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Cruzada contra el voto en blanco, cada vez más sólida

La conquista de los “votoblanquistas” es una de las particularidades de la recta final de la campaña. Desde varios sectores se promueve un rechazo al voto en blanco, al considerar que beneficia a una u otra candidatura.

Felipe García Altamar
15 de junio de 2022 - 02:03 a. m.
La centro-derecha es uno de los sectores que más viene atacando el voto en blanco.
La centro-derecha es uno de los sectores que más viene atacando el voto en blanco.
Foto: Mauricio Alvarado / El... - Mauricio Alvarado

En el tramo final de la elección presidencial las campañas suelen enfilar baterías para decirle al electorado por qué su propuesta es la mejor para el país. En su defecto, se suelen reforzar las tácticas políticas contra el contendor para restarle votos. Pero en esta, una campaña totalmente inédita y con tantas variables atípicas para unas presidenciales, hay una lucha adicional que no se está haciendo de forma oficial, pero que sí tiene un común denominador: la preocupación por el voto en blanco. En los últimos días se viene ejecutando una campaña, desde diferentes sectores, que busca convencer a quienes estén contemplando esa opción, partiendo de la previsión de encuestas y analistas sobre el estrecho margen de los resultados del próximo domingo.

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Las cuentas alegres que muchos hacían después de la primera vuelta indicaban que a Rodolfo Hernández, quien obtuvo 5,9 millones de votos, le llegaría la totalidad del apoyo a Federico Gutiérrez (5 millones), John Milton Rodríguez (271 mil) y Enrique Gómez (48 mil). En teoría, solo eso sería suficiente para sobrepasar los 8,5 millones de votos que le dieron a Gustavo Petro, quien tendría que arañar apoyos entre los 885 mil de Sergio Fajardo y los abstencionistas.

Pero el panorama empezó a cambiar muy pronto. Días después de la primera vuelta, Hernández dijo que “el uribismo murió”, algo que no les cayó bien a muchos electores de esa corriente. Además de eso, otras salidas en falso en temas de Estado y religiosos le restaron apoyo entre el electorado conservador. En paralelo, los escándalos y las revelaciones sobre el Pacto Histórico podrían consolidarse como una fuga de los votos de centro que poco a poco aterrizaban en esa coalición. Y en ese contexto, lo que señalan encuestas como la de Invamer, es que mientras las candidaturas se desinflan levemente, el voto en blanco pasó de 2,6 a 4,7 %.

El miedo, entonces, es que ocurra algo similar a hace cuatro años, cuando los votos en blanco de primera vuelta fueron 338.581, pero para la segunda la cifra se alzó hasta 807.924. En la primera vuelta de esta elección hubo 365.764 votos en blanco, y lo que muchos buscan es que el número no suba como en las anteriores presidenciales. Hay una semejanza entre ambos procesos: Fajardo y otros líderes del centro, como Jorge Enrique Robledo, anunciaron su voto en blanco, aunque no están haciendo campaña ni lo promueven a diario.

En cambio sí se han creado planes y movimientos, en especial en redes sociales, que se consolidó como el escenario principal de esta campaña, que invitan a decirle no al voto en blanco al considerarlo un “acto de indiferencia”. En el caso de ese movimiento es clara su intención de conseguir votos para Hernández, pues uno de sus mensajes a los “votoblanquistas” es que “no permitan que la primera línea decida” por ellos.

Incluso hay en curso una acción judicial que pide eliminar la casilla de voto en blanco en el tarjetón que los electores recibirán. Según el promotor de la iniciativa, el abogado Germán Calderón, esta opción es anticonstitucional, distractora y “cambia el sentido de la segunda vuelta presidencial”. Aunque el jurista no milita en ningún partido, tiene cercanía con la centro-derecha, que es el sector más activo en buscar que el voto en blanco cambie en favor del exalcalde de Bucaramanga.

Y es que desde este sector se reclama que el voto en blanco “favorece a Petro”, y aunque para la mayoría estos son votos conscientes y válidos, consideran que “la coyuntura no permite actuar así”. Al menos esa es la consideración de la senadora María Fernanda Cabal (Centro Democrático), quien aunque critica las “imprudencias” y variaciones de discurso de Hernández, asegura que votar en blanco “no es una opción”.

Con una postura un poco más radical, como fue su estilo en campaña, Enrique Gómez, director del partido Movimiento Salvación Nacional y excandidato presidencial por esa colectividad, tacha de “inmoral” la opción de votar en blanco. Según Gómez, se está impulsando un voto de castigo contra ambas candidaturas, pero bajo su óptica la coyuntura política no lo permite. “Es un juicio equivocado. Hay una jerarquía de valores y las que obedecen al bien común superan aquellos valores que definen el futuro moral del individuo”, dice.

“Algunos religiosos van a copiarle al voto en blanco, pero al momento de llegar a la urna ojalá recapaciten. Muchos pueden sentirse ofendidos, pero hay que votar en contra de todo lo que nos parece pésimo”, añade Cabal, quien subraya que esta batalla contra el voto en blanco es “espontánea e individual” y que no hay una estrategia de partido.

Aunque no han atacado tan de frente el voto en blanco, los promotores de la candidatura de Petro tienen una visión similar sobre esta opción y señalan que su labor de estos días es atraer a los “votoblanquistas”, pero también a los que votaron por otros candidatos e incluso a los indecisos y abstencionistas. “Estamos tratando de convertir todos los votos a Petro”, manifiesta la representante Katherine Miranda, integrante del equipo de debate del Pacto Histórico.

Igual consideración tiene María José Pizarro, quien dio el salto al Senado en representación del Pacto. La actual representante rechaza que los estén señalando de promover el voto en blanco entre algunos sectores que eran afines a la derecha y dice que “hay mucha gente que, a pesar de ser de tradición conservadora y que obvio no se siente identificada con nuestra campaña, tampoco votará por Rodolfo”. Según la congresista, su misión de estos últimos días es convencer a los indecisos “a un cambio real”.

Es claro que el voto en blanco y la posibilidad de abstenerse son legítimas en una democracia y, para analistas como Andrés Dávila, director del Departamento de Ciencia Política de la U. Javeriana, en un sistema como el nuestro “es bueno mantenerlas” y no atacarlas. A su consideración, en esta elección es factible que el voto en blanco baje respecto a 2018 por lo ajustada, por lo que no será extraño ver “la angustia de petristas y rodolfistas de arrastrar ese 2 % y que el abstencionismo baje”.

Felipe García Altamar

Por Felipe García Altamar

Bogotano. Periodista de Uninpahu. Vinculado a El Espectador desde 2014. fgarcia@elespectador.com

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