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Elecciones en Antioquia: entre maquinarias, uribismo y revocatoria

El departamento, después de Bogotá, es la segunda plaza electoral del país. Sus particularidades se debaten entre el desgaste del uribismo y la continuidad o no del alcalde Quintero.

Natalia Tamayo Gaviria
20 de febrero de 2022 - 02:00 a. m.
21 congresistas antioqueños buscan reelegirse para 2022. / Gustavo Torrijos
21 congresistas antioqueños buscan reelegirse para 2022. / Gustavo Torrijos
Foto: GUSTAVO TORRIJOS

En Antioquia, todos los contendores políticos de las elecciones a Congreso entienden que la plaza principal para sacar mayoría de votos es el Valle de Aburrá (compuesta por 10 municipios). Con el foco, principalmente, en Medellín, donde de acuerdo con la Registraduría, para este 13 de marzo, 1′636.680 personas están habilitadas para acudir a las urnas. Sin embargo, el diagnóstico no contrasta con la realidad que vive la capital.

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En las calles, en los barrios y en los parques hay más preocupación por rebuscarse la vida que los votos. Y eso se respira en el centro de Medellín, un espacio vital para medir el termómetro de las elecciones por el alto tráfico de personas que confluyen allí, que para política electoral es un target de público. En el recorrido que hizo El Espectador, faltando 24 días para los comicios, la realidad parece ajena al momento en el que se encuentra el país. De los dos días de ires y venires por la ciudad, se encontró con una sola campaña volanteando en las inmediaciones de la estación Industriales del metro.

Las pancartas, que en otrora llenaban la ciudad y los municipios de publicidad política, parecen ubicarse solo en zonas estratégicas; los carteles en los buses de servicio privado apenas invaden una de las tantas ventanas de los vehículos; los balcones de las casas escasamente pasaron de decorarse con Navidad a pósters que invitan a votar por el número y partido de determinado candidato, y los carros con stickers en su parte trasera son esporádicos.

“Las campañas están frías con relación a otras épocas prepandemia. No hay tanta publicidad ni volanteo, y eso, para mí, es reflejo de que se les está metiendo plata a los votos”, dijo un concejal de Medellín, que está acompañando a dos candidatos en la contienda al Congreso. La misma sensación expresó la representante Margarita Restrepo (Centro Democrático), que busca reelegirse en fórmula con María Fernanda Cabal. “Las personas están desconectadas con estas elecciones, no saben cuándo son ni para qué sirve el Congreso, entonces eso los hace más apáticos”, comentó.

Los riesgos electorales en Antioquia

A principios de febrero, la Misión de Observación Electoral (MOE) compartió el informe sobre los riesgos electorales en Antioquia. De 125 municipios que componen el departamento, 50 presentan alertas por violencia, 46 por fraude en Senado y 54 en Cámara. Así mismo, 29 poblaciones recogen las dos tipificaciones que hizo la MOE.

“Los riesgos de violencia se calculan con unas variables como presencia de grupos armados, acciones violentas, niveles de desplazamiento forzado, violaciones contra líderes sociales, políticos y comunales, y restricciones a la libertad de prensa. Y esta situación no cambia mucho con relación a 2018, es más, para este año se recrudeció porque han aumentado los municipios en riesgo extremo y alto”, explicó Verónica Tabares, coordinadora de la MOE-Antioquia, sobre la caracterización.

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Las zonas con más riesgo de violencia son el Bajo Cauca antioqueño, norte y nordeste, y algunos municipios del Urabá. En cuanto al tema del proceso electoral, las alertas que rescató Tabares son más enfocadas al mismo desarrollo de los comicios, es decir, reducción de la participación, aumento de votos nulos y tarjetones no marcados.

Además de esto, la coordinadora de la MOE-Antioquia pone de presente una situación ocurrida en 2018 que las autoridades electorales deben prever. “Ese año, en elecciones a Congreso se agotaron los tarjetones a consultas en puestos de votación en Medellín. Hubo riesgos de asonadas, de introducir fotocopias. Ahí hay muchos retos en términos institucionales para atender garantías durante la jornada”, enfatizó.

Esto toma más relevancia en unas elecciones marcadas por las tres consultas presidenciales, que además de las elecciones a curules de paz, donde en Antioquia hay municipios que forman parte de cuatro de las 16 circunscripciones especiales para las víctimas, también serán parte de las novedades en las elecciones del 13 de marzo, que pone de presente desafíos.

Sobre las curules de paz, Tabares explica que han recibido quejas por la situación de seguridad en los municipios, desventajas en campañas, posible participación de funcionarios públicos en la contienda y limitaciones por cuenta de grupos armados ilegales, que permiten la movilidad de ciertos candidatos o los dejan incomunicados. “Estos casos provienen de poblaciones que ya cuentan con algún tipo de riesgo y necesitan una institucionalidad fuerte y con decisión de acompañar a la ciudadanía de más cerca”, apuntó.

