Diálogos con el Eln, un asunto formal

Tras más de tres años de diálogos exploratorios, finalmente Gobierno y Eln iniciaron la fase pública de negociaciones. Participación de sociedad y desescalamiento de la guerra, primeros asuntos a discutir.

Alfredo Molano Jimeno
08 de febrero de 2017 - 05:21 a. m.
Diálogos con el Eln, un asunto formal
Foto: AFP - JUAN CEVALLOS

En la hacienda Cachampamba, situada 25 kilómetros al norte de Quito (Ecuador), se produjo finalmente el inicio de la fase pública de negociaciones entre el Gobierno y el Eln. Con este acto se dio por terminada la difícil labor de los diálogos exploratorios, que se extendieron por casi tres años de encuentros y desencuentros. Ahora la tarea será que la mesa de conversaciones llegue al punto final de la guerra entre el Estado y el grupo guerrillero. Con una situación particular de por medio: al gobierno Santos le quedan menos de dos años y en diez días se efectuarán rán las elecciones presidenciales en Ecuador, país que ha acogido la instalación del proceso y su primer ciclo de negociación.

Tal vez esta coyuntura explique por qué la instalación de la mesa formal no se hubiera producido en La Capilla del Hombre, lugar emblemático de Quito, donde inicialmente se iba a realizar el pasado 27 de octubre, pero que se suspendió porque esa guerrilla no liberó al excongresista Odín Sánchez. En aquella ocasión, cinco cancilleres y el propio presidente de Ecuador, Rafael Correa, se quedaron esperando la ceremonia. Este vez el mandatario no asistió. Es más, se dispuso como lugar de ceremonia una hacienda alejada de la capital ecuatoriana y con poco despliegue mediático.

Quienes sí llegaron a la cita fueron cinco obispos y dos sacerdotes, encabezados por el arzobispo de Cali, Darío de Jesús Monsalve. Además, vinieron por parte del Gobierno los ministros de Trabajo, Clara López, y del Interior, Juan Fernando Cristo, víctima de la guerrilla. Precisamente, antes de llegar a Quito, Cristo escribió en su cuenta de Twitter: “Voy a Quito a instalar la mesa con Eln, grupo que asesinó a mi padre. Acepté invitación del presidente Santos porque creo que sin perdón no tendremos paz”.

A partir de hoy quedaron atrás las frustraciones de más de tres años de diálogos exploratorios. Los ciclos de negociación serán de 45 días ininterrumpidos, en los que las partes trabajarán en dos subcomisiones: una que diseñará la fórmula para que la sociedad participe del proceso y la otra que se adentrará en construir una ruta de gestos humanitarios que permita el desescalamiento del conflicto y la construcción de confianza. De hecho, este ha sido el tema que ha permitido la instalación de la mesa. El nombramiento de dos gestores de paz y el indulto de dos jefes guerrilleros, además de la liberación de Sánchez, fueron las condiciones que le dieron paso a este evento histórico.

Frente a estos gestos humanitarios, monseñor Monsalve hizo un llamado para que las partes se comprometan a avanzar hacia el cese bilateral del fuego y de las hostilidades, así como le pidió al grupo guerrillero proscribir la práctica del secuestro. Estos son los dos temas gruesos que empezarán a abordarse desde hoy, en el primer día de negociaciones formales. Del otro lado, está el tema de la participación de la sociedad. Y es por esto que cerca de 400 personas de diferentes movimientos sociales —especialmente del occidente del país, donde la guerra con el Eln es protagonista— se desplazaron hasta Quito para acompañar la instalación de la mesa.

Marylen Serna, vocera del Congreso de los Pueblos, que hace parte de la Mesa Social para la Paz, explicó que lo que esperan es que, a diferencia de los diálogos de La Habana, el proceso con el Eln permita que las comunidades puedan poner sobre el tapete los asuntos que los afectan, como la salud, la educación y la calidad de vida de las gentes de la Colombia rural. “La participación no sólo va a ser en la mesa de diálogos, sino que tiene que darse en el país. El ejercicio tiene que tener en cuenta el espíritu de las regiones”, detalló.

Por su parte, Aureliano Carbonell, uno de los negociadores del Eln, sostuvo que están de acuerdo con que el Centro Democrático tenga un delegado en la comisión negociadora del Gobierno: “ellos hacen parte de los contrarios y la paz se hace entre los adversarios, así que bienvenidos en la mesa”. Para Carbonell, hay que avanzar en medidas humanitaria para aliviar la situación de las comunidades que habitan en las regiones donde aún se sienten los rigores de la guerra. Tal y como lo dijo el jefe negociador del Gobierno, Juan Camilo Restrepo, “no podemos ser inferiores al mandato que por la dignidad y la paz les reclaman a estas negociaciones los colombianos. Queremos responder a ese llamado. Queremos dar pasos firmes hacia una Colombia en paz”.

Por Alfredo Molano Jimeno

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