Desde cuando se anunció el relanzamiento de la Fundación Buen Gobierno, a mediados de septiembre, se sabía que algo grande venía, y aunque el presidente Juan Manuel Santos no había hecho oficial su intención de aspirar a la reelección, sus principales escuderos que tomaron asiento en la dirección de la fundación lo daban como un hecho y empezaron a trabajar en un documento que esperan sea el eje central de las propuestas de campaña.
Para muchos, el hecho de que se calificara a Buen Gobierno como un centro académico, parecía un mal chiste. El argumento era que no podía haber un funcionario con un perfil más político que el presidente de la fundación, Germán Vargas Lleras. A la larga, así va a ser. En pocos días presentarán al presidente Santos un paquete de propuestas sobre 22 temas, que de inmediato se convertirá en la plataforma política del presidente, trabajo que ya está adelantado con la presencia de 20 departamentos. Para el próximo año esperan contar con 800 comités municipales.
El Espectador conoció el contenido de varias de las propuestas que se han venido construyendo en temas como agricultura, transparencia, producción, comercio internacional, educación, minería, energía, eficiencia del Estado, infraestructura, pobreza, empleo, salud, justicia, vivienda y seguridad ciudadana. En cada aspecto se planteará: ¿qué se ha hecho? Los principales obstáculos y la propuesta en sí.
Lo reconoció el excodirector del Banco de la República y miembro de la junta directiva de Buen Gobierno Juan José Echavarría, quien ha coordinado la construcción de las propuestas. Afirmó que “hace tres meses se conformaron las mesas de trabajo, a finales de diciembre se presentó un balance y la idea es tener todos los documentos el 15 de enero. Esperamos que este sea un insumo importante para la propuesta del presidente”.
Así será: pocos días después de la entrega de los documentos de Buen Gobierno, el presidente tendrá que presentar ante la organización electoral lo que será su plan de gobierno. Sin embargo, estas propuestas deben manejarse con pinzas, porque pueden generar susceptibilidades en los partidos de la Unidad Nacional, que serán los que finalmente legislarán sobre los temas. Lo que más preocupa es la reacción en la mesa de negociaciones de La Habana, pues los acuerdos en los que se ha avanzado y los que están por concretarse deberían ser parte de la propuesta de gobierno de Santos.
Llama la atención que se recogen los principales fracasos del gobierno. Se ha trabajado en propuestas sobre reformas a la justicia, política, a la salud, agraria y a la educación. Estos temas se ha intentado tramitarlos en la era Santos y uno a uno han venido cayendo. La reforma a la justicia terminó en un escándalo que obligó al presidente a objetarla. En el tema de salud se han tramitado dos normas que resultaron insuficientes y ahora está una tercera, a un debate de ser aprobada, que genera resistencia.
La reforma a la educación fue retirada porque las protestas de los estudiantes crecían como espuma por la posibilidad de que dineros privados formaran parte del sistema educativo, lo que se calificó como un intento de privatización. El tema de tierras ha venido avanzando con la restitución y la implementación de planes, pero aún se espera la gran reforma del sector. Incluso el ministro de Agricultura, Rubén Darío Lizarralde, tuvo que retirar la ley de baldíos.
Según conoció El Espectador, la propuesta de reforma a la justicia recogerá temas de la que se hundió, como la facultad nominadora de las cortes, que ha politizado la rama; la creación de un tribunal de aforados que reemplace la Comisión de Acusación, la eliminación del Consejo Superior de la Judicatura y se está planteando una fórmula que limite las facultades de los organismos de control, en especial la Procuraduría, sin afectar de fondo su capacidad sancionatoria.
La reforma política revisará el sistema de partidos. Incluso, se ha planteado la posibilidad de bajar los requisitos para su constitución y garantizar la participación, tema crucial en La Habana; propondrán listas cerradas o semicerradas que eviten “las peloteras que se presentan entre miembros de las mismas colectividades que terminan en debates personales y no programáticos”, dijo un miembro de la fundación. Incluirá garantías para la oposición y un gran cambio en el Consejo Nacional Electoral con magistrados que tengan independencia, una especie de Corte Electoral.
Para la educación hay conciencia en el Gobierno, que es necesario hacer una reforma y así lo planteó la ministra María Fernanda Campo, quien sabe que encontrar un consenso es difícil y por eso afirmó que “ante el disenso, será el Congreso el que tome la decisión”. Los insumos de esa reforma se tomarán, en gran medida, de las recomendaciones de Buen Gobierno.
También hay propuestas en los temas de salud y tierras, los documentos se están construyendo y en pocos días estarán en manos del presidente. Sin embargo, todos están relacionados con las negociaciones de paz con las Farc en La Habana, por eso desde ya se habla de manejarlos con extrema prudencia, porque no pueden estar alejados de las realidades que se han puesto sobre la mesa de diálogo y es claro que la prioridad de Santos es la paz. Es por eso que en Buen Gobierno saben que la última palabra la tendrá él.
La plataforma política del presidente
La Fundación Buen Gobierno fue creada por el presidente Juan Manuel Santos en 1994 bajo la premisa: “El mercado hasta donde sea posible, el Estado hasta donde sea necesario”. En 1996, cuando el gobierno del expresidente Ernesto Samper atravesaba por su peor crisis generada por el presunto ingreso de dineros del narcotráfico del cartel de Cali, lo que se conoció entonces como el Proceso 8.000, Santos, como director de Buen Gobierno, invitó al país al canadiense Adam Kahane, destacado por su papel en el proceso de paz en Sudáfrica.
Se reunieron nueve días en Rionegro (Antioquia), con la participación del Gobierno, el Congreso, la sociedad, los empresarios, la Iglesia, los militares, la guerrilla y los paramilitares, lo que fue calificado por Samper como una conspiración.
Hoy, 17 años después, la paz, el tema central del encuentro de Rionegro, es la principal bandera del presidente Santos con la cual busca su reelección.
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