“La tolerancia, escucha y diálogo son las formas para reconciliarnos (...) al convocar un gran pacto nacional contra la corrupción es indispensable no dejarnos llevar por el sectarismo. Buscaremos en cada partido a quienes denuncian la corrupción y a personas honestas”. Ese es uno de los mensajes más recientes de Ingrid Betancourt, candidata presidencial de Verde Oxígeno y quien ha enfrentado un maremoto de críticas por las movidas de su campaña, en especial de cara a la primera vuelta, la última, a abrir la puerta al diálogo con el expresidente Álvaro Uribe.
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“Me invita a que hablemos. Lo haré con la gratitud que le tengo por la Operación Jaque, que permitió mi liberación y la de 14 secuestrados más. Curioso ver cómo personas que nacieron de las entrañas del uribismo, ahora se rasgan las vestiduras juzgando como impropio hablar con él”, agregó Betancourt a varias declaraciones en las que insiste que conversar no significa aliarse con el Centro Democrático, sino más bien “dejar a un lado el odio y la polarización”. Si bien este paso levantó escozor entre sus aliados y se convirtió en el centro de la batalla electoral en los últimos días, es tan solo uno de la larga lista de bandazos de Betancourt desde que se incorporó de lleno a la política electoral este año, que a ojos de varias analistas profundizan un mensaje “incoherente” sobre las maquinarias, al que no ha podido darle un piso sólido que catapulte su campaña.
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Betancourt aterrizó en la contienda como figura conciliadora dentro de la Coalición Centro Esperanza, pero ese paso, aunque importante, fue fugaz. Ayudó a que Alejandro Gaviria se uniera a esa alianza y dio avales por medio de Verde Oxígeno para que varios líderes, como Humberto de la Calle, participaran en las elecciones. Luego, tras establecerse por completo en Colombia, lanzó su candidatura y abandonó la coalición como rechazo a los acercamientos de Gaviria con maquinarias liberales, habló en un debate sobre una depresión que sufrió Gustavo Petro años atrás, le respondió a De la Calle que no va a apartarse de su aspiración presidencial para adherirse a Sergio Fajardo y confirmó que tendrá una conversación con Uribe. Todo esto sobre el rótulo de “construir un gran pacto nacional en contra de los corruptos”, en el que Fajardo y otros son bienvenidos, menos “gamonales y dueños de las maquinarias”.
Errores
Ese recuento sucinto muestra que su historial incluye decisiones, salidas en falso y enfrentamientos públicos con sus contrincantes, algo no muy distinto al expediente de todos los otros candidatos. Sin embargo, según los analistas, es en los detalles de su propio recorrido en los que se cuentan, una a una, las movidas que se han convertido en un arma de doble filo para su aspiración. Patricia Muñoz Yi, magíster en estudios políticos de la Universidad Javeriana, menciona que uno de los primeros desaciertos es su ingreso a la arena electoral después de varios años lejos de las problemáticas del país.
“Betancourt regresó con el reto de una candidatura que se construyó desde su alejamiento de la política nacional, algo que por supuesto la lleva a desconocer muchos procesos que se han vivido en los últimos años y que es su responsabilidad tenerlos en cuenta”, expresó Muñoz Yi. Muestra de ello fue, por ejemplo, la entrevista que dio a RCN Televisión, en la que no sabía cuáles de los precandidatos presidenciales tenían maquinarias aceitadas, cosa que hizo más difícil elegir con quiénes haría alianzas.
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“Las maquinarias están en todos los espectros ideológicos, pero sus decisiones en este tema rompen con la coherencia de su discurso y puede confundir a sus seguidores. El tema ni siquiera es de tener buenos o malos asesores. Si bien no hay un superhombre o una supermujer que conozca a cabalidad todos los temas para ser presidenta, es obligación de los candidatos buscar familiaridad con los grandes problemas del país. Su mensaje se torna vacío cuando no hay fondo para transmitirlo”, enfatizó la académica.
