Daniel Samper Ospina: “Los líderes caudillistas no tienen humor”

El columnista, “youtuber” y presentador de piezas de humor político comenta los incidentes de un nuevo enfrentamiento con el partido uribista. En esta ocasión, uno de sus trinos, en el que alude a las palomas de la Plaza de Bolívar de Bogotá y a Paloma Valencia, fue el motivo para que lo acusaran de misógino y de amenazar a la parlamentaria. Reflexiona sobre la risa, sobre los que se ríen de sí mismos, sobre quienes no saben hacerlo y, también, sobre algunos de sus chistes que lo hicieron sentirse mal.

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Cecilia Orozco Tascón / Especial para El Espectador
30 de septiembre de 2018 - 12:00 p. m.
 “Realmente no calculo el efecto de lo que escribo”, dice Daniel Samper Ospina. / Fotos: Mauricio Alvarado
“Realmente no calculo el efecto de lo que escribo”, dice Daniel Samper Ospina. / Fotos: Mauricio Alvarado
Foto: MAURICIO ALVARADO
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Cuando publicó su trino esta semana sobre las palomas de Bogotá y sobre Paloma Valencia, ¿calculó que iba a ser motivo de otro enfrentamiento con el uribismo, que lo acusó de someter a la congresista a “matoneo” y a su pequeña hija al “escarnio público”?

No, realmente no calculo el efecto de lo que escribo. Solo procuro que interpreten de manera fidedigna lo que pienso y de expresar ese pensamiento con alguna gracia.

¿Cuántos de sus seguidores replicaron ese mensaje y cuántos lo marcaron con “me gusta”?

Tiene casi 7.000 réplicas y 21.000 “me gusta”. La verdad, me sorprendió que se viralizara tanto.

Su cuenta en Twitter tiene más de dos millones de seguidores, un volumen de ciudadanos similar al de los votantes del Centro Democrático en las elecciones para el Congreso en marzo pasado. Fue cuando Álvaro Uribe obtuvo alrededor de 860.000 votos, o sea, 1’150.000 menos que el número de quienes leen sus mensajes. ¿Ha reflexionado sobre la influencia pública que usted tiene y sobre el impacto de sus afirmaciones?

Sí, claro que sí. Creo que desde que logré traducir mi contenido de sátira al formato digital, mi alcance se ha triplicado y algunos personajes poderosos lo comprendieron así. Uribe comenzó a confrontarme cuando me volví youtuber. Antes, no me veía como una amenaza que controvirtiera su hábitat digital, montado por él desde hace años para evitar la intermediación de la prensa: los políticos autoritarios y mesiánicos han encontrado, en las redes, el mejor atajo para saltarse a la prensa que los confronta y para posicionar su versión como la única verdad, pura e incontrovertible.

¿Cuándo y con ocasión de cuál hecho notó que se había convertido en competidor digital del expresidente?

Lo noté cuando abrí mi canal de Youtube e hice videos que lo enfrentaban, como el de la marcha contra la corrupción convocada por el uribismo, en la que me colé, con Vladdo, con pancartas en que rechazábamos actos de corrupción sucedidos durante sus gobiernos. La reacción fue muy agresiva. Los manifestantes habían debido advertir que se trataba de protestar contra la corrupción del año 2010 en adelante únicamente. A partir de ese momento, Uribe empezó a reaccionar en mi contra desde su cuenta de Twitter.

Supongo que el uribismo ha percibido su grado de influencia social y por eso le da importancia a lo que diga. Eso explicaría el comunicado que el Centro Democrático publicó cuando reaccionó a su trino. Allí se afirma que usted “incita a que otros atenten” contra la parlamentaria Valencia. Y lo hace “responsable de la seguridad de nuestra senadora y su hija”. ¿Qué responde?

Naturalmente, el uribismo exagera. Mi trino no incitaba al odio o la violencia. Aún en una lectura literal que no se haga en clave de humor, lo que, en últimas, estaría deseando es que Peñalosa no alimente con maíz a Paloma Valencia si se la encuentra en la Plaza de Bolívar. Porque la medida anunciada por la Alcaldía no es la de matar palomas, es, simplemente, prohibir que se alimenten en la plaza. Me hago responsable de lo que le suceda a Paloma en ese sentido: si Peñalosa no le ofrece maíz al cruzársela en la plaza (palomitas de maíz, por ejemplo), es culpa mía.

