De Alfonso Prada a Jorge Mario Eastman: ¿Para qué sirve la Secretaría General de Palacio?

El político que asumió ese rol en el Gobierno pasado era el encargado de repartir la torta burocrática para hacer que el Congreso marchara al ritmo de los intereses del expresidente Juan Manuel Santos. En contraste, las relaciones entre Eastman con el actual Congreso, en el Gobierno Duque, fueron prácticamente nulas.

-Lorena Arboleda Zárate / @LorenaArboleda8
25 de abril de 2019 - 02:14 p. m.
Jorge Mario Eastman era el secretario general de Palacio en el actual Gobierno. El mismo que ocupó el excongresista Alfonso Prada durante el mandato de Juan Manuel Santos. / Archivo
Jorge Mario Eastman era el secretario general de Palacio en el actual Gobierno. El mismo que ocupó el excongresista Alfonso Prada durante el mandato de Juan Manuel Santos. / Archivo

Si hay un rol clave en la Casa de Nariño es el de la Secretaría General. De las relaciones que logre establecer quien ejerza este cargo con el Congreso dependerá la gobernabilidad del jefe de Estado con el Capitolio Nacional. Basta echar un vistazo al último año del expresidente Juan Manuel Santos quien, reconociendo la mala comunicación que se venía dando frente a la implementación del Acuerdo de Paz, decidió delegar a Alfonso Prada, un hombre curtido en política, para que afrontara la oposición a lo pactado en Cuba y no dejara resquebrajar las relaciones con la denominada Unidad Nacional.

(Lea: “Tenemos una oposición que engaña”: Alfonso Prada)

El último año de Santos fue, particularmente, uno difícil para su gobernabilidad, dada la expectativa frente a un nuevo inquilino en la residencia presidencial que, para ese entonces, ya se vislumbraba que sería un miembro del Centro Democrático, ganador del plebiscito por el No. Por eso, la tarea que ejerciera Prada en ese momento se hacía fundamental para no dejar en manos de un Gobierno posterior el futuro de una de las normas más importantes que se estaban discutiendo y que, paradójicamente, hoy se ha vuelto a convertir en el centro del debate entre senadores y representantes: la Ley Estatutaria de la Jurisdicción Especial de Paz.

“Extorsión legislativa” fue la expresión con la que la Casa de Nariño definió lo que estaba ocurriendo en el Capitolio. Muchos legisladores no querían que se acabara ese último año de Santos sin que este satisficiera su apetito burocrático y eso explicó, como se recordará, la falta de quórum para aprobar la norma. Así que el desfile por los pasillos, tanto del Congreso como de la Casa de Nariño se convirtió en una práctica normal para los políticos que saben que el secretario general también es el que maneja el llamado “computador de Palacio”. Mejor dicho, el que reparte la torta burocrática y así, mientras Prada pisaba suelo legislativo, los congresistas tocaban la puerta presidencial.

(Lea: ¿Extorsión legislativa?: las razones del escaso quórum para la paz)

Los más difíciles de complacer eran los conservadores, decían los funcionarios de Santos. Los liberales, en cambio, que tenían siete ministerios, eran los más jugados por la paz. A Cambio Radical, partido fuertemente crítico con la JEP, Santos le pasó cuenta de cobro por no apoyar la norma y los sacó de la coalición de Gobierno. Y la U, que dividía su corazón entre el exmandatario y el uribismo, pensaba más en promover un proyecto que permitiera el transfuguismo político para acompañar a un presidente que “mirara hacia el futuro” que en la ‘mermelada’ que le podían dar en los escasos meses que le quedaban a Santos en la jefatura de Estado.

Pero las expectativas de los congresistas, incluidas las del propio Centro Democrático, superaron la realidad con el nuevo presidente, Iván Duque. Bajo la consigna de que no iba a permitir que las relaciones Ejecutivo-Legislativo continuaran siendo una especie de “feria de cargos”, puso a prueba su gobernabilidad cortando, aparentemente, las tradicionales formas que usa un jefe de Estado para hacer que sus leyes pasen la prueba en el Congreso. Y el resultado es evidente: la gobernabilidad de Duque es prácticamente nula en el Capitolio, las prioridades legislativas para su Gobierno han estado al filo de naufragar y todos los sectores, incluido el uribismo, se quejan de él.

Y es ahí donde aparece Jorge Mario Eastman. El excandidato vicepresidencial de Juan Carlos Pinzón es muy cercano al uribismo, a pesar de haber votado Sí en el plebiscito del 2 de octubre de 2016. Fue viceministro de Defensa durante el Gobierno de Álvaro Uribe y también consejero presidencial para las Comunicaciones entre 2006 y 2009. Un rol que, precisamente, no reivindicó cuando Duque lo designó como su secretario general pues, fueron contadas las veces -¿nulas?- en las que se le vio dialogando con los congresistas o hablando en representación del Gobierno en las largas sesiones del Congreso durante estos ya ocho meses de mandato.

(Lea: Jorge Mario Eastman renunció a la Secretaría General de la Presidencia)

Por eso, no sorprendió la decisión que adoptó Eastman esta semana al renunciar a su cargo sin mayores explicaciones, más allá de las que venían mencionando, en voz baja, los propios integrantes del Centro Democrático: la falta de comunicación con un hombre que, en teoría, debe ejercer una tarea clave para la gobernabilidad del primer mandatario en el Congreso. Desde hace ya varios meses, los legisladores uribistas se venían quejando del funcionario, entre otras cosas, porque era una pieza clave para determinar si podían o no ser recibidos en la Casa de Nariño para fortalecer las comunicaciones con el primer mandatario.

“La cosa no es con Iván Duque, sino con quienes lo rodean. Ellos no saben quién es uno y lo que hicimos en la campaña para llegar al poder, pero son los que están manejando la cosa, y eso se convierte en una humillación. En Palacio y en los ministerios no saben quiénes fuimos los que metimos el cuerpo”, dijo recientemente un importante miembro del Centro Democrático a este diario. Por eso, aunque prefieren entablar relaciones con su antiguo colega, el hoy alto consejero para Asuntos Políticos, Jaime Amín, los congresistas son conscientes de que las relaciones con el Ejecutivo está en crisis e insisten en que si no llegan cambios, el Legislativo no cederá a su favor.

(Lea: Iván Duque: sin aire político)

Eastman se fue y está por establecerse si llegará, finalmente, a un cargo diplomático. Lo único que se rumora es que la secretaria privada de Duque, María Paula Correa, entraría a ejercer, de manera permanente, el rol de Secretaria General de la Casa de Nariño. Es muy cercana al presidente Duque y es en ella en quien el presidente confía su agenda. El punto elemental que juega en su contra es que tiene una comunicación nula con el mundo político y no es tan viable que pueda confiársele una tarea tan compleja como ser el soporte de las relaciones de Duque con el Capitolio, en compañía de Amín. Habrá que ver si la salida de Eastman hace parte de una estrategia para modificar la balanza a su favor.

Por -Lorena Arboleda Zárate / @LorenaArboleda8

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar