No tiene antecedentes y será recordado durante mucho tiempo lo que puede llamarse con propiedad un “hecho histórico”: en 2022, cuatro afrocolombianos son candidatos a la Vicepresidencia, uno de ellos con quien figura como el principal aspirante a la jefatura del Estado, según lo sucedido en las recientes elecciones a Congreso y lo que marcan las encuestas.
Francia Elena Márquez Mina, caucana, sigue en una senda de acontecimientos memorables: de la más alta votación de una persona negra o afro en cualquier elección del país (la consulta del Pacto Histórico) ha pasado a ser la fórmula de Gustavo Petro. “De la esclavitud al poder”, dijo el líder de Colombia Humana, y las palabras de Márquez no dejaron dudas: se trata de una reivindicación en los términos del movimiento social afrocolombiano, del cual ella es una genuina representante.
También está Luis Gilberto Murillo, exgobernador y exministro chocoano, fórmula de Sergio Fajardo (Coalición Centro Esperanza), quien también tendrá la oportunidad de decirles a los colombianos qué significa su candidatura. Él ha enfatizado la representación de las regiones, pero antes invitó “a votar en negro”, un claro llamado racial. El lema de Murillo, que formalmente pertenece al partido étnico Colombia Renaciente, no es ni podría ser “de la resistencia al poder”, como tampoco el de la tumaqueña Sandra de las Lajas Torres, fórmula de John Milton Rodríguez, del partido cristiano Colombia Justa Libres. De las Lajas es activista afro urbana y tiene experiencia de años como alta funcionaria de la Gobernación del Valle del Cauca.
A su vez, el exgobernador de Antioquia Luis Pérez Gutiérrez, candidato del movimiento ciudadano Colombia Piensa en Grande, escogió como fórmula vicepresidencial al bonaverense Ceferino Mosquera Murillo, presidente de la Confederación Nacional Comunal.
Para ser claros, estos cuatro aspirantes a la Vicepresidencia de Colombia son negros, y no es una casualidad que los hayan escogido en un mismo proceso electoral. Como antecedente, en 2018 se dijo que más de un candidato buscó a la exministra de Cultura Paula Marcela Moreno para que fuera su compañera de tiquete.
La razón de estas designaciones electorales es la creciente importancia de la representación simbólica en la política. Desde Barack Obama, primer presidente negro de Estados Unidos, pasando por las “cuotas” afros en el gabinete ministerial colombiano, hasta Kamala Harris como primera mujer (y negra) vicepresidenta de Joe Biden, se ha venido asentando este simbolismo en nuestro medio.
La política simbólica es una respuesta a las demandas de reconocimiento de grupos excluidos, discriminados o desaventajados históricamente en sociedades diversas, que a menudo no se han asumido diversas (o lo han hecho tardíamente) y han sido gobernadas por unas “mismas caras”. Colombia es un caso.
¿Qué representan?
Márquez representa simbólicamente a las mujeres, a los negros, a “los nadie”, con un electorado que es más amplio en condiciones socioeconómicas. Tiene una mayor carga simbólica que Murillo, Sandra de las Lajas y Ceferino Mosquera, y cuenta con el hecho de ser la fórmula del candidato puntero, lo que refuerza dicho simbolismo.
Luis Gilberto Murillo tendrá que emplearse a fondo para atraer una parte del voto identitario afro, que querrá ser útil escogiendo a la fórmula más opcionada. En la política simbólica no importa tanto qué se dice, sino quién lo dice. Murillo necesitará mostrar que más allá del color de la piel, importa el pensamiento y que el suyo sirve mejor a los intereses de los “representados simbólicos” que el de Márquez.
Tan inesperado como cuatro afros de candidatos a la Vicepresidencia será el debate entre ellos. Por más que apelen a otros grupos sociales en el discurso, habrá un momento importante en el que el tema serán las propuestas para la población afrocolombiana. Las diferencias de pensamiento podrían concretarse en cuestiones entendibles para el gran público.
¿Los cuatro -o los que inviten a los debates- proponen lo mismo en la reglamentación de la consulta previa?, esto por mencionar un asunto que les importa a muchísimos agentes del desarrollo nacional. ¿Todos están de acuerdo con que el Estado compre tierras privadas para titular colectivamente a comunidades negras y dónde?, que también interesa a otros grupos en la sociedad. Y así habría otras preguntas de alcance general.
En términos más del nicho, ¿qué reforma apoyarían desde el gobierno a las dos curules de circunscripción especial de negritudes, que han tenido más desdicha que fortuna? Casi 30 años después, ¿la aproximación es una actualización de la Ley 70 de 1993 o su profundización? Y aquí sí importa la opinión de una persona negra o afro potencial titular de la Vicepresidencia de la República.
Aun si tienen los cuatro una matriz de pensamiento común o dominante, puede haber diferencias sustantivas en las propuestas. La cuestión es que en la política simbólica importan todavía más las emociones que la racionalidad y, por ahora, parece que las emociones están del lado de Francia Márquez. La política simbólica se volvió estratégica, y la población negra entró, tal vez definitivamente, al juego en 2022, pase lo que pase de aquí a junio.
* De la Fundación Color de Colombia.
Por Daniel Mera Villamizar
