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Con cara ganan los conservadores, con sello también

La división de la bancada azul para la segunda vuelta presidencial es coherente con su comportamiento en situaciones semejantes. Eso sí, pone en aprietos la candidatura de Óscar Iván Zuluaga.

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Élber Gutiérrez Roa
29 de mayo de 2014 - 09:18 p. m.
Con cara ganan los conservadores, con sello también
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Divide y vencerás, decía Julo César hace más de 20 siglos en la antigua Roma. Divide y reinarás, pregonaba después Nicolás Maquiavelo. Y ahora, cuando mucho tiempo ha pasado desde la caída del imperio y el declive de los reyes, en la Colombia de hoy parece acuñarse una nueva interpretación del mismo aforismo. Llega por cuenta del Partido Conservador, el mismo que –ya se ha dicho- fue fustigado en la primera mitad del siglo XX por el propio Laureano Gómez, quien no vaciló en denunciar como “lentejos” a los miembros de su colectividad que accedieron a conformar gobierno con el liberal Enrique Olaya Herrera.

Nada más y nada menos que la estrategia del “divídete y reinarás”, que le ha servido al conservatismo para mantenerse en el poder más allá de las ideologías. Ahora, con la división en torno a la candidatura presidencial para segunda vuelta, acaban de dar otro ejemplo de aquello. Cerca de 40 congresistas azules decidieron respaldar al candidato-presidente Juan Manuel Santos, alegando que la bandera de la paz está por encima de cualquier otro interés. Y unos nueve más, junto con la ahora ex candidata Marta Lucía Ramírez, optaron por suscribir un acuerdo programático con el aspirante del Centro Democrático, Óscar Iván Zuluaga.

Loables los argumentos de unos y otros. Pero más allá de lo que firmen en los publicitados acuerdos o lo que se les escuche de dientes para afuera, queda una vez más en evidencia que en las votaciones del 15 de junio el conservatismo no perderá. Como lo pensaron los “lentejos” que apoyaron a Olaya Herrera. O como ocurrió en el gobierno de Álvaro Uribe, al cual llegaron luego de mucho pensar y de reflexionar en torno a la posibilidad de acompañar una candidatura que no fuera del partido. La bancada azul gana si el presidente es Santos, pero no pierde si queda Zuluaga.

No ocurre lo mismo por el lado de los aspirantes presidenciales, pues es posible que quien gane más entre ellos sea Santos. Muchos daban por descontado que la decisión oficial de las directivas conservadoras (no necesariamente obligatoria para los electores) sería de apoyo unánime para Zuluaga. Por eso, el hecho de que Santos se lleve un grupo de congresistas no sólo le significa sumar (que es lo que tanto necesita) sino impedir que su rival crezca. Queda por ver cómo se definirá en últimas el juego de alianzas con otros partidos ahora que enrique Peñalosa anunció que deja en libertad a su millón de electores y justo cuando el Polo Democrático se apresta a decidir el rumbo que tomará.

Y falta también saber, más a mediano plazo, cuándo será que el Partido Conservador se decide a formar líderes capaces de disputarle el poder a voto limpio a las otras colectividades, para evitarse el harakiri cada vez que llega una elección presidencial. Claro que en el caso del conservatismo el harakiri también tiene una redefinición, que no propiamente tiene que ver con suicidio. Divídete y reinarás.

egutierrez@elespectador.com

Por Élber Gutiérrez Roa

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