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“El periodismo está bajo creciente acoso político”: Jaime Abello Banfi

Jaime Abello Banfi, director de la Fundación Gabo cuyo Festival iberoamericano de periodismo acaba de celebrarse en Bogotá, examina la situación crítica que viven los medios del continente debido a los ataques que provienen de poderosos presidentes con tendencias tanto de derecha como de izquierda. Repara, también, en la pérdida de prestigio y credibilidad de la prensa, los periodistas y los contenidos digitales así como los riesgos que implican las campañas de desinformación.

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Cecilia Orozco Tascón
03 de agosto de 2025 - 01:00 p. m.
“El periodismo debe ser un dique de contención contra la trampa de la polarización política, producto de la estrategia de radicalización populista que intenta obligarnos a escoger entre espectros opuestos”, dice el periodista y promotor cultural Jaime Abello.
“El periodismo debe ser un dique de contención contra la trampa de la polarización política, producto de la estrategia de radicalización populista que intenta obligarnos a escoger entre espectros opuestos”, dice el periodista y promotor cultural Jaime Abello.
Foto: EFE - Carlos Ortega
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Acaba de concluir en Bogotá la décimo tercera edición del Festival Gabo que se realiza en el marco de la Fundación que, con el mismo nombre del Nobel, fomenta desde hace 30 años el periodismo libre y de calidad en Iberoamérica. Esta vez, ¿cuál fue el foco central del evento?

En una época de polarización y división atizadas por la política populista y el modelo de negocios prevalente en las redes sociales que explota las emociones negativas, necesitamos escucharnos y abrir espacios de confianza. Por eso, el lema del Festival Gabo, en 2025, fue “Vernos de cerca”, un llamado a abrirnos a las historias de los demás para entendernos mejor y construir sobre lo que nos une, en lugar de ahondar en aquello que nos separa. Nuestro fundador, Gabriel García Márquez, se caracterizó, justamente, por no permitir que las diferencias políticas le impidieran establecer amistad o dialogar con personas de otras tendencias. Ese foco conceptual implica, también, acercar diversos públicos a distintas formas de narración desde las tradicionales como la literatura, hasta las más recientes como el podcast. El Festival Gabo no es un congreso profesional ni un simposio académico sino un espacio de encuentro, debate y celebración de la ciudadanía con periodistas y contadores de historias.

¿Cuáles invitados estuvieron este año en Bogotá?

Vinieron defensores de la libertad de expresión de Iberoamérica y del nivel global. El economista Joseph Stiglitz, galardonado con el Premio Nobel 2001 y autor del reciente ensayo “Camino de libertad”, brindó una perspectiva crítica sobre los desafíos económicos globales. Dima Khatib, directora de Al Jazeera, reconocida por su liderazgo y visión en medios digitales, impartió una conferencia sobre su situación como refugiada palestina. La investigadora especializada en inteligencia artificial, Anya Schiffrin, debatió sobre los medios de comunicación y el auge de la desinformación. El ensayista y podcaster Jorge Carrión, de Barcelona, habló sobre nuevas formas de narrar. Las españolas Carmen Urbita y Ana Garriga Espino, creadoras del podcast ‘Las hijas de Felipe’, conversaron sobre su trabajo en el formato de audio digital. Nazima Raghubir de Guyana, periodista y defensora de la libertad de prensa, nos explicó los retos del periodismo en los países del Caribe. El maestro Jon Lee Anderson habló sobre la creación de sus piezas periodísticas en The New Yorker con los asistentes a su taller. El periodista y escritor argentino Cristian Alarcón, Premio Alfaguara de Novela y director de Anfibia, presentó un performance. El décimo tercer Festival Gabo no solo reunió figuras destacadas del periodismo sino que contó con la participación de delegaciones de organizaciones que promueven el periodismo y la libertad de expresión en el mundo como Reporteros Sin Fronteras, Instituto Reuters de la Universidad de Oxford, Pulitzer Center, International Press Institute, Comité para la Protección de Periodistas (CPJ), Deutsche Welle Akademie, entre otros.

En el marco del festival 2025, se entregaron los Premios Gabo. Los ganadores de este año, ¿cuáles temáticas abordaron principalmente y cuáles fueron los criterios aplicados para su adjudicación?

