierten hoy en esas regiones más de $11,7 billones de pesos (USD 3.284 M), el equivalente al 70% de lo que cuesta la primera línea el metro de Bogotá.

Es necesario hacer un reconocimiento al sector privado, a los empresarios, a las autoridades de todas las regiones, y en especial a la comunidad internacional. La cooperación internacional tuvo el tiempo de analizar el rumbo que le estábamos dando a la implementación. Después de consultarlo y estudiar lo logrado en todos los frentes, se han alineado con las políticas diseñadas por el gobierno del presidente Duque y, acorde con esas políticas, han ratificado políticamente y con recursos para la paz que este es el camino correcto para Colombia.

En plena campaña electoral, algunos desconocen los avances en la implementación, cuando es claro entender que esa práctica no construye paz. Hoy, los verdaderos enemigos de la paz son los disidentes y narcotraficantes que atacan a los líderes sociales, a los excombatientes y a la fuerza pública, con una acción criminal que rechaza toda la sociedad. La violencia no tiene futuro.

*Consejero Presidencial para la Estabilización y la Consolidación.

Por Emilio José Archila Peñalosa *

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Fabio(78069)11 de abril de 2022 - 01:55 p. m.
Tiene más cuerpo un somalí en dieta que este POBRE HIJO DE P U T A MENTIROSO
Fabio(78069)11 de abril de 2022 - 01:54 p. m.
Este triple hijo de P u T a como todo lo de este NARCO ESTADO PRODUCE, LO QUE SE OBSERVA en este personaje ASCO
Norma(12580)10 de abril de 2022 - 06:30 p. m.
NI PAZ, NI EQUIDAD, NI DESARROLLO, NI LEGALIDAD.
DANIEL(9ixul)09 de abril de 2022 - 11:30 p. m.
La paz no depende de indicadores asociados al Plan Marco de Implementación. Ojalá fuera así de sencillo. Este Gobierno a pesar de lo que dice el Consejero de quien no se puede decir que no ha trabajado por la implementación, juega a cumplir por un lado los "indicadores" y por otro a reinstalar condiciones estructurales de los problemas "añejos" de los que habla Archila.
José(9532)09 de abril de 2022 - 04:27 p. m.
Debería tener verguenza este otro títere del uribismo. ¿Cómo puede un gobierno que se comprometió a hacer e hizo trizas la paz, decir que trabajó en pro de la paz? Los hechos tozudos están ahí y ningún segundón de baja estofa nos va a convencer de lo contrario.
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