Según Luisa Fernanda Ospina, secretaria ejecutiva internacional de la Federación Nacional de Educadores (Fecode) e integrante de su comité ejecutivo, la reforma al Sistema General de Participaciones (SGP) de 2001 ha implicado para la educación dejar de recibir $191 billones, mientras la crisis se ahonda en medio de la pandemia por el COVID-19. La realidad muestra hoy que la educación virtual es un imposible en áreas rurales y urbanas de muchas regiones, y aunque han tocado las puertas del Ministerio para definir estrategias en conjunto, hasta el momento no encuentran respuesta.
Años atrás, la mayor asignación presupuestal era para la guerra, pero no se puede negar que hoy lo es para la educación…
Cierto, el mayor rubro del presupuesto es para la educación, pero el país en lo que más gasta es en el pago del servicio de la deuda. Es la política que ha venido fortaleciéndose durante 30 años de neoliberalismo y ahora tiene que ver con el ingreso de Colombia a la OCDE, donde las prácticas económicas no son para que el país progrese, sino para que no deje de pagar.
Por eso el interés de las grandes potencias para que Colombia entrara a la OCDE.
Se ve un incremento relativo en los recursos, pero, ¿bajo qué panorama? En 2001, cuando se dio el recorte a las transferencias, se modificó la forma como se financiaban varios sectores, entre ellos la educación. Con eso se han dejado de recibir en 19 años alrededor de $191 billones.
¿Cómo así, por qué si hay más recursos se habla de crisis?
Después de 2001, con la puesta en marcha de la reforma, cambió el sistema y la nación dejó de entregarle a la educación los recursos que se gastaba. Es por eso que universidades públicas, colegios y demás sectores están en crisis. Antes de ese año había cargos de vicerrector académico, orientadores en cada uno de los planteles, enfermeros, coordinadores de disciplina y coordinadores académicos. Muchos han desaparecido.
Le coloco un solo ejemplo: en el municipio de Génova (Quindío) tienen sedes rurales, colegios en el casco urbano y le dicen a la orientadora que tiene que cubrir todo. Es imposible, los educadores estamos comprometidos y tratamos de hacer un gran esfuerzo, pero así es imposible. La educación en este país funciona es por la entrega de los educadores.
¿Cómo está la situación con los niños en el área rural, en esta época de pandemia?
Es la gran preocupación que tenemos. Cuando esto empezó, el primer sector en irse a confinamiento fue el de la educación. Llevamos más de 100 días, claro, lo teníamos que hacer, porque las escuelas y los colegios son los más vulnerables por el tema del COVID-19. Y el Ministerio, negando una lectura real de lo que viven nuestras instituciones, le apostó a la virtualidad.
Pero es que no había otra forma…
Tiene razón, pero según estudios, el 96 % de los municipios del país no pueden implementar educación virtual porque más del 50 % de los estudiantes no tienen computador ni internet en sus hogares. Con otro agravante: las áreas rurales no tienen ninguna cobertura. Incluso en Armenia, capital deQuindío, hay sectores donde no tenemos internet.
¿Qué se está haciendo entonces para dar las clases?
En estos momentos, entre el 25 y el 30 % de los alumnos, desde que empezó la pandemia, no se han podido conectar por ninguna vía. Lo que se ha hecho es porque los profesores, por el amor que le tienen a su trabajo, han llegado hasta cada una de las viviendas de sus alumnos llevando cartillas y textos, para que puedan sacar adelante su año escolar.
¿Qué hacer con aquellos que no tienen acceso a las clases virtuales? ¿Van a perder el año?
A situaciones extraordinarias, medidas extraordinarias.
Desde Fecode hemos insistido en que les permitan a las instituciones educativas, en el ejercicio de la autonomía escolar, definir sus planes, tomar decisiones y que se entreguen los recursos para poder llegar a esos estudiantes. Lo que está pasando en muchos municipios es que no tienen internet y los muchachos no tienen computador. Hay que trabajar en eso, el mundo cambió, se necesita conectividad y los implementos para que los estudiantes puedan desarrollar sus clases. Los padres de familia y los profesores son los héroes en esta pandemia, ellos han convertido sus casas en aulas.
Lo que tiene que hacer el Gobierno es garantizar al menos que haya internet en todo el territorio nacional.
¿Y desde Fecode qué están haciendo?
Hemos estado acompañando a nuestros maestros en cada una de las labores y, le reitero, los profesores hasta han roto su confinamiento para llegarles a los estudiantes, tratando de que no se rompa esa cadena con los alumnos.
¿Qué llamado concreto le hacen al Gobierno?
Fecode, junto con las demás centrales obreras, ha hecho una propuesta en el sentido de que lo primero es el sostenimiento de las familias. Cada una de estas en este país está decidiendo entre comprar una libra de arroz, de carne o una bolsa de leche, o comprar internet, un computador o una tableta para que sus hijos puedan estudiar. La presencialidad, al menos por ahora, no se va a poder, y el Gobierno debe garantizar internet no solo para los estudiantes, sino también para los profesores. La pregunta es: ¿qué han hecho en estos 100 días de cuarentena por los estudiantes, que son la razón de una sociedad?
Pero desde el Gobierno Nacional se habla de la entrega de ayudas, de tabletas y computadores...
Aquí lo primero es internet, y no lo tenemos. El otro tema es que no podemos seguir mandando a los maestros a cada una de las casas de los estudiantes. En cuanto a las ayudas que usted menciona, en muchas de las zonas donde se han entregado ni siquiera hay conectividad. Y eso lo ha decidido el Ministerio de Educación, no los maestros.
Ante estas solicitudes, ¿cuál ha sido la respuesta del Gobierno?
No hay respuesta hasta la fecha. El Gobierno no ha atendido a Fecode desde que se inició la pandemia. Le hemos insistido y ha sido imposible. Parece que adoptó como política de Estado desatender a las organizaciones sindicales, y el tema más grave es que la pandemia les ha servido para escudarse. Hemos tratado por todos los medios de hablar con la ministra de Educación, María Victoria Angulo, vía telefónica o mediante cartas, y nada.
¿Qué piensa de volver a clases presenciales?
No es prudente. Lo ideal es que se mantenga la modalidad de clases en casa y que se hagan todos los esfuerzos para mejorar los mecanismos virtuales.
¿Y seguir virtualmente hasta cuándo?
Por lo menos hasta diciembre, hasta que termine el año y, si hay condiciones, el año entrante volver, pero tienen que haber todas las garantías de bioseguridad.