Los finalistas y ganadores en cinco categorías se lucieron por la cobertura de temas críticos como la violencia contra migrantes, el racismo estructural en el Caribe, la censura en regímenes autoritarios. Los trabajos ganadores, provenientes de El Salvador, México, Colombia, Cuba y Brasil, se destacaron -citando a los jurados- por su rigor investigativo, sensibilidad narrativa y un compromiso innegable con los derechos humanos. Esos ganadores en texto, imagen, fotografía, audio y cobertura, ofrecen ejemplos sobresalientes de un periodismo bien hecho que incomoda a los poderes y amplifica voces marginadas.

El festival también les rindió homenaje a dos mujeres periodistas y al medio venezolano Armando.info ¿Quiénes y cuáles son sus recorridos profesionales?

Para conmemorar los 30 años de la Fundación Gabo, nuestro Consejo Rector decidió otorgar un triple Reconocimiento a la Excelencia a la argentina Laura Zommer, líder de Chequeado e impulsora del periodismo de chequeo de datos o fact-checking en América Latina; la brasilera Patricia Campos Mello, reconocida por su cobertura sobre desinformación, violencia política y derechos humanos; y el medio venezolano Armando.info, que desde el exilio continúa revelando casos de corrupción y crimen organizado. Los tres representan trayectorias periodísticas que persisten frente a la censura, la represión y el descrédito.

No es un secreto que el ejercicio del periodismo continental pasa por un momento crítico ¿Bajo cuáles gobiernos se sufren las mayores restricciones o amenazas?

La situación del periodismo en América Latina y Estados Unidos es de una regresión preocupante con matices diversos en cada país, pero con patrones inquietantemente similares. Podemos afirmar que, en las Américas, el periodismo está bajo creciente acoso político, físico, económico, jurídico y tecnológico. Las campañas de desprestigio, las presiones y las amenazas provienen no solo de gobernantes o políticos intolerantes y de corte autoritario de los niveles nacionales sino, también, regionales o provinciales así como del crimen organizado que se extiende cada vez más; y de otros factores de poder como la minería ilegal e inclusive la gran minería. Hacer el ranking de la infamia en el acoso a la libertad de prensa sería una tarea triste y compleja, pero, para ilustración detallada de la gravedad del momento, recomiendo buscar en redes sociales la grabación del panel final del Festival sobre el tema de la resistencia del periodismo independiente ante el autoritarismo.

¿Cuáles casos se trataron y sobre cuáles gobiernos?

Seis periodistas ganadores de premios analizaron los casos de Nicaragua, la dictadura más cruel; Venezuela, El Salvador, Perú, Ecuador y Brasil. El deterioro de la situación se observa tanto en gobiernos autoritarios como en democracias debilitadas. En El Salvador, por ejemplo, Bukele, populista digital, aprovecha sus altos índices de aprobación que se deben a la aparente efectividad de su maquinaria de seguridad y encarcelamiento de pandillas, para avanzar en el control de las instituciones. Busca perpetuarse en el poder mediante reformas pero también con vigilancia y represión masivas, violación de derechos humanos, judicialización y saboteo digital desde bodegas oficialistas a periodistas críticos, cierre de medios, autocensura extendida y exilio de redacciones completas. En Estados Unidos, considerado históricamente un referente democrático, observamos una creciente degradación por la vigilancia tecnológica, la autocensura por miedo a perder acceso o empleo, ataques legales y difamación desde la presidencia contra grandes medios, periodistas inmigrantes y universidades, so pretexto de la defensa de libertad de expresión y el combate al antisemitismo.

De acuerdo con lo que ustedes saben, ¿cuáles y cuántos periodistas, escritores o creadores han tenido que exiliarse por temor a sus vidas, y quiénes permanecen detenidos en sus países por su ejercicio profesional?

No hay cifras consolidadas oficiales porque muchos exilios ocurren en silencio y bajo riesgo. En Nicaragua, por poner un caso, la respuesta brutal a las protestas iniciadas en 2018 desató un exilio masivo con decenas de periodistas huyendo por miedo a detenciones o represalias; muchos de ellos viven, hoy, en Costa Rica, España o Estados Unidos. En Brasil algunos de los principales influenciadores desinformativos ligados al bolsonarismo, han huido hacia Estados Unidos por temor a acciones judiciales. En varios países hay casos de detención arbitraria y un efecto corrosivo que desmantela los ecosistemas de medios, genera autocensura e instala una brecha entre las audiencias desinformadas y los medios.

Aparte de la situación particular que se vive en Estados Unidos, ¿cuáles gobiernos pueden calificarse como los represores del periodismo y a cuál ideología pertenecen?

