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Análisis: El cambio que queremos

El propósito de los cambios es tener una nación más justa, más equitativa y menos violenta; sin embargo, esa idea de cambio genera frustración, tristeza y desconfianza.

Santiago Silva Jaramillo *
07 de junio de 2022 - 02:18 a. m.
La confianza se construye a través del diálogo. / Getty
La confianza se construye a través del diálogo. / Getty
Foto: gETTY

Según la iniciativa de diálogo social Tenemos que hablar Colombia, seis de cada diez personas en el país quieren un cambio en la política, para eliminar la corrupción y tener funcionarios más preparados; en la educación, para que la formación ciudadana sea una prioridad, y en la cultura, para minimizar la naturalidad con la que se acepta la trampa y promover la idea de lo colectivo. El propósito de los cambios es tener una nación más justa, más equitativa y menos violenta; sin embargo, esa idea de cambio genera frustración, tristeza y desconfianza.

En agosto de 2021, recién salidos de meses de movilizaciones sociales, seis universidades y un grupo de organizaciones, empresas y ciudadanos invitamos al país a conversar sobre el futuro en Tenemos que hablar Colombia. Más de 12 mil personas respondieron al llamado. Cinco mil de ellas se dieron cita en 1.453 sesiones de conversación, en las que cientos de miles de palabras sistematizadas y analizadas se convirtieron en una ventana a los sueños, las preocupaciones y las propuestas de la gente. Con estos resultados, Tenemos que hablar debe incidir en la agenda política del próximo presidente.

Al analizar más de 30 mil datos, se concluyó que las colombianas y colombianos están tristes porque a la expectativa de cambio la atraviesa la frustración social, que se ha convertido en costumbre y no confían en quienes creen que deben liderar el cambio. Los conversadores fueron capaces de reunirse entre diversos, proponer temas y argumentarlos, debatirlos con otros, imaginar soluciones y proponerlas, señalar posibles responsables, pero al determinar si podían confiar en esos responsables (Congreso, Presidencia, alcaldías) la respuesta fue negativa. Las personas pueden imaginar un mejor futuro, pero creen que la corrupción se interpondrá en ese camino.

Tal vez de lo más interesante que aporta este análisis al país, más allá de ese diagnóstico que es, más o menos, previsible, son las posibles salidas.

En primer lugar, las conversaciones entre 5.159 personas indicaron que pueden transitar de la tristeza a la alegría cuando hablan y opinan sobre lo que se debe proteger: la Constitución, los Acuerdos de Paz, la biodiversidad y la diversidad cultural. Este es un horizonte compartido, es el camino para lograr parte del cambio deseado.

Segundo, que la conversación generó confianza. Después de conversar, el nivel de confianza incrementó 22 puntos porcentuales y más del 70 % dijo que lo que más les gustó fue escuchar opiniones diversas. Por eso, uno de los seis mandatos ciudadanos que resultaron de este proceso es generar confianza en lo público, abrir diálogos con reglas y propósitos claros, fortalecer los modelos de gobierno transparente, atender agendas ciudadanas como la de Tenemos que hablar, y acompañar los procesos de la academia, los jóvenes y las organizaciones sociales, que son quienes tienen la mayor confianza de los participantes.

Al final, el triste colombiano quiere un cambio que le permita hacer realidad un mejor futuro, uno que, sin grandes traumatismos, le permita al menos experimentar un poco de alegría cuando le preguntan por lo que viene para su país.

Profesor de la Universidad Eafit y gerente de “Tenemos que hablar Colombia”.

Por Santiago Silva Jaramillo *

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