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No es frecuente que el presidente Álvaro Uribe agache la cabeza cuando algún líder político cuestiona sus decisiones de gobierno. Menos aún si se trata de uno de sus antecesores, con quienes ha tenido constantes diferencias sobre temas de alta política en el país. De ahí la perplejidad de quienes vieron su actitud prudente en la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores, reunida el martes para buscar apoyo de cara a la crisis con Venezuela y Ecuador.
Uribe les pidió ayuda a todos los ex mandatarios, pero de entrada dejó claro que quien más podía aportar para superar el impasse era Gaviria. La razón era sencilla: su doble condición de ex mandatario y ex secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), así como sus contactos con líderes políticos de los países involucrados en la crisis, eran indispensables para la estrategia colombiana.
Por eso Uribe no le dio vueltas al asunto. Tras un breve saludo general concedió la palabra a Gaviria y empezó a tomar nota de sus sugerencias. El ex secretario de la OEA habló durante hora y media. Pragmático y respetuoso por la figura presidencial, no tuvo problemas para entrar cuestionando la falta de estrategia del país para encarar la situación.
Dejó claro que era equivocado permitir que miembros de las Fuerzas Armadas manejaran la batuta en asuntos de política internacional: “A partir de este momento sólo puede haber dos personas llevando la voz oficial del país: el presidente y el Canciller de la República”, comenzó diciendo Gaviria.
En ese momento Uribe ya había anunciado su intención de denunciar al presidente venezolano, Hugo Chávez, ante la Corte Penal Internacional por supuestos nexos con la guerrilla colombiana. “Eso es otro error. Hay que buscar las vías diplomáticas antes que las jurídicas”, dijo Gaviria, para quien es poco probable que la Corte admita la reclamación de Colombia. Uribe escuchaba sin exaltarse y al final aceptó estudiar más el tema. No obstante, horas más tarde anunció la conformación de un grupo de expertos para defender el tema ante la CPI.
Gaviria también pidió no convertir al presidente ecuatoriano Rafael Correa en enemigo y urgió medidas para recuperarlo como aliado de Colombia. Entre ellas mencionó la necesidad de ofrecer excusas sin condiciones al vecino país por la incursión militar que terminó con la muerte del jefe guerrillero conocido como Raúl Reyes, segundo al mando en las Farc, el 1 de marzo.
“Sería un excelente canciller”, comentó en tono informal la ex ministra Noemí Sanín, al ver la forma como Gaviria “tiraba línea” en la Comisión Asesora. La ex canciller María Emma Mejía y el ex presidente Andrés Pastrana asintieron con la cabeza. Y la deliberación continuó.
Hubo luego varias propuestas que no tuvieron aprobación o ni siquiera fueron discutidas. Un ex presidente de la República pidió retirar al embajador de Colombia en Nicaragua. Una ex canciller solicitó llevar ante la OEA la idea de permitir la “persecución en caliente” 10 kilómetros adentro de las fronteras de los países vecinos. Y un militar indicó que deberían hacerse esfuerzos para que la base militar de Manta (Ecuador), próxima a ser retirada de ese país, sea instalada en La Guajira o Barranquilla.
Uribe decidió seguir adelante con la demanda ante la CPI (también rechazada por Ernesto Samper) y con el ofrecimiento de excusas condicionadas a Ecuador, mientras que acogió la idea de poner fin a la diplomacia del micrófono.
Los amigos
Aparte de las recomendaciones al presidente, el papel de Gaviria en materia de contactos internacionales también fue decisivo durante la semana. Por petición del Ejecutivo colombiano hizo contacto con gobiernos, ex presidentes e intelectuales de la región, en busca de respaldo para la administración Uribe.
Dicha labor fue especialmente efectiva entre martes y miércoles, con motivo de la sesión extraordinaria de la OEA, en Washington, que se abstuvo de condenar a Colombia por violación a la soberanía ecuatoriana. Aunque el escenario inicial era adverso para el país, el discurso del embajador Camilo Ospina y los movimientos políticos de Gaviria cambiaron la inclinación de la balanza y evitaron lo que habría sido una histórica derrota diplomática.
Pese al apoyo ofrecido al gobierno en momentos de crisis, Gaviria ha sido muy cuidadoso para que su asistencia no sea interpretada como una entrega incondicional al uribismo. Mantiene permanente comunicación con Uribe desde finales del año pasado, cuando se agravaron las diferencias con Venezuela, pero hace apenas dos semanas fue el promotor de la moción de censura al ministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias, por el sonado caso Carimagua.
Por lo pronto no ingresará al gobierno ni pactará con Uribe, sino que mantendrá la posición que el mismo Gaviria ha llamado “de respaldo crítico”. “No se necesita tener un puesto en el gobierno para ayudar al país”, dijo el ex mandatario en estos días cuando un amigo suyo intentó plantearle el tema.
Uribe también despejó las dudas de los periodistas hace unos días, al asegurar que le daría vergûenza ofrecerle un ministerio, así sea el de Relaciones Exteriores, al ex presidente liberal.
Dichos testimonios restan asidero a las palabras de quienes sugerían el relevo del canciller Fernando Araújo para quien, por el contrario,Gaviria pidió mayor margen de maniobra.