Los gobiernos represores del periodismo libre y el acceso a la información no responden a una ideología única: pueden ser de izquierda o de derecha. Comparten la tendencia al populismo político y la utilización de una estrategia sistemática de control, desinformación y debilitamiento de la crítica. En los casos extremos como Nicaragua, Venezuela y Cuba, se simulan elecciones y se mantienen medios de comunicación; pero aplican la censura y limitan o criminalizan el ejercicio periodístico que investiga y critica. Mientras tanto, en El Salvador, el liderazgo populista de derecha concentra cada vez más poder, persigue periodistas y usa la vigilancia como herramienta de control de la opinión pública. En general, en medio de un ecosistema digital caracterizado por muchos actores comunicacionales y gran ruido propagandístico, se extiende poco a poco un ambiente hostil al pluralismo informativo, las opiniones críticas y la prensa libre, incluso en democracias que nos servían de paradigma.

También hay crisis internas de identidad y de credibilidad en el caso colombiano ¿Cómo califica el nivel actual de los medios nacionales y su ejercicio periodístico?

El periodismo colombiano tiene luces y sombras, pero hay que resaltar que en el país contamos con periodistas sobresalientes. Se mantiene una gran diversidad: medios nacionales generalistas controlados y sostenidos por grupos empresariales; diarios y emisoras más tradicionales y familiares en las regiones que luchan por mantener su influencia; medios nativos digitales consolidados o emergentes; periodistas que trabajan individualmente desde sus podcasts, libros y redes sociales. Bogotá es una capital del periodismo iberoamericano, como lo demostró el Festival Gabo que acaba de pasar. Más allá de las críticas, el periodismo colombiano está vivo y coleando. Ahora bien, el sector de los medios enfrenta transiciones muy importantes: En el orden político nacional, el primer gobierno de izquierda y sectores emergentes cuestionan el papel histórico que lo medios han desempeñado y reclaman justicia narrativa, representación e inclusión dentro de un contexto turbulento en el que la libertad de prensa se mantiene pero con reducciones crecientes. El periodismo también se enfrenta a la transición de la economía de los medios. El trabajo periodístico se ha pauperizado y solo mantiene una fracción de la base comercial de los ingresos publicitarios que han migrado hacia las plataformas digitales, donde además se compite en negocio e influencia con los llamados creadores de contenido.

Ciertamente, la independencia de los medios también pasa por su solvencia económica ¿Cómo se han afectado los principios periodísticos por las afugias de dinero?

Las estructuras de costos y la presión económica han llevado a las empresas de medios a la búsqueda de publicidad oficial e ingresos alternativos con proliferación de actividades y contenidos con riesgos éticos, puesto que no son estrictamente periodísticas sino de marca. Esto constituye, en definitiva, un terreno pantanoso para la legitimidad y la credibilidad y un campo abonado para la duda y las acusaciones de sesgo comercial y político. La situación no es fácil y se necesita cuidado ético, autocrítica y autoexigencia en todos los frentes de acción de un periodismo que es constantemente vigilado por audiencias desconfiadas y cansadas de la corrupción. Sin embargo, muchos medios prefieren seguir enconchados de manera defensiva en la añoranza de la época en que su privilegio comunicacional, ahora perdido, era llamado el cuarto poder.

En su criterio, ¿las duras críticas que el presidente Petro le hace, con bastante frecuencia, a los medios, ¿ha incidido en el descenso de prestigio de la prensa?

Ojalá el presidente Petro se dé cuenta de lo mal que le queda actuar de manera similar a Trump, Milei o Bukele los cuales, desde otra orilla ideológica, atacan el ejercicio de un periodismo libre y crítico; o peor aún, como dictadores enemigos de la prensa que roban elecciones, como Maduro y Ortega. Todos esos mandatarios insisten en desprestigiar y caracterizar a medios y periodistas como opositores políticos. Debemos pedirle al mandatario, sobre todo de cara a las próximas elecciones, que evite ese tipo de discursos desde la tribuna presidencial y que deje trabajar libremente al periodismo que lo tiene más difícil que nunca para un ejercicio profesional que no será perfecto pero sí es indispensable para la democracia.

En una evaluación reflexiva sobre el cubrimiento de sucesos que se hace en el país, ¿cómo calificaría a la prensa nacional?

