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El comienzo del segundo capítulo de Santos

El presidente asume su segundo período en el poder. Balance de su primer cuatrienio y perspectivas para 2014-2018.

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Camilo Segura Álvarez
07 de agosto de 2014 - 03:13 p. m.
El presidente Juan Manuel Santos asumirá hoy su segundo período en el poder.
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Tras cuatro años en el poder, el presidente Juan Manuel Santos asume hoy su segundo mandato. El acto formal de posesión, marcado por la ausencia de la oposición uribista y la presencia de más de 70 delegaciones de gobiernos y organismos multilaterales, será el escenario para que el primer mandatario haga un balance general del cuatrienio que termina, exponga el camino que tomará para cumplir sus promesas de campaña y se refiera, por supuesto, al asunto transversal de su apuesta política: el fin del conflicto armado.

Porque si hay una apuesta del primer gobierno Santos, que quedará en la memoria colectiva, esa es la de la paz. No es para menos. Elegido en 2010 con la herencia electoral que supuso la amplísima favorabilidad del expresidente Álvaro Uribe y tras haber asestado, como ministro de Defensa, contundentes golpes a las Farc como la muerte de Raúl Reyes o la cinematográfica ‘Operación Jaque’, el presagio común era que durante su mandato las puertas del diálogo con la guerrilla estarían cerradas. Sin embargo, precisamente hoy hace cuatro años, en su posesión, Santos dijo que las llaves de la paz no estaban en el fondo del mar y, casi dos años después, anunció al país que se sentaría a discutir en Cuba el fin de la guerra con la guerrilla.

Hoy la ruta hacia la paz parece expedita no sólo porque las negociaciones avanzan a un buen ritmo, al punto que, desde el próximo 22 de agosto, los delegados del Estado y la insurgencia empezarán a discutir el último tramo de la agenda de negociaciones. También porque el país ha dado pasos cruciales como la aprobación de la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, la reparación de por lo menos 350.000 víctimas y, de paso, porque se ha ampliado una matriz de opinión favorable al diálogo que, coincidencialmente, fue fundamental en la apretada victoria que logró por sobre el candidato del uribismo, Óscar Iván Zuluaga, el pasado 15 de junio.

Pero el único rasgo del primer gobierno Santos no es esta apuesta. Ha estado marcado por luces y sombras. Logros como la entrega de casas gratis a las víctimas y a los ciudadanos con mayor vulnerabilidad, la reducción de la brecha tecnológica entre las ciudades y el campo, la resolución de las asperezas diplomáticas con los países vecinos, la gratuidad general en la educación básica, la igualación de los planes obligatorios de salud de los sistemas contributivo y subsidiado, la reducción del desempleo y el crecimiento constante de la economía (sustentado principalmente en la minería), la consolidación de la ventaja militar sobre la guerrilla o la adjudicación y construcción de grandes proyectos viales son éxitos de su mandato.

Sin embargo, las críticas también han caído sobre el gobierno de la Unidad Nacional. Es preciso recordar las marchas estudiantiles que siguieron a la propuesta de reforma a la Ley 30 y que recibieron la solidaridad general, al igual que el paro agrario que copó las carreteras nacionales y que quedará en la memoria por la desatinada frase del mandatario advirtiendo que “el tal paro agrario no existe”. También las críticas de los internacionalistas por el manejo del fallo de La Haya sobre la disputa de mar con Nicaragua o la caída de la reforma a la justicia, a la que en el Congreso se le colgaron colosales micos o, incluso, la supuesta paquidermia institucional para enfrentar fenómenos propios del cambio climático.

Y es que, precisamente, durante el cuatrienio que comienza hoy, el presidente tendrá que asumir algunos retos pendientes de su primer gobierno. El primero de ellos, por supuesto, la consecución de un acuerdo final con las Farc y la puesta en marcha de las reformas que demanda la paz. Pero también los cambios que clama el sector educativo tres años después de que se anunciara la concertación con todos los actores del sistema de un proyecto de reforma que el país todavía no conoce o el anunciado reequilibrio de poderes, sobre el que ya trabaja el oficialismo en el Legislativo y que tocaría aspectos fundamentales de la justicia y el mismo sistema político. De igual manera otros temas menos publicitados, pero trascendentales, como la reforma a la consulta previa y a las corporaciones autónomas regionales.