(Risas) La mención, en ese comunicado, de la pequeña hija de la senadora, que no está relacionada en este trino, podría indicar que el expresidente no ha olvidado el incidente de hace más de un año por el nombre de la niña, que terminó en graves acusaciones en su contra, en una tutela suya contra él y en una retractación judicial de Uribe a su favor. Lo de hoy, ¿podría ser una especie de retaliación y usted dio papaya?

Sin duda. El uribismo quiere configurar un perfil mío como si fuera un violador de niños y ahora también un maltratador de mujeres. Su sistema propagandístico está en esa tarea desde hace tiempo: procura defenestrar al contrincante repitiendo un libreto. Y a mí me asignaron la pendejadita de que violo niños por haber hecho una broma de un nombre, no de una bebé, y ahora, de que maltrato a las mujeres e incito a que las maten por haber escrito un trino sobre lo dañina que es Paloma Valencia. Y es muy dañina, me sostengo.

¿Por qué dice eso?

No porque sea mujer, claro que no: ese es un oportunismo retorcido para poder justificar el ataque. Es dañina porque promueve el glifosato, un químico que está demostrado que causa enfermedades. Lo es porque presenta reformas a la justicia que resucitarían la inmunidad parlamentaria. Lo es porque quería dividir el departamento del Cauca entre indígenas y blancos, como una nazi. Le digo más: entre los daños que causan las palomas (y los palomos, para que no se diga que es un asunto de género) de la plaza, y las que causa Paloma Valencia, son mucho más graves los de la senadora. Por eso pedí, públicamente, en ese trino, al alcalde de Bogotá que si se va a ocupar de las palomas, le haga frente a la paloma uribista: que prohíba que le tiren maíz en la plaza.

Bueno, la protesta contra usted no se circunscribió al Centro Democrático. La Comisión para la Equidad de la Mujer, del Congreso, publicó otro comunicado casi en los mismos términos del primero. Afirma que sus mensajes son “de odio” y “exige respeto para la senadora y para todas las mujeres”. Lo que sugiere es que usted es misógino. ¿Lo es?

Primero, aclaro que —según me contaron— no todas las congresistas que pertenecen a esa Comisión firmaron o fueron consultadas sobre el comunicado. Segundo, es radicalmente absurdo y tonto suponer que mis críticas a Paloma Valencia son por su condición de mujer. ¿No puedo criticar las posiciones políticas de una mujer por el hecho de que es una mujer? ¿A quién critico, entonces, por las dañinas posiciones de Paloma Valencia? ¿A su marido, a sus amigos? ¿A quién? Era una crítica a Paloma Valencia por lo que piensa, repito, no por su género. Cobijar cualquier crítica que se le haga a una mujer con la bandera de género desgasta esa bandera, que es muy importante para la sociedad. Me habría gustado ver pronunciamientos de quienes firmaron en esa Comisión, en varios casos realmente preocupantes. Las muendas que el uribista y amigo de Paloma Valencia, Gustavo Rugeles, daba a su novia, por ejemplo. No leí quejas de las senadoras uribistas frente a ese caso, ese sí de violencia contra la mujer.

Ese individuo, ¿amigo de la senadora Valencia? No creo…

Pues, al menos, esa persona es pieza fundamental del sistema de comunicaciones de la posverdad que tiene montado el uribismo.

Usted mismo contestó con un comunicado, desde luego, en su estilo: con video y medio en broma, medio en serio. Es la primera vez que usa ese modo tan impersonal de expresión. ¿Estaba tomando del pelo al Centro Democrático o intentaba explicar el sentido de su trino?

Estaba haciendo las dos cosas: explicando el trino como una forma humorística de diseccionar un chiste y, a la vez, situando el debate donde me interesa: en hablar de las razones por las cuales considero que las ideas de Paloma Valencia son nefastas. Hablemos del respeto a la mujer: ¿acaso no saben las senadoras del Centro Democrático que me atacan que el glifosato produce abortos espontáneos? ¿Quieren eso para las campesinas de Colombia? ¿Rociarían los jardines de sus casas con glifosato, hoy mismo, con todos los estudios que existen sobre su toxicidad? ¿O lo dejan únicamente para que las mujeres del Guaviare y lugares semejantes tengan que soportarlo?

Usted y su humor no son los únicos que el partido del expresidente no soporta. Matador también ha sido blanco de controversias por sus trinos y caricaturas. ¿Qué explicación le da usted a la que aparenta ser una mayor intolerancia hacia los humoristas políticos con respecto a otro tipo de columnistas?

