Más allá del “complejo de Adán”
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
Soy un convencido de que todo nuevo gobierno debe recoger y mantener las iniciativas o programas positivos de su predecesor, corregir o mejorar lo que sea necesario, y proponer nuevos programas y políticas que constituyan su sello personal. En otras palabras, no se debe partir de cero, como si nada del pasado valiera la pena, sino construir —y en lo posible mejorar— sobre lo construido.
Hay una pésima costumbre de muchos gobernantes, particularmente arraigada en América Latina, a la que muchos denominan “complejo de Adán”. Consiste en despreciar y desechar todo lo que se ha alcanzado en gobiernos anteriores y pretender que la historia comienza con el nuevo gobierno, como si el nuevo líder fuera Adán, el primer hombre sobre la Tierra. Cuánto tiempo, cuántos recursos se han perdido por la pretensión arrogante de los mandatarios de no avanzar sobre la senda ya recorrida por sus antecesores, cuando esta tiene sentido y va en la dirección correcta.
En mi caso, di continuidad y mejoré iniciativas, políticas y programas sociales muy importantes que venían de administraciones anteriores. Eso, precisamente, fue lo que ocurrió con el índice de pobreza multidimensional para Colombia (IPM-CO). Cuando me posesioné como presidente, el 7 de agosto de 2010, encontré un camino adelantado —aunque todavía en fase experimental y sin un solo documento o norma oficial que lo adoptara—, vi que era promisorio y decidí continuarlo con el mismo equipo de técnicos que trabajaba en su diseño.
Como ya se dijo, en mi campaña presidencial había declarado la lucha contra la pobreza como una de mis prioridades, al lado de lograr la terminación de una guerra interna que sembraba no solo muerte y dolor en nuestro territorio, sino también miseria. Con esto en mente, designé a Samuel Azout, economista de la Universidad de Cornell y exitoso empresario de la región Caribe de Colombia, como alto consejero para la Prosperidad Social. Conocía la eficacia de Azout y también su sensibilidad social; por eso lo puse al frente de esta consejería, con la precisa instrucción de coordinar todo con el Departamento Nacional de Planeación (DNP).
Como director del DNP designé al economista Hernando José Gómez, quien había sido codirector del banco central de Colombia y negociado con éxito el tratado de libre comercio de nuestro país con Estados Unidos. Gómez, doctor en Economía de la Universidad de Yale, quedó impresionado, como le había ocurrido a Azout, con las bondades del nuevo indicador de pobreza que se estaba trabajando en el DNP con el apoyo técnico de la Iniciativa sobre Pobreza y Desarrollo Humano de Oxford (OPHI). Por eso mantuvo al frente de esta tarea al mismo grupo de economistas que se encargada del tema.
Cuando me hablaron con más detalle sobre el IPM-CO que se estaba diseñando, entendí aún con mayor claridad el inmenso potencial de este instrumento para avanzar en una de las principales prioridades del Gobierno, como era la lucha contra la pobreza. Les pedí, entonces, que trajeran al equipo de técnicos a la Presidencia para conocer de primera mano su trabajo. Fue una reunión de aproximadamente hora y media, en la que también participó María Lorena Gutiérrez, alta consejera para el Buen Gobierno. María Lorena, doctora en Administración de la Universidad de Tulane, venía de ser decana de la Facultad de Administración de Empresas de la Universidad de los Andes, y se convirtió en una funcionaria de mi máxima confianza. Su labor de coordinación en la cruzada para reducir la pobreza en el país fue fundamental.
En la reunión, los técnicos del DNP explicaron con detalle la filosofía y la conveniencia de tener un IPM en Colombia como una medida de la pobreza complementaria a la que se hacía basada en los ingresos monetarios. Y me mostraron un proyecto de tablero de control en el que se podían evaluar los avances en las diversas dimensiones que se escogieran para medir la pobreza. Como economista y como gobernante, quedé fascinado con este nuevo índice que reflejaba las enseñanzas de mi profesor Amartya Sen. Vi que era un indicador claro, limpio, sintético; un indicador que comunicaba y que a la vez servía para ayudar a focalizar y optimizar la inversión social del gobierno. Me convertí en su más entusiasta impulsor.
Recuerdo que llamé al profesor Sen, que estaba en Boston, y le comenté mi interés en este índice que se había desarrollado sobre la base de sus teorías. Él quedó muy complacido y me recomendó que me pusiera en contacto con la OPHI y, en particular, con los creadores de la metodología Alkire-Foster, lo cual hice. Un par de años después, el 6 de junio de 2013, invitado por la doctora Alkire, tuve la feliz oportunidad de volver a encontrarme con mi antiguo profesor en un evento en la Universidad de Oxford, con ocasión del lanzamiento de la Red de Pobreza Multidimensional (MPPN por su sigla en inglés). Allí di un discurso sobre la forma en que se implementaba en Colombia el IPM y los primeros y muy promisorios resultados en la lucha contra la pobreza y la desigualdad. Para mí fue inmensamente satisfactorio compartir con mi maestro el inicio de una red global de países que están desarrollando, usando o explorando esta innovadora medición. Al final, en mayo de 2018, tanto el profesor Sen como yo fuimos designados cofundadores de la MPPN, lo que para mí constituyó un inmenso honor.