El periodismo debe ser un dique de contención contra la trampa de la polarización política, producto del ecosistema de opinión de las redes sociales y de la estrategia de radicalización populista que intenta obligarnos a escoger entre los espectros opuestos. Hay conceptos que estudiar como el angertainment y el rage‑baiting, que significan contenidos en que la rabia y el resentimiento son privilegiados por los algoritmos y se explotan comercialmente como si se tratara de entretenimiento. Quieren hacernos caer en la trampa de la lógica del “enemigo” en política y a eso se dedican, por cierto, algunos influenciadores contratados y políticos en campaña. En el Festival Gabo 2025 propusimos a los asistentes que nos veamos de cerca unos a otros, justamente con la idea de combatir esas inercias de polarización irreflexiva que buscan arrinconarnos en extremos irreconciliables.

El periodismo colombiano enfrentará otro reto muy pronto: cómo informar sobre el periodo preelectoral y electoral ¿Cuáles son, a su juicio, las normas infaltables para superar con éxito el cubrimiento de este periodo crítico?

Hemos trabajado este tema a lo largo de tres décadas en los talleres y encuentros de la Fundación Gabo y las recomendaciones se mantienen: investigar mucho y atenerse a hechos verificados, evitar las tentaciones del facilismo y la desinformación estratégica, como reproducir rumores o versiones amañadas de la esfera digital o difundir encuestas manipuladas; ofrecer pluralismo de puntos de vista, diversificar las fuentes y si es del caso hacer alianzas para apoyarse en organizaciones de la sociedad civil especializadas en procesos electorales y otros temas relevantes en épocas de elecciones, con el fin de ampliar y mejorar el nivel de información, pero manteniendo la independencia editorial. No solo hay que producir buena información sino cubrir estrechamente al menos tres frentes: el financiamiento de las campañas, el correcto funcionamiento de las instituciones y la alineación de los programas políticos con los reclamos de la sociedad. En definitiva, no hay que quedarse en la cobertura a los candidatos y partidos sino afinar con espíritu de servicio público estrategias informativas para darle voz a los electores y vigilar las instituciones y la confiabilidad del sistema electoral.

Los ataques directos del gobierno Trump, tanto a los grandes medios de comunicación como a las universidades, ¿se han tomado en el resto de la región como una especie de “autorización” para practicar la misma conducta?

Desde su primer mandato, el discurso y las prácticas comunicacionales de Donald Trump han exhibido formas explícitas y eficaces para desprestigiar y contrarrestar la influencia de medios y periodistas. Es un caso paradójico porque este político populista se comporta como un animal mediático experto en televisión y prensa de chismes, activo en redes sociales, presto a hablar con los periodistas y también a insultarlos. Es muy hábil para instalar sus narrativas y liderar la agenda pública, vender, con golpes de efecto, sus temas favoritos y marcos mentales, y emitir propaganda. Si es preciso, retuerce de forma descarada las interpretaciones o acomoda con mentiras y datos falsos su visión de la realidad. Aunque es difícil de medir, no cabe duda de que se ha creado una suerte de efecto Trump que justifica, a nivel global, la actuación de otros gobernantes interesados en la deslegitimación del periodismo, la academia crítica y hasta el sistema democrático mismo. Lamentablemente, Trump es un cínico con éxito.

Sin embargo, el gobierno Trump y sus seguidores argumentan que debe permitirse la libertad absoluta de expresión, es decir, sin ninguna restricción…

Es cierto. El gobierno Trump promueve, internamente, el desmantelamiento de medios públicos; e, internacionalmente, una noción de libertad de expresión absoluta sin limitaciones éticas o legales, el llamado free speech, como se ejecutó en el reciente ataque contra el gobierno y los magistrados del Tribunal Supremo de Brasil. Esta postura ideológica no solo es muy útil para el negocio de las grandes tecnológicas con las que se ha aliado el gobierno de Estados Unidos, sino para aquellos que se sirven de la propaganda, la desinformación y la manipulación. Es, justamente, lo contrario a la noción clásica de libertad con responsabilidad, que sustenta ciertas regulaciones en función del interés público y que justifica los sistemas de autorregulación y moderación de contenidos que, recientemente, se han desmontado en la mayoría de las redes sociales. Esta imposición conceptual está reflejada, también, en la política de inteligencia artificial que Trump lanzó la semana pasada que ha planteado como una competencia por una especie de superpoder para controlar el futuro de la humanidad frente a China como potencia antagonista. En esa carrera no se admitirán restricciones regulatorias, ambientales o fiscales de otros países.

A propósito, la gran incidencia de la inteligencia artificial en las comunicaciones masivas, ¿es preocupante para la información que privilegia la responsabilidad?

