Sin refrendación popular no habrá acuerdo de paz. Esta sentencia la ha repetido en múltiples ocasiones el presidente Juan Manuel Santos, pero también es claro que el mandatario desistió de la posibilidad de que se haga vía referendo. Luego de estudiar varios caminos, la conclusión es que la mejor alternativa es el plebiscito, por ese motivo el Gobierno presentó mensaje de urgencia a una iniciativa que el Partido de la U había radicado sobre este tema.
No parece coincidencia. A mediados de septiembre el codirector de la U, el senador Roy Barreras, radicó el proyecto de ley de plebiscito para refrendar los acuerdos de paz. Eso sucedió justo tres días después de que el presidente Santos reconociera, en un conversatorio con el expresidente del gobierno español José María Aznar, que lo mejor era descartar el referendo “porque sería un suicidio”. Ahora, casi dos meses después, el Gobierno pide mensaje de urgencia para esta iniciativa.
Pero ¿cuáles son las ventajas del plebiscito? La primera y más importante es que, a diferencia del referendo, no requiere preguntarles a los ciudadanos por cada uno de los puntos aprobados en el eventual acuerdo de La Habana, que tienen su respectivo umbral y si no alcanzan a pasarlo se caería la negociación. La idea es que a los acuerdos no se les cambie una línea.
La segunda ventaja son las posibilidades de éxito, que para el referendo se ha demostrado que son mínimas. Uno de estos fue tramitado por el expresidente Álvaro Uribe Vélez cuando su gobierno gozaba de la mayor popularidad, constaba de 17 puntos y fracasó en las urnas. También a Uribe se le cayó el referendo con el que buscaba su segunda reelección. Sucedió igual con el que buscaba castigar hasta con cadena perpetua a violadores y maltratadores de niños. En síntesis, el riesgo es muy alto.
Por el contrario, el plebiscito es solicitado por el presidente con la firma de sus ministros y se trata de una pregunta cerrada. Bastará que los colombianos voten si están o no de acuerdo con la negociación de paz, sin profundizar en lo convenido con las Farc. Sin embargo, esta es una herramienta planteada en la Constitución de 1991 que no ha sido estrenada, por eso no se sabe a ciencia cierta sus riesgos.
Uno de ellos podría ser el umbral. El artículo 80 de la Ley 134 de 1994, sobre los mecanismos de participación ciudadana, plantea que debe contar con el respaldo en las urnas de más de la mitad del censo electoral (personas mayores de 18 años habilitadas para votar), cifra que para los comicios del 25 de noviembre era de 33’820.199 personas. Así las cosas, 16’910.099 colombianos tendrían que votar en favor de los acuerdos de La Habana. El problema es que en Colombia el abstencionismo históricamente supera el 50%.
Pero como en el Congreso todo se puede, el proyecto de ley de plebiscito radicado por el senador Roy Barreras tiene la clave para superar el preocupante umbral. En primer lugar plantea que las personas voten en donde quieran: cerca de sus casas, del trabajo o del lugar de estudios. Además se plantea que los puestos de votación estén habilitados por cinco días.
Pero hay más “herramientas” para salvar la paz. El plebiscito no se ha estrenado y ya tendrá cambios. Aunque la ley es clara en que debe ser apoyado por más de la mitad de las personas que pertenecen al censo electoral, se plantea una modificación. Según advirtió el senador Armando Benedetti, quien será ponente de la iniciativa, la idea es que se presente un plebiscito sin umbral o que el umbral sea de más de la mitad de las personas que voten.
En cuanto a los tiempos, con el mensaje de urgencia presentado por el Gobierno, explica el ministro de Interior, Juan Fernando Cristo, “el propósito es que éste sea el mecanismo para refrendar el proceso de paz con las Farc y alcance su trámite en el Legislativo antes del 16 de diciembre, para que pase a revisión previa de la Corte Constitucional”. Luego de esta revisión se podrá convocar a elecciones, lo cual, de acuerdo con lo acordado en La Habana, debe ser a finales de mayo, dos meses después de que se firme la paz.