En esa misma línea argumentó Karol Solís Menco, candidata a doctorado de la Universidad Internacional de Florida. Para ella, es una lástima que el cúmulo de desaciertos sea la versión más recordada de Betancourt, pues su versión de la década del 90 demuestra que su discurso anticorrupción tuvo antes un sustancioso contenido. “Es el pasado de una mujer avanzada para su época que se hizo elegir a la Cámara con una campaña en la que utilizó condones como símbolo de prevención contra el ‘sida de la corrupción’ y que hizo una huelga de hambre para denunciar con contundencia que la Comisión que juzgaría a Samper por el Proceso 8.000 en la Cámara no ofrecía garantías”, recordó.
“Paradójicamente, lo que pudo haber sido su mayor acierto, un discurso honesto, sustentando y frontal en contra de la corrupción, como el que tuvo y sostuvo con acciones en su anterior carrera política, es hoy su mayor desacierto. Asimismo, a la Centro Esperanza le hacía bien incorporar a una mujer con su trayectoria y logros en política. Llegar a la coalición fue un acierto, pero fue un desacierto minarla y ni siquiera informarles a sus compañeros de su candidatura anterior al anuncio en medios. Ingrid Betancourt ha convertido cada posible acierto de su campaña en un arsenal en su contra”, añadió.
La afirmación de Solís Menco la corroboró Daniel Carvalho, representante electo por Antioquia, de Verde Oxígeno. Él y Humberto de la Calle (en el Senado) son los dos congresistas que logró la colectividad de Betancourt en las elecciones del 13 de marzo. Y si bien Carvalho manifiesta que está en son de construir partido con personas que admira, como la candidata, asegura que esta es la hora en la que no ha podido hablar directamente con ella y, por lo tanto, todas las decisiones las ha tomado de forma unilateral.
“Me enteré por Twitter que la doctora Betancourt iba a ser precandidata dentro de la consulta. Me pareció bacano que aspirara, pero raro que ni siquiera nos informara. Tiempo después nos enteramos por los medios que había decidido salirse de la Coalición Centro Esperanza sin avisarnos, sin consultarnos. Recientemente nos enteramos que quiere entablar acercamientos con el Centro Democrático, de lo cual también nos enteramos por redes sociales. Todo esto para decir que no ha habido ningún tipo de comunicación con nosotros, a pesar de que pedí reunión con ella. Siento que la doctora Ingrid Betancourt no está jugando colectivamente y tampoco respetando el hecho de que tiene dos congresistas electos”, aseveró Carvalho. Eso sí, enfatizó en que la explosión del centro no recae únicamente sobre los hombros de la candidata, sino también de Alejandro Gaviria y del resto de integrantes que “no supieron darle manejo a la situación”.
¿Qué sigue?
Por un lado, Patricia Muñoz Yi considera que aunque todavía falta conocer los objetivos de Betancourt de cara a la primera vuelta, el tiempo que falta es, a sus ojos, más que suficiente para enderezar el rumbo de su candidatura que, según la última encuesta (Guarumo- EcoAnalítica), muestra una intención de voto de apenas sobre el 2,6 %. “Todas las campañas están en el proceso de ampliar su base electoral, encontrar aliados, lograr apoyos públicos. Faltan menos de dos meses, es decir, falta terreno por recorrer en un país en el que pasan cosas todos los días. En esta recta final van a pesar mucho más los errores y, a veces, las campañas se ganan más por los errores de los adversarios que por los aciertos propios”, advierte, recalcando que los acercamientos de Álvaro Uribe a Betancourt “van encaminados a fortalecer la opción de Federico Gutiérrez”.
Por el otro lado, Karol Solís Menco destaca que la única forma de levantarse de los aparentes errores es que Betancourt reconecte con el país, dándole fondo a su discurso anticorrupción, “con el límite de que en este punto ya es todo poco creíble y el uso reiterado de la palabra maquinarias se convirtió ya en arma mediática en su contra. En una entrevista con La Silla Vacía, Betancourt, que es la única candidata presidencial que queda, dijo que en ella hay una libertad fuerte, algo que la mueve a no hacer lo que cree debe hacer. En este punto, esa frase parece más un arma de doble filo que la muestra incapaz de buscar consensos con quienes debió primero consensuar: el centro político”, concluye.