Existen varios factores que hicieron posible esta transformación del tablero político: los estallidos sociales que se vivieron desde 2019 y que desembocaron en el paro nacional de 2021, el impacto de la pandemia en la calidad de vida de las clases medias y vulnerables del país, y la desconexión del gobierno de Iván Duque con los reclamos derivados de estas dos realidades.
Es claro que Colombia se decidió por un cambio, pero aún no ha consensuado qué tipo de transformación quiere, y esa será la gran decisión a tomar el próximo 19 de junio, cuando volvamos otra vez a las urnas -ojalá de forma masiva-. Con una política tradicional desplazada, la decisión se reduce a dos opciones de candidatos que se proclaman como los llamados a llevar a cabo un mandato popular que busca darle un giro al país, a la abstención o al voto en blanco.
En consecuencia, estamos siendo testigos de una segunda vuelta bajo un discurso antiestablecimiento. La agenda -sin debates a la vista- está siendo marcada por la confiabilidad de cada uno de los candidatos y los temas más álgidos de conversación giran en torno a pobreza, estabilidad y modelo económico de Colombia, las garantías democráticas que cada uno ofrece, su posición frente a la agenda de derechos y género, y las soluciones ante la violencia e inseguridad. En cualquier caso, existen importantes coincidencias en sus agendas, como el apoyo a la paz y a la implementación integral de los acuerdos, la búsqueda de una salida negociada con otros actores armados, algo que hace cuatro años era impensable. También el discurso anticorrupción, de renovación política y de diálogo con los movimientos sociales.
Como sociedad tenemos un enorme desafío en este escenario a la hora de avanzar en agendas de cambio y transformación social profundamente necesarias. Ambos candidatos llegarían a la Casa de Nariño con apoyos limitados en el interior del Legislativo y con la tarea de consolidar mayorías, las cuales serán claves para que cualquier reforma de fondo se haga realidad.
Del lado de Gustavo Petro, si bien el Pacto Histórico logró una votación importante y aseguró 47 escaños en el Congreso, su camino para alcanzar las mayorías parlamentarias aún no es claro. Mientras que del lado de Rodolfo Hernández el desafío no solo será construir unas mayorías claras, sino además cautivar a un Congreso en el que su movimiento político tiene poca representación, con apenas dos representantes a la Cámara por Santander (Érika Tatiana Sánchez y Juan Manuel Cortés Dueñas).
En ese sentido, las alianzas políticas y los acuerdos programáticos que logren ambas campañas en el transcurso de esta segunda vuelta serán claves para aclarar el camino y terminar de reorganizar el tablero político del país. Un panorama interesante para dos candidatos que se tildan de antipolíticos.
En esta recta final por la Presidencia resultará fundamental que las personas puedan tomar la decisión de su voto de manera informada, teniendo en cuenta las propuestas, la experiencia de los candidatos, las coaliciones y alianzas que se concreten, así como los anuncios relativos a sus equipos de trabajo y potenciales gabinetes de gobierno.
En cualquier caso, la invitación para la ciudadanía es volcarse masivamente a las urnas y tomar un papel activo en la definición de la agenda y visión del país de cara al futuro y quien quede finalmente elegido tenga un mandato claro por los próximos cuatro años.
* Directora y fundadora del Movilizatorio.
Por Juliana Uribe *