Y quizás uno de los temas que los candidatos manifestaron más temor con relación a su participación en términos de igualdad, y que desde la MOE es un problema latente, es el de la compra de votos. “Siempre ha sido una preocupación y por eso siempre le hacemos el llamado al tribunal de garantías para que haga un seguimiento detallado de la financiación y fuentes de los dineros”, agregó Tabares.

La maquinaria electoral, política y económica

Los apellidos (Luis Alfredo) Ramos, (Bernardo) Guerra y (Fabio) Valencia, que antes movían el tablero político en Antioquia, hoy fueron reemplazados por nuevas figuras con un gran caudal electoral. Son los casos de los conservadores Carlos Andrés Trujillo y Juan Diego Gómez, actual presidente del Congreso, y los liberales Julián Bedoya y John Jairo Roldán. Dos de ellos, Gómez y Bedoya, no buscan repetir curul este año, pero eso no significa que no tengan su ficha para que tomen sus curules.

En el caso de Gómez, sus apoyos y estructuras están moviendo a Nicolás Albeiro Echeverri, que dará el salto de la Cámara al Senado, sostenido por el grupo Conservadores de Vida, y a su primo, Felipe Jiménez, hijo del también excongresista Pedro Jiménez, quien fue muy cercano a Fabio Valencia. El hoy presidente del Senado fijó su atención en la Gobernación de Antioquia para 2023, con el propósito de que los conservadores tengan un candidato con vocación de poder para llegar al alto cargo departamental.

Bedoya, por su parte, no aspirará debido a su situación judicial por su diploma como abogado de la Universidad de Medellín, institución académica que cuenta con grupo político, del cual Bedoya era parte y con el que peleó, según testimonios de políticos del departamento. Su ausencia la cubriría Juan Diego Echavarría, exalcalde de La Estrella y hoy representante a la Cámara. La estructura política y económica de Bedoya también respalda a la exdiputada María Eugenia Lopera, quien renunció en 2021 para aspirar al Congreso.

Los que buscan repetir llegan con más fuerza y, como lo dicen sus contendores, con más plata. A la campaña de Carlos Andrés Trujillo, exalcalde de Itagüí, le calculan un costo entre los $20.000 y $30.000 millones. Una cifra con la que, a sus voces, es imposible competir. Sin embargo, en el último informe de Cuentas Claras, del 13 de febrero de 2022, Trujillo reportó ingresos por más de $37’000.000 y gastos alrededor de $177’640.000.

La semana que recién terminó, Trujillo tuvo eco en las redes y los medios tras hacerse viral una foto en Uribia, La Guajira, con publicidad política suya. “Lo único que llevan allá es su afiche para que voten”, escribió una usuaria de Twitter. Uno de los consultados de los partidos independientes, en medio de la entrevista, mostró a El Espectador la misma fotografía recordando una conversación que tuvo con un colega de la Costa Caribe, quien le contó sobre la gran presencia en publicidad del antioqueño en esa región.

“Trujillo y Bedoya están trayendo las prácticas de la Costa a Antioquia”, dijo otro concejal de la oposición de Medellín, que pidió no ser citado y compartió los rumores que se intercambian en el escenario electoral, por ejemplo, que el senador conservador está comprando líderes con estructuras de votos para que lo respalden. Por eso, una gran mayoría cree que Trujillo será el mayor elector en Antioquia, en reemplazo de la ausencia de Álvaro Uribe, que sacó en 2018, solo en el departamento, más de 238.000 votos, el 27 % de su elección a nivel nacional.

El crecimiento estrepitoso de Trujillo se lo atribuyen al también crecimiento inmobiliario en el sur del Valle de Aburrá, donde comenzó su carrera política como concejal de Itagüí, alcalde del mismo municipio y diputado de Antioquia, hasta dar el salto al Senado en 2018, logrando la segunda votación en el departamento, siendo su primera vez como candidato.

El otro mencionado, John Jairo Roldán, le endilgan los apoyos de estructuras fuertes en el departamento, como los Suárez Mira, de Bello, al que le suman la liberación condicional de Óscar Suárez, su principal líder y quien podría generar alguna incidencia, y los liberales de Envigado, que le retiraron su apoyo al senador Iván Agudelo para acompañar a Roldán, que dará el salto de Cámara a Senado.

El bastión uribista

Desde el Centro Democrático las expectativas es que los 238.000 votos que sacó Uribe en Antioquia se queden en el partido, repartidos entre fichas como Paola Holguín, Andrés Guerra y Esteban Quintero, que endosan en sus campañas la figura y el apellido del expresidente y exsenador. Asimismo, para la representante Margarita Restrepo la ausencia de él les abre paso a candidaturas nacionales con eco en Antioquia, como María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Miguel Uribe y Alirio Barrera.

El reto, eso sí, es trabajar por mantener la votación uribista dentro del partido. Mientras algunos contendores, como el representante Mauricio Parody (Cambio Radical), no ve debilitado al Centro Democrático, por la doctrina y disciplina que tienen sus militantes, otros como el senador Juan Felipe Lemos (la U) ven la oportunidad para que figuras como él capten esos apoyos.