La inteligencia artificial es un tema que merece examen y debate público en función de su apropiado aprovechamiento económico y social; de los riesgos éticos y técnicos que se corren con la entrega facilista a las máquinas pensantes, y del conflicto con la propiedad intelectual que es arrasada sin compensación. O, inclusive, en el escenario de que la gente reemplace el periodismo por información robotizada. Pero, sobre todo, hay que examinar sus impactos, principalmente, por esa dimensión política que debe ser comprendida y ojalá regulada por acuerdos internacionales, que consiste en la posibilidad de que los ganadores de esta carrera instauren proyectos de imperialismo tecnológico desde donde se pueda ejercer una suerte de colonialismo digital y extractivo sobre otros países.

Reconocimiento del Premio María Moors Cabot 2025 para Jaime Abello, de la Fundación Gabo

La Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia acaba de anunciar los nombres de los ganadores del Premio María Moors Cabot 2025, el reconocimiento más antiguo del periodismo internacional. Este año, el jurado otorgó una Mención Especial a Jaime Abello Banfi, director general y cofundador de la Fundación Gabo, como reconocimiento a su trayectoria de defensor de la libertad de prensa y promotor de la ética y la excelencia periodística en América Latina. Hace tres décadas, Abello Banfi creó, junto al Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano (hoy, Fundación Gabo) con el propósito de formar nuevas generaciones de periodistas en la región. Bajo su liderazgo, la organización se consolidó como una institución clave para la formación del periodismo iberoamericano a través de talleres, festivales, publicaciones, becas y premios que han impactado a miles de periodistas. Su labor incansable por la innovación narrativa y la formación ética ha sido, “una contribución extraordinaria al entendimiento interamericano” según las palabras del jurado.

Festival con 100 eventos y 150 invitados de varios continentes

Jaime Abello: “Este año el Festival buscó nuevos públicos de todas las edades para lo cual desarrolló, en el ámbito digital y en 21 locaciones de Bogotá, 100 eventos de distinto tipo, como talleres, charlas, cubes de lectura, exposiciones, proyecciones, performances, pódcasts en vivo y seminarios de intercambio, a cargo de 150 invitados de varios continentes. La agenda contempló entre otros temas cruciales, la lucha contra la desinformación, la reinvención del periodismo, la sostenibilidad de los medios, las voces del feminismo, los refugiados palestinos, los dilemas éticos de la inteligencia artificial, la literatura contemporánea, la justicia racial, las percepciones sobre la hoja de coca y, por supuesto, el legado de Gabo abordado desde una mirada amplia sobre la vida, obras e ideas de este creador singular, defensor de los derechos humanos, impulsor de los espacios de formación práctica, amante del periodismo y la literatura, pero, también, del cine y diferentes herramientas y miradas para narrar nuestros entornos”.

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enriqueparra1978(84821)04 de agosto de 2025 - 10:54 a. m.
El periodismo colombiano y en otras partes del planeta está vendido a intereses económicos muy poderosos que pretenden orientar el pensamiento ciudadano hacia tal o cual ideología. Las redes sociales, en cambio, son manejadas por millones, que no se dejan manipular por ideologías o mentiras. La verdad siempre sale a flote y es reconocida como el mejor camino para que toda sociedad pueda moverse hacia el futuro que cada cual busca. El periodismo es verdad. No más mentiras!
ERWIN JIMENES(18151)04 de agosto de 2025 - 10:41 a. m.
Cual periodismo?..la prensa "independiente"? ..donde queda el criterio periodistico? ..comfirmar antes de publicar ..lo que pasa es que hoy dia ,hay mucha informacion,,veraz,falsa ..los medios alternativos,los serios,tienen una alta crediblidad ..dan una noticia que es falsa,al medio dia ..en la noche ,ellos mismos la desmienten ..lo hacen a proposito..para hacerle daño al gbno ..la gente no es boba ..los bobos son ellos ..son otros tiempos..entiendanlo.
CARLOS BARRGAN(lcggj)03 de agosto de 2025 - 09:20 p. m.
Señor ABELLO, ¿Y, de la autocrítica al interior del periodismo colombiano qué se dijo y qué se concluyó? Habrán recordado los periodistas que, "del periodismo sesgado al activismo político solo hay un paso", y que, ante esa lamentable situación se hace necesario corregir, y procurar ser veraces y equilibrados. Nuestro periodismo está actualmente de capa caída, bueno sería reconocerlo y empezar a sanarlo.
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