La turbulencia política producida por el choque entre la Presidencia de la República y la Corte Suprema de Justicia, debido a las revelaciones de prensa sobre la visita de dos emisarios del extraditado ex jefe paramilitar alias Don Berna a la Casa de Nariño, se agitó el martes aún más con un comunicado de prensa expedido por la Casa de Nariño en el que se instó al senador liberal Juan Fernando Cristo a que diga la verdad y haga “claridad” sobre la proveniencia de los dineros utilizados en la campaña para las elecciones parlamentarias de 1991.
El lunes pasado, en la defensa de los dos funcionarios involucrados en el escándalo —el secretario jurídico de Palacio, Edmundo del Castillo, y el jefe de prensa, César Mauricio Velásquez—, el presidente Uribe ya había arremetido contra Cristo, insinuando que había recibido dineros del narcotráfico para financiar campañas políticas en el 91, y contra el director del Partido Liberal, ex presidente César Gaviria, a quien le pidió explicaciones por la supuesta alianza entre su gobierno y Los Pepes para derrotar a Pablo Escobar.
Además, había dicho que en su administración se había eliminado la figura de la extradición sin explicación. Y en horas de la noche, en la rendición de cuentas de sus ministros en el último año de mandato, el Presidente insinuó que sus opositores lo quieren ver destituido o preso en la Corte Penal Internacional. “Pero les va dar mucha lidia, porque aquí hemos procedido con toda la honradez y con el más riguroso ceñimiento a la Constitución colombiana”, les advirtió.
“El senador liberal Juan Fernando Cristo debe decir con claridad si entregó dineros a campañas políticas para elecciones parlamentarias en 1991. Él sabe por qué se le pregunta”, señaló el escueto comunicado de Palacio, sacado ayer a la luz pública pocos minutos después de que la bancada liberal anunciara su veto al ministro del Interior y Justicia Fabio Valencia Cossio, en el trámite de las reformas política y a la justicia, por considerarlo impedido debido a los líos judiciales que afronta su hermano, Guillermo León Valencia.
A la arremetida de Presidencia vino la reacción liberal. El ex presidente Gaviria, también a través de un comunicado, calificó la actitud del Primer Mandatario como “impropia” de un jefe de Estado y consideró su lenguaje como “camorrista y pendenciero”.
Y utilizando la misma fórmula del Presidente de poner el espejo retrovisor y volver al pasado, señaló que si la Constituyente votó por la eliminación de la extradición, no fue por influencia del narcotráfico, sino porque la mayoría ciudadana compró la tesis de que el terrorismo era igual a extradición y recordó que “nunca escuché en aquellos años un solo comunicado o una sola declaración o intervención del entonces senador Álvaro Uribe a favor de la extradición de narcotraficantes colombianos”.
En su contraofensiva, Gaviria le pidió al presidente Uribe explicaciones por el ingreso a la Casa de Nariño, “tan fácil y tan frecuentemente”, de reconocidos delincuentes del paramilitarismo para realizar maniobras contra la Corte Suprema y ante la Corte Penal Internacional del por qué deslegitima de manera tan burda y reiterada las decisiones del alto tribunal. “Es lamentable tener un Presidente tan poco ponderado, tan poco reflexivo, tan poco calmado. Qué pena que el presidente Uribe se defienda con su rabia y no con su inteligencia. Cada día lo vemos más alejado del respeto al Estado de Derecho al que está obligado como Presidente de la República”, concluyó el ex mandatario en su comunicado.
Pero la reacción liberal no se quedó allí. En horas de la mañana, al término de la reunión de bancada, el mismo Juan Fernando Cristo anunció que se sentará con sus abogados para determinar si puede interponer alguna acción jurídica contra el Presidente, aclarando eso sí que no caería en la trampa de generar sofismas de distracción y que da por cancelado el tema ante la prensa. Incluso, algunos congresistas advirtieron que se estudia la posibilidad de demandar ante organismos internacionales.
A su vez, el senador Camilo Sánchez se atrevió a calificar al Jefe de Estado como un “peleador callejero que se bajó de su pedestal para buscar camorra”, y recordó también que en 1991 uno de los mayores samperistas del país era él. Como quien dice, la pelea está casada y si en algún momento el ministro Valencia tenía la ilusión de concertar con la oposición las reformas política y a la justicia, eso parece hoy una tarea imposible. El escenario político parece una gresca de todos contra todos y el Gobierno tiene ahora, además de la Corte Suprema, un nuevo ring: el del Partido Liberal.
Por El Espectador