Los partidos caudillistas son, ante todo, solemnes. Y el humor destroza la solemnidad, baja del pedestal a quienes se creen mesías, los humaniza, y al humanizarlos, los vuelve vulnerables. Los líderes caudillistas no tienen humor: se rinden culto a sí mismos como si fueran incontrovertibles y perfectos. El humor es una forma de dudar y los autócratas, los caudillos, le tienen pavor a la gente que duda. Nada desconcierta tanto a Uribe como el humor, porque carece de él. No tiene el humor como arma y por eso responde al humor con calumnias, no con más humor. Y es una lástima, porque el humor es una garantía para la democracia.

¿A usted le parece requisito indispensable para un político tener humor? ¿No puede suceder que un político carezca de humor y sea un buen político?

Por supuesto, puede suceder. Pero el humor es garantía de que un político no será tirano. No digo que la única garantía, ni digo que una persona sin humor, necesariamente, será un tirano. Pero un político con humor y, sobre todo, con capacidad de reírse de sí mismo, casi siempre es un tirano menos, porque es alguien abierto a las críticas, alguien capaz de dudar de sí mismo.

Partamos de la base de que Uribe carece de buen sentido del humor. Entonces, ¿quiénes sí lo tienen?

Le digo algo: en mi columna (de Semana) suelo burlarme de los políticos desde el escritorio, en tercera persona. Pero el formato de youtuber me ha obligado ya no a burlarme de ellos sino con ellos. En otras palabras, a invitarlos a que se burlen de sí mismos. Y me han sorprendido varios. Santos, por ejemplo, hizo un capítulo entero en mi canal de Youtube, burlándose de sí mismo. Navarro Wolff tiene una muy saludable capacidad de burlarse de sí mismo. Roy Barreras. ¡Mockus! Hasta (Jorge Enrique) Robledo, al que vi con un abrigo rojo bailando reguetón. Eso no solo significa que son capaces de mamarse gallo, sino que saben que, en estos tiempos digitales, el humor es el mejor vehículo para ser viral, para conectarse con los jóvenes.

Los que usted menciona son, más o menos, del mismo espectro ideológico. ¿Acaso no hay en el uribismo políticos con humor?

Pues humor voluntario no he visto. Involuntario sí, mucho: Pachito Santos, por ejemplo, es una joya del humor involuntario.

¿Y qué opina del presidente Duque, que se ve menos tenso que su jefe?

¿Sabe algo? Creo que Duque tiene buen humor. También creo que, de los políticos de su partido, es el más tolerante frente a los dardos humorísticos que ahora recibe. Es un tipo informal y risueño. Algo va de Uribe a Duque, en este sentido.

Salvo lo que acaba de decir, pareciera que el patrimonio del humor está en manos de la izquierda o del centro ideológico, según usted…

¿Le menciono a alguien de derecha que me pareció con muy buen humor? (La vicepresidenta) Marta Lucía Ramírez. Le propuse, en mi canal de Youtube, el reto de los siete segundos, un reto famoso entre youtubers, con el desafío de que respondiera, por primera vez, algo sin extenderse. Pues me pareció muy divertida, con muy buenas salidas y con una forma increíble de burlarse de su poca capacidad de síntesis.

Vuelvo a los humoristas políticos: usted y Matador se ubican en el segmento ideológico contrario al uribismo y, en general, a la política tradicional. Del otro lado, es decir, en defensa de las ideas conservadoras, está, en su actual etapa, el maestro Osuna. ¿Usted lo censura por lo que expresan sus dibujos, seguramente muy distantes de lo que usted piensa?

Yo no censuro a nadie, nunca, jamás. Entiendo la libertad de expresión para defender, no a quienes piensan como yo, sino a quienes no piensan como yo. Ser tolerante con el igual no es un signo de tolerancia sino de egolatría. Lo que exige un talante democrático es tolerar al que piensa diferente. Al maestro Osuna, por lo demás, lo admiro mucho y lo considero un maestro absoluto de la caricatura. No necesito pensar como él para deslumbrarme con su ingenio y aplaudir su afilada forma de observar la realidad.

En medio de estas discusiones, ¿se ha planteado cuáles son los parámetros razonables de la libertad de expresión? Mientras sus defensores aseguran que ni usted ni nadie debe limitar sus expresiones por cuanto se trata de opiniones con protección constitucional, sus críticos afirman que se puede llegar solo hasta donde empiece el irrespeto.

