El 9 de marzo de 2009, el entonces candidato presidencial del Partido de la U Juan Manuel Santos anunció su fórmula vicepresidencial: Angelino Garzón. Para algunos fue una sorpresa; para otros, simplemente la concreción de una alianza de vieja data, cuando los dos se sentaron en el gabinete de Andrés Pastrana, el primero como ministro de Hacienda y el segundo como el de Trabajo. La fórmula ganó y hoy, seis meses después de llegar al poder, Garzón ha dejado en claro que no está dispuesto a ser una figura decorativa —como dicen ha sido la Vicepresidencia desde que fue revivida por la Constitución del 91— y que quiere ser protagonista de primera línea en el Gobierno.
Y sí que lo ha demostrado. Tras conocerse que la inflación de 2010 para ingresos bajos fue de 3,58%, Garzón —después de expedirse el decreto de reajuste salarial— fue de los primeros en salir a proponer un incremento del salario mínimo superior al 4%, que fue lo que finalmente se impuso. En el tema de la edad pensional, pidió eliminar el punto incluido en el Plan Nacional de Desarrollo que aumentaba la edad de jubilación de los colombianos, hecho que incluso le valió un llamado de atención del mismo presidente Santos, quien les pidió a sus colaboradores que las observaciones que tengan sobre asuntos del Gobierno sean privadas y no públicas.
Garzón fue también el artífice del acuerdo que logró conjurar un paro en El Cerrejón, con un incremento de salarios del 6,5% y mejoras en las condiciones de seguridad social y laboral para los trabajadores de dicha empresa carbonera. Y en la madrugada de ayer, gracias a su mediación, se puso fin a un paro camionero que tenía en jaque el transporte público en Bogotá y en varias regiones del país, con bloqueos y hasta enfrentamientos con la Fuerza Pública. “Yo soy, además de su colaborador, un amigo y un coequipero del presidente (...) Tengo unos mandatos del presidente sobre los cuales tengo que opinar públicamente”, dijo recientemente el vicepresidente en una entrevista, justificando así su activo accionar en diferentes frentes.
Sectores sindicales y de la izquierda, que antaño fueron sus compañeros de lucha, lo califican como un “traidor”. Otros ven en su actitud un desmedido apetito de poder que se demuestra con esas persistentes opiniones sobre temas que son más de competencia de los ministros —lo cual, dicen, es una clara extralimitación de funciones—. Hay quienes lo acusan de apropiarse de la Oficina Anticorrupción, la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, la Gobernación del Valle y la Embajada de Colombia en Venezuela. Y algunos consideran que su estrategia es posicionarse ante la opinión pública nacional y abonar así el terreno para una futura aspiración político-electoral. Ayer, por ejemplo, corrió la versión de su renuncia para ser candidato a la Alcaldía de Bogotá.
“Las funciones del ‘vice’ las establece el presidente y legalmente no están definidas. En el caso de los camioneros, Angelino Garzón intervino en una cartera particular, la de Transporte. La pregunta ahora es si eso viene por orden de arriba o si, como lo dicen algunos ministros, se está extralimitando. Lo cierto es que él ha cumplido muchas funciones. También hay que recordar su reciente gira para mediar en los TLC con Estados Unidos y la Unión Europea. Antes eso se delegaba a la Cancillería y a Comercio Exterior. Es importante que él haya sido líder sindical y sabe cuál es el lenguaje”, señaló Bibiana Andrea Clavijo, experta en imagen política de la Universidad del Rosario.
La lectura de Alejo Vargas, politólogo y profesor de la Universidad Nacional, es que para analizar a Garzón hace falta mirar hacia atrás, a los cuatro vicepresidentes que hemos tenido desde la Constitución de 1991. Humberto de la Calle fungía como embajador, Carlos Lemos tenía un perfil político, Gustavo Bell trabajó en derechos humanos y Francisco Santos fue un embajador volante de política exterior.
Angelino Garzón está siendo consecuente con su pasado. Según Vargas, “es un hombre que viene de la izquierda democrática y no se iba a resignar a estar en cocteles y reuniones, me imagino que eso lo hace de común acuerdo con el presidente y eso es útil en la democracia”. Respecto a las supuestas intromisiones del vicepresidente en los ministerios, el analista cree que está en su derecho de participar, pues ostenta el segundo cargo en importancia en el Ejecutivo, “los 9 millones de votos que recibió Santos en las elecciones también fueron depositados por Angelino”, dijo.
Por su parte, Fernando Giraldo, decano de Ciencias Políticas de la EAN y analista político, piensa que el hecho de que Angelino Garzón venga de la política lo ha hecho sortear todo tipo de situaciones: fue ministro, gobernador, embajador. “Era muy difícil que él llegara a la Vicepresidencia para ganar una pensión. Él en medio de su bajo perfil creó las condiciones para cumplir un papel protagónico, eso creo que no lo tenía previsto nadie en el Gobierno”.
La estrategia del vicepresidente, a juicio de Giraldo, es aparecer cuando hay un desgaste grave de los ministros como haciéndoles el favor a empresarios, presidente y sociedad. Con Dios y con el diablo. En resumen agregó: “Ha ganado pulsos con los ministros sin tratarlos mal y pidiéndoles aval. Es tan hábil en política que se enfrenta con los ministros a los que les tiene ventaja, por eso no lo ha hecho con el ministro del Interior, Germán Vargas Lleras; ni con el de Agricultura, Juan Camilo Restrepo”.