Y es que, para todo ello, el primer mandatario tendrá que jugar muy bien el ajedrez parlamentario. A diferencia del Congreso que se posesionó hace cuatro años —en el que casi el 90% era oficialista gracias, en parte, a la herencia del uribismo— el que se posesionó el 20 de julio pasado plantea unos retos más complejos. La urgencia del Ejecutivo estará en saber sortear la oposición del uribista Centro Democrático y la tradicional, aunque más pequeña, bancada de izquierda. Seguramente esta última será aliada para gestionar los proyectos que demande la firma de un eventual acuerdo de paz, pero será una piedra en el zapato para facilitar otras leyes y reformas.

Sin embargo, esa oposición marcada también es una oportunidad para que el presidente tienda lazos de concertación con ella y, además, satisfaga a los sectores políticos que sienten su proyecto como propio, gobernando junto a ellos. Los nombramientos de Juan Fernando Cristo en el Ministerio del Interior, o de Aurelio Iragorri en Agricultura, dan cuenta de que así será. Lo cierto es que, desde hoy, cuando el país conozca la carta de navegación de los próximos cuatro años, y desde el próximo lunes, cuando quede clara la conformación del gabinete, el segundo y último capítulo de la historia de Santos al frente de la Presidencia irá escribiéndose. Seguramente, como el primero, deparará sorpresas, aciertos y desatinos. Aunque está claro que su principal prueba, por la que lo juzgue la historia, será la firma del esperado final de una guerra que completa medio siglo.

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Uribistas no estarán

De acuerdo con el artículo 192 de la Constitución, el presidente debe tomar posesión de su cargo y prestar juramento ante el Congreso de la República en pleno. El Legislativo está citado hoy para las 1:00 de la tarde en el Salón Elíptico y, una vez instalada la sesión, se nombrará una comisión protocolaria que informará a Juan Manuel Santos que todo está listo para darle posesión, acto previsto en una zona ubicada entre la Casa de Nariño y el Capitolio.
Todo indica que el expresidente Álvaro Uribe y los miembros de su partido, el Centro Democrático, no asistirán al evento. De hecho, el representante a la Cámara Edward Rodríguez, de esa colectividad, reveló que le hizo esa propuesta a sus copartidarios, pues considera que “la coherencia política y el talante del Centro Democrático nos debe impedir asistir a la posesión de un presidente ilegítimo, que en nombre de la paz adelantó el mayor fraude electoral de la historia”. Siendo así, la bancada uribista iría a la instalación de la sesión plena del Congreso, contestaría a lista y se marcharía.

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74 delegaciones

Un total de 74 delegaciones internacionales harán presencia hoy en el acto de posesión del presidente Juan Manuel Santos. Entre los invitados hay jefes de Estado o de Gobierno, vicepresidentes, cancilleres y ministros de distintos países de la región y el mundo, al igual que el presidente de la Unión Europea, el secretario general de la OEA, la secretaria general iberoamericana y los más altos directivos de organismos internacionales como el BID, la Cepal y la CAF.
Desde ayer se encuentran en Bogotá el rey Felipe VI de España; el viceprimer ministro de Portugal, Paulo Portas; el primer ministro de Curazao, Ivar Asjes; el ministro de Educación de China, Guiren Yuan, y el nuncio apostólico de Ecuador, Giacomo Guido Otonello. La Cancillería informó que también está confirmada la presencia de los presidentes de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner; Perú, Ollanta Humala; Venezuela, Nicolás Maduro; Ecuador, Rafael Correa; Panamá, Juan Carlos Varela; Honduras, Juan Orlando Hernández; Guatemala, Otto Pérez Molina, y México, Enrique Peña Nieto.

Por Camilo Segura Álvarez

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