El límite de la libertad de expresión es el Código Penal. Decir que alguien es asesino (o violador de niños) sin pruebas, no es una opinión: es una calumnia. Si me pregunta si se debe poner límites al humor para que no resulte ofensivo, diría que no, mil veces no: sería un gran peligro. ¿Quién redactaría, entonces, el código de lo permitido en el humor? ¿Quién diría hasta dónde y con qué palabras sí es permitido burlarse o reírse del otro o de una realidad? El humor es transgresor por naturaleza. Exigir un humor inofensivo es un contrasentido. El humor, además, es subjetivo: el mismo chiste que ofende a uno, hace reír a otro. Creo que el límite del humor lo pone el mismo chiste. Lo peor que le puede pasar a un humorista es quemarse con el voltaje de su propio chiste, porque no dé en el blanco y porque ofenda a la audiencia y no al objetivo…

A usted, ¿le ha pasado?

Claro que sí. E imagino que varias veces. El humor es un asunto de técnica, de pulirse. El secreto del humor está más en el cómo que en el qué. Creo que uno debería ser libre de burlarse de lo que le dé la gana porque a través de la risa, la sociedad respira. El secreto está en cómo…

Pero no se vaya por las ramas. ¿Con cuáles chistes se le ha ido la mano?

Pues con muchos. Es el gran riesgo del humorista. Recuerdo una vez que escribía sobre el parto de mi mujer y, a la vez, sobre la situación política del momento, y comparé a Valencia Cossio con un tapón mucoso. Fue fatal. El chiste fue absolutamente chirriante. Era de mis primeras columnas y me sentí mal porque el chiste destemplaba. Y como ese, imagino que varios más, pero recuerdo especialmente ese como uno de los más desafortunados.

Está bien que lo reconozca.

 

Nuevo capítulo: uribismo Vs. Samper Ospina

 Un trino de dos líneas subido a las redes, esta semana, por el humorista político Daniel Samper Ospina en que hacía un  juego de palabras con el término “paloma”, ocasionó un cataclismo en el uribismo que copó buena parte de su tiempo, en contestarle: escribió un comunicado de reclamo; incentivó la publicación de otro, en  similar sentido del primero pero con autoría de la Comisión del Congreso para la equidad de la mujer (aunque tres parlamentarias dijeron no conocerlo ni haberlo firmado); y realizó e instaló en la cuenta oficial del partido, en Twitter, un video estilo youtuber con el fin de criticar a Samper  pero, ante todo, de rechazar su mensaje que decía, textualmente: “Si Peñalosa quiere hacer frente a las palomas más dañinas de la plaza de Bolívar, que empiece por Paloma Valencia”. Samper aludía al intento, anunciado por el alcalde de Bogotá, de sacar las palomas de ese lugar mediante la prohibición de darles alimento por la contaminación que producen. Ese trino fue interpretado por el Centro Democrático como una incitación a que atentaran contra la vida de Valencia y la de su pequeña hija, aun cuando esta no hubiera sido mencionada. Por su parte, Samper respondió con otro video que se convirtió, rápidamente, en uno de los más comentados y aceptados por parte de sus dos millones 300 mil seguidores.

 

“Humor para recibir y para dar”

La falta de sentido del humor, de saber reírse de sí mismo o de soportar las risas de otros es un terrible mal, tal como usted dice. Su familia (Samper) es, precisamente, conocida por su capacidad de ponerle humor a cualquier situación. Permítame “meterme en su rancho” para hablar de un ejemplo: su tío Ernesto (expresidente), ¿cómo reacciona ante sus chistes, a veces, muy duros, en que alude al “elefante”, al proceso 8000 y a otros líos de su gobierno?

Pues mi tío Ernesto aguanta muy bien los chistes. Tiene cuero duro, como le corresponde a un hombre público. Cuero de rinoceronte diría, aún, de elefante. Y no solo tiene humor para recibir sino también para dar. En la familia, es de las personas más divertidas. Bueno, y su gobierno fue para morirse de la risa.

Después de este nuevo dolor de cabeza con el uribismo por un trino, ¿volverá a mencionar a la senadora Valencia en sus mensajes o en su Puta Obra o la borrará de sus libretos para evitar dolores de cabeza?

Claro que sí  la mencionaré ¿Qué sería de un humorista sin poder contar con las ocurrencias de Paloma Valencia? Ella hace parte del patrimonio humorístico colombiano. Sin Paloma y sin Pachito (Santos), humoristas y caricaturistas tendríamos que esforzarnos, por primera vez.

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Por Cecilia Orozco Tascón / Especial para El Espectador

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