Era una deuda de la Constitución de 1991. Ayer, 27 años después, el presidente Juan Manuel Santos sancionó la ley que establece el Estatuto de Oposición, la cual comprende garantías para las organizaciones políticas que se declaren contrarias al Gobierno, tanto en el ámbito nacional como en el departamental, municipal o distrital. El Estatuto fortalece el concepto de oposición como derecho fundamental autónomo y le reconoce financiación y el acceso a medios del Estado, así como seguridad política, jurídica y personal, y participación en mesas directivas de corporaciones públicas y en la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores, entre otros aspectos.
Por ahora, de cara al entrante gobierno de Iván Duque, son cuatro los partidos y movimientos políticos con asiento en el Congreso que se declararían en oposición: Polo Democrático, Alianza Verde, Decentes y FARC. También se habla de sectores de la U y del liberalismo que podrían desligarse de él. La norma establece que a partir del 7 de agosto, tras la posesión del nuevo presidente, las colectividades políticas contarán con un mes para tomar una decisión: declararse en oposición, en independencia o cogobierno.
Hay quienes desde ya le dan a Gustavo Petro el título de jefe de la oposición a Duque, como candidato perdedor en la segunda vuelta presidencial con la no despreciable cifra de ocho millones de votos y con una curul asegurada en el Senado. Sin embargo, el Estatuto dice que cada partido tendrá su propio vocero y ya hay voces, como la de Jorge Robledo, legislador del Polo, que se niegan a aceptar que Petro sea su único representante, aunque reconoce que en ese ejercicio habrá que buscar consensos.
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Para el analista Carlos Andrés Arias, el Estatuto, además de dar las herramientas a los partidos opositores, abrirá el debate sobre quiénes realmente son la oposición y medirá qué tanta fuerza y liderazgo tendrá Petro dentro de la construcción de algo que “aún es muy gaseoso”. “Ahora se verá si Petro, como lo ha dicho, representa a esos ocho millones de votos. El Estatuto configura una participación contundente en temas como las alocuciones, por ejemplo, pero también está la posibilidad de que fragmente más a la oposición”, señala.
Arias hace esta observación teniendo en cuenta que no está claro dentro del articulado si la oposición se tendrá que unificar para participar o si los espacios de réplica serán distribuidos en total igualdad para todos los partidos que hagan la declaración política en contra del Gobierno. “Es un vacío importante”, concluye.