De igual manera, desde movimientos alternativos hay un sentimiento de que el desgaste del exmandatario y exsenador, sumando, a su juicio, la mala gestión del gobierno Duque, será abono para convencer el voto uribista no militante a que vote por otras opciones no tradicionales que dicen ofrecer. “Esta es una oportunidad valiosa para nosotros por el desencanto hacia el uribismo y el desgaste del presidente Duque”, opinó Víctor Correa, candidato a la Cámara de Representantes por la Coalición Centro Esperanza.

Por eso, al partido que más les calculan pérdidas es al Centro Democrático. Por lo menos, una curul en Senado de las tres actuales, y entre dos y tres en Cámara. “El Centro Democrático está debilitado, mas no derrotado”, insistió Correa. Asimismo, por burocracia, el uribismo la tiene difícil, pues la Gobernación está en cabeza de Aníbal Gaviria, un liberal de vieja data, y la Alcaldía con Daniel Quintero, que se ha construido como la antítesis de Álvaro Uribe.

El factor revocatoria en las elecciones

Precisamente, por primera vez en su historia, Medellín se debate por una revocatoria al mandato a su alcalde, que por la pandemia y las decisiones alrededor para contener el covid-19, coincidieron con tiempo electoral. Mientras que el senador Iván Marulanda (Alianza Verde) insiste que el proceso debe ser netamente ciudadano, el mecanismo de participación se ha convertido en un tema más de campaña entre los que están a favor y en contra de Quintero.

Las expectativas de los promotores de la revocatoria estaban en que se llamara a elecciones el mismo día o en las inmediaciones de los comicios a Congreso para aumentar la participación de la mano del descontento de los habitantes de la capital antioqueña. Especialmente, candidatos del Centro Democrático usaron dentro de su estrategia de publicidad el factor Quintero.

“Arriba los que defendemos a Medellín de Quintero, abajo los comunistas”, se lee en una valla publicitaria de Paola Holguín y Juan Espinal. “La revocatoria de Quintero es inminente”, dice una pieza gráfica en redes de la representante Margarita Restrepo. Del otro lado, la defensa a la gestión del alcalde no se ha visto propiamente en la calle, sino en el discurso de sus defensores, especialmente de León Fredy Muñoz (Alianza Verde) e Iván Agudelo (Partido Liberal).

Por eso hay quienes consideran que la burocracia de la Alcaldía tiene sus candidatos en Muñoz y Agudelo, y en los otros políticos tradicionales que lo apoyaron tras bambalinas en las elecciones de 2019, como Julián Bedoya, Luis Pérez -que tiene como candidatos a Misael Cadavid y James Gallego a la Cámara por la coalición de Cambio Radical y cristianos-, y hasta se habla de Nicolás Albeiro Echeverri y, por supuesto, Álex Flórez, quien fue su escudero en el Concejo de Medellín, hasta que renunció para aspirar al Senado dentro del Pacto Histórico.

“Así como tiene parcelada la Alcaldía, estarán parcelados sus apoyos”, dijo un concejal uribista, augurando que esos respaldos divididos, en últimas, no serán tan significativos. Al ser preguntados Muñoz y Agudelo por las maquinarias de la Alcaldía a su favor, el primero respondió que la defensa a Quintero le traerá réditos entre quienes defienden la administración, mientras que el senador comentó: “Ojalá vote por mí. Y debería, porque soy el padrino de su hija y lo he acompañado en su carrera política”.

Mientras tanto, en el interior del Pacto Histórico en Antioquia, donde se habla que Quintero tiene su ficha en la cabeza de lista cerrada, con Alejandro Toro, observan que el alcalde está jugando a dos bandas. “El verdadero candidato a la Cámara de Daniel está en el verde con Alejandro Saldarriaga, exdirector de Independientes, y no con Alejandro Toro. A través de una avionada, el alcalde logra poner a Toro de primero en una lista cerrada, porque sabe que él no tiene votos, mientras que él le moverá su maquinaria a Saldarriaga”, comentó alguien de la campaña.

Para el profesor de la Universidad de Antioquia Juan Carlos Escobar, el papel de Quintero en estas elecciones no cobrará mayor relevancia, y mucho menos cuando la revocatoria está quieta y sin fecha de elección. “El Congreso siempre se mueve por las maquinarias y los partidos de vieja data. Y siempre Antioquia se mueve muy diferente a Medellín, donde hay un voto más de opinión”, señaló Escobar. Quedan menos de 20 días para que el país salga a las urnas y el verdadero indicador de que algo está renovándose, en voz de la exconcejal y candidata por el Pacto Histórico a la Cámara, Luz María Múnera, es el resultado en Antioquia, donde ha prevalecido la tradición. “Si Antioquia cambia, Colombia cambia”. El 13 de marzo nos dará la